A raíz de que el Gobierno autorizó la siembra del trigo HB4, variedad transgénica resistente a la sequía, se generó una gran polémica de parte de los productores rurales debido a que temen que este tipo de siembra no sea aceptada en el mercado mundial. Aun así, se reconoce la necesidad de la misma para aumentar la productividad que viene afectada por malas cosechas.
Germán Rodríguez
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La semana pasada, el Gobierno nacional autorizó la siembra del trigo HB4, variedad transgénica resistente a la sequía. La cadena triguera mostró de inmediato su desaprobación y así lo manifestaron las entidades, como Carbap, que afirmó en un comunicado que ese trigo “no tiene aceptación en el mercado mundial”, que frente a la escasez provocada por la guerra Rusia-Ucrania “reclama trigo no transgénico”.
En nuestra región a partir de junio se empieza a sembrar el trigo y se cosecha en septiembre. Siempre fue conflictiva la cuestión de los transgénicos generando diversas polémicas entre productores y laboratorios porque se tratan de semillas modificadas genéticamente, ya sea para cumplir funciones en este caso resistente a la sequía, en otros casos resistentes a herbicidas o alguna plaga. Esto lleva muchos años de prueba para ver que después esa modificación genética no afecte a las semillas para el consumo. Aunque también, si no se desarrollaran semillas transgénicas, la productividad sería mucho menor, más teniendo en cuenta que la últimas tres campañas de la región fueron negativas debido a la escasez de lluvias.
En diálogo con EL NORTE, el productor agropecuario Franco Negro manifestó que los transgénicos deben ser estudiados, pero son necesarios para la productividad. “La polémica es porque hay mercados en los que no se pueden entrar con transgénicos, ya que se piensa que pueden ser contraproducentes para la salud, lo que yo no veo que sea tan así, como estas modificaciones que la hacen más tolerantes a la sequía. En la zona nuestra es realmente necesario debido a los problemas hídricos que venimos teniendo. En su momento hubo polémica por la soja transgénica con todo un debate ante estos avances, pero hoy en día se consume y no hay problemáticas en la salud”, expresó.
Respecto a la cuestión de la región por la escasez de lluvias, dijo: “Tenemos un grave problema con la sequía en la región. Para la productividad del país respecto a los volúmenes de trigo, van a ser números más alentadores con una semilla tolerante a la sequía que como venimos en las últimas tres campañas, donde las precipitaciones son cada vez menores. Si bien el invierno pasado fue un poquito más llovedor que los anteriores, la tendencia es que en las últimas tres campañas el régimen hídrico va decayendo y no es lo que era antes. Si todos los cultivos poseyeran más tolerancia a la sequía, la productividad de la zona sería mayor. Hoy el mundo crece, son más bocas para alimentar y si produjéramos todos orgánicos, no podríamos alimentar al mundo. Los productos transgénicos siempre buscan mejorar la productividad, y si no se mejora, se descarta. Las mejoras siempre van apuntadas a la productividad del cultivo, en este caso, buscando la tolerancia a la sequía con una misión que es alimentar al mundo”.
Sin habilitación
Asimismo, el productor rural Ariel Bianchi aclaró: “El trigo transgénico es un gen que se le incorporó a la semilla de trigo que se sacó del girasol y lo hace más resistente a la sequía. El problema no es que sea transgénico, es totalmente inocuo, no hay ninguna duda, y ya está sumamente estudiado, hay montones de transgénicos que consumimos y lo bueno es que logramos aumentar la producción. Esto no está en vías de discusión porque es una tecnología buena aplicada y a futuro nos mejora la producción de granos, que es lo que en definitiva buscamos para alimentar al mundo. El problema es que ese gen no está habilitado en los países compradores de trigo, entonces la duda es qué va a pasar cuando sembremos ese trigo. No necesariamente tiene que ser una siembra masiva, con que se siembre un pequeño porcentaje ya puede haber mezcla. Y el problema es qué pasaría con esa semilla en nuestra producción si los países que nos compran no lo aceptan. No creo que no nos compren porque necesitan comprar, pero obviamente nos van a bajar el precio. La discusión viene porque tanto en Brasil como en China, que son dos de los países que mayor volumen de trigo compran a la Argentina, ese gen no está todavía aceptado”, explicó acerca de la polémica.
Preocupación
Aun así, la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) expresó su preocupación acerca de la aprobación del trigo HB4 resistente a la sequía, ante la falta de aceptación por parte del mercado mundial. “Como entidad que representa a los productores de la mayor provincia triguera del país, somos fervientes admiradores de los avances tecnológicos, de la biotecnología, del mejoramiento genético y la innovación, mientras no genere desconcierto ni imprevisibilidad en el sector productivo”, destaca el texto emitido por la asociación.
Y continúa: “Actualmente el trigo que se comercializa en el mundo es no transgénico, y esta aprobación es altamente riesgosa mientras no exista una aceptación de, al menos, los mercados más importantes para la Argentina”.
Carbap asegura que “esta campaña que se avecina 2022/23 será muy desafiante ante las vicisitudes que atraviesan los dos grandes jugadores del mercado de trigo como Rusia y Ucrania, y muchos países que se abastecían en esos destinos están consultando por el próximo trigo argentino, pero recalcando que solo comprarán trigo no transgénico. Por eso es indispensable, en esta coyuntura que atraviesa el mundo, dar señales claras y precisas al sector productivo para que pueda desarrollar todo el potencial necesario para proveer de alimentos a los argentinos y al mundo, y este inoportuno anuncio del Gobierno no aporta nada en ese sentido”, finaliza, lapidario, el comunicado de Carbap.