La cosecha de tres medallas en los recientes Juegos Olímpicos de París no está alejada de la realidad que vive el país a nivel deportivo – dirigencial. Los Juegos de la Juventud en 2018 fueron un oasis en medio de décadas de desmanejos y falta de proyectos. Si se hubiese continuado con el trabajo que se hizo en la previa de aquellos Juegos juveniles, la historia quizás hoy sería diferente.
EZEQUIEL GUISONE
[email protected]
Los Juegos Olímpicos de París que acaban de finalizar llegaron seis años después de aquellos Juegos de la Juventud de Buenos Aires que fueron históricos para el deporte argentino. Como nunca antes, la dirigencia política apostó fuerte y llevó a cabo un proceso digno de elogio: realizó un scouting inédito a nivel nacional en busca de talentos en las distintas disciplinas, bancando un proceso digno de otro nivel, con becas y subsidios para atletas y entrenadores. Un proyecto serio que tenía como objetivo recibir a los Juegos Olímpicos juveniles con una delegación fuerte deportivamente, y que se cumplió con creces.
Argentina en 2018 cosechó 32 medallas (11 doradas, 10 de plata y 11 de bronce) y encendió la ilusión de un futuro promisorio a nivel política deportiva. Ilusos de los que creímos. La organización impecable y la posición histórica en aquel medallero sirvieron únicamente para el rédito político capitalino. Al día siguiente, todo se desmoronó cual castillo de naipes. Tan injusto como previsible.
De aquellos chicos y chicas que deslumbraron en Buenos Aires, apenas un puñado pudieron sostenerse en ese nivel competitivo. Nazareno Sasia en lanzamiento de bala (Oro en Bs As, 23° en París 2024) es quizás el principal exponente de esa camada, aún con mucho por crecer en la disciplina. Franco Serrano en Pentatlón moderno (equitación, esgrima, natación, tiro y atletismo), es otro de los chicos que hizo podio en 2018 (medalla de Plata en relevo mixto) y continuó con el proceso hasta llegar a París, donde finalizó 28° en la general.
En el camino quedaron grandes esperanzas del deporte nacional. La nadadora Delfina Pignatiello es un caso paradigmático. Sus notables condiciones hicieron que todos los ojos se posaran sobre ella, colocándole una mochila demasiado pesada. Fue campeona mundial juvenil antes de las dos medallas de Plata que logró en Buenos Aires 2018. Al año siguiente, ganó tres doradas en los Panamericanos. Sin embargo, su bautismo en los Juegos de Tokio no fue el esperado y sufrió una catarata de agresiones que la terminaron llevando a dejar el deporte.
Un caso similar fue el de la remera nicoleña Sol Amaya, que ganó el primer oro para Argentina en 2018. La presión por el resultado y el “vacío” después de conseguirlo, sumado a la falta de acompañamiento profesional, las llevaron a dejar la alta competencia en su mejor momento.
Ese proyecto que tenía las bases necesarias para continuar y potenciar al deporte argentino como nunca antes, se terminó abruptamente al finalizar aquellos Juegos de la Juventud. Se cortó el apoyo, y las becas volvieron a ser de difícil acceso. Volvimos a lo de siempre: primero el resultado, después la beca. Y para llegar al resultado, arreglate.
Detrás del notable logro deportivo del Maligno Torres en BMX en París, también hay una Agustina Roth, que en 2018 ganó el oro en BMX Freestyle por equipos junto a Iñaki Mazza Iriartes, y que este año no pudo reunir los fondos para viajar a competir en el preolímpico de China para buscar su lugar en Francia.
Detrás de la Plata de Majdalani y Bosco en Vela, también están Dante Cittadini y Teresa Romairone, que fueron Oro en Nacra 15 en 2018 y que tuvieron infinidad de problemas con la Federación Argentina para poder pegar el salto a Nacra 17, quedando finalmente fuera de la posibilidad de llegar a París.
David Almendra (lucha), Agustina Giannasio (tiro con arco), Agustín Osorio (lanzamiento de jabalina), Facundo Firmapáz (tiro), Valentín Rossi (canotaje), José Luis Acuña (taekwondo), son algunos de los pibes que sufrieron por la falta de recursos y quedaron en el camino después de haber puesto en el podio a la Argentina en esos inolvidables Juegos de la Juventud.
El espejismo de Buenos Aires 2018 le dio paso rápidamente a la vieja política. La que “absorbió” al Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) para financiarlo -y desfinanciarlo- a su antojo, cuando la entidad tenía originalmente como sustento un impuesto del 1% a la telefonía celular, que le había permitido tomar un fuerte impulso.
Con la política tomando las riendas, y las Federaciones y Asociaciones retomando sus viejos vicios, el deporte argentino sigue apenas asomándose en un medallero olímpico gracias a los proyectos colectivos como el del hockey, o los “milagros inesperados” como el del Maligno Torres en BMX. Argentina fue a París con la delegación menos numerosa desde Barcelona 92 y no sorprende. Mientras romantizamos los escasos resultados, la dirigencia sigue sin estar a la altura. Y a los deportistas les ganan por cansancio.