18.7 C
San Nicolás de los Arroyos
sábado, octubre 19, 2024
Edición Diaria
Edición N°

Repensar la(s) sexualidad(es)

FEMINISMOS PARA LA VIDA COTIDIANA

Uno de los pilares del patriarcado  ha sido el control de la sexualidad de las mujeres. Para nosotras, el aprendizaje de nuestra sexualidad se realizó desde la represión, la manipulación y el chantaje, dificultando sobremanera nuestro empoderamiento sexual y exponiéndonos a vivir situaciones de opresión, de vejaciones y violencias. Hemos crecido desconociendo cuáles eran nuestros derechos sexuales”, indican las autoras.

“Frente al espejo, mirando nuestro cuerpo real, alejado obviamente del irreal estereotipo, nos sentimos empequeñecidas, incompletas, falladas. (…) ¿Cómo tener una vida sexual sana cuando la relación con nuestro cuerpo está dañada?”, interrogan las autoras. ILUSTRACIÓN EL NORTE

Por Lic. Marité Gutiérrez y Ps. Fabiana Conti.

Hablar de sexualidad(es) es siempre interesante pero también necesario. Mucho más en esta particular realidad que habitamos, donde se habla mucho y se dice poco, donde se visibilizan diversidades, y a la vez se estandariza el deseo. Ese deseo que a las mujeres siempre nos fue esquivo. Porque mostrarlo, explorarlo, descubrirlo, develarlo no era lo que nos inculcaron que había que hacer, más bien todo lo contrario.

Mucho más para aquellas que hemos pasado la barrera de los 50.  Crecimos rodeadas de mitos, supuestos y mandatos. Descubrimos lo que pudimos, algunas mucho más que otras, porque intervinieron un sinfín de factores: personales, familiares, sociales, religiosos y morales, que nos permitieron mayor o menor libertad para explorar. Y eso, nos convierte en un universo muy diverso. No todas sentimos igual, no todas deseamos lo mismo. Ni siquiera conforme va pasando la vida. Lo que otrora era maravilloso hoy no nos mueve el avispero. Y aparecen nuevos deseos y placeres cuando llegadas a este punto nos  damos el permiso de elegir.

REPRESIÓN, MANIPULACIÓN Y CHANTAJE

El poder interpelar los mitos con los que fuimos educadas nos posibilita anclar en las subjetividades femeninas de un modo más  vital y saludable.  Y sobre todo nos permite recuperar el placer y  hacer visible algunos de los  muchos debates que   los feminismos han aportado en este sentido.

La sexualidad de las mujeres ha sido silenciada e invisibilizada a lo largo de la historia, y estudiada  y divulgada científicamente en su mayoría por varones.  “La historia de nuestra genitalidad es la historia del silenciamiento de nuestros cuerpos, nuestro placer y nuestra voz”, dice Taty Español, en su libro “Todo sobre tu vulva”.

A lo largo de la historia, uno de los pilares del patriarcado  ha sido el control de la sexualidad de las mujeres. Mujeres y  varones hemos aprendido de manera totalmente diferenciada nuestra sexualidad. Para nosotras, el aprendizaje de nuestra sexualidad se realizó desde la represión, la manipulación y el chantaje, dificultando sobremanera nuestro empoderamiento sexual y exponiéndonos a vivir situaciones de opresión, de vejaciones y violencias.

Hemos crecido desconociendo  cuáles eran  nuestros derechos sexuales y no son pocas las que nos cuentan que a partir de la menopausia han renunciado a su vida sexual.  Cuando hablamos de derechos sexuales, hablamos de derechos humanos.

DERECHOS SEXUALES

Los derechos sexuales se refieren a “poder decidir cuándo, cómo y con quién tener relaciones sexuales, a vivir la sexualidad sin presiones ni violencia, a que se respete la orientación sexual y la identidad de género sin discriminación, a acceder a información sobre cómo cuidarse, y disfrutar del cuerpo y de la intimidad con otras personas. Todas las personas tenemos derecho a disfrutar de una vida sexual elegida libremente, sin violencia, riesgos ni discriminación”. A cualquier edad, y como lo deseemos, aprendiendo a explorar lo que tenemos ganas de explorar con la mayor libertad posible, respetando nuestros deseos.

Y de la mano del ejercicio de nuestra sexualidad va cómo es la relación que establecimos con nuestros cuerpos. Sin dudas el patriarcado también ha hecho lo suyo aquí. Y  las consecuencias que tienen estos aprendizajes y esta socialización sobre nuestra salud mental, física y sexual son enormes.

MITOS, PREJUICIOS Y PRESIÓN SOCIAL

Desde pequeñas crecemos con el imperativo de ser atractivas siempre. Y  partimos de la base de que nuestro cuerpo no lo es. Que debemos acomodarlo, modificarlo para que se asemeje lo más posible a al estereotipo bello que nos venden por todos lados, agotándonos en el intento.

Como nos dice la filósofa española Ana de Miguel: “… La inmensa mayoría de las mujeres, por no decir todas, tenemos una insatisfacción corporal. Valoramos negativamente nuestros cuerpos y nuestras características físicas, lo que nos genera grandes malestares. Nuestros cuerpos acaban siendo así, para nosotras, un elemento central de nuestras vidas. Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a intentar suplir esa insatisfacción corporal. Pero en vez de hacerlo trabajando sobre la visión que de nosotras mismas tenemos, lo hacemos maltratando nuestro cuerpo con multitud de procedimientos químicos, dietas insanas, intervenciones quirúrgicas… que afectan a nuestra salud física e integral”.

Es de esperar que el ejercicio de nuestra genitalidad se vea afectado si a los mitos y prejuicios con los que crecemos le añadimos las presiones sociales sobre nuestros cuerpos.

VIDA SEXUAL Y RELACIÓN CON NUESTRO CUERPO

Hemos avanzado en  múltiples aspectos de nuestras vidas, nos hemos empoderado a nivel colectivo en la esfera pública. Sin embargo, frente al espejo, mirando nuestro cuerpo real, alejado obviamente del irreal estereotipo nos sentimos empequeñecidas, incompletas, falladas. Gastamos ingentes cantidades de dinero para modificarlo y acercarlo a ese modelo inexistente.

Desde este espacio nos preguntamos: ¿cómo tener una vida sexual sana cuando la relación con nuestro cuerpo está dañada? Hay mucho por hacer, las invitamos a pensarlo.

- Publicidad - spot_img