Un adolescente de 14 años fue asesinado de un disparo en la cabeza cuando estaba adentro de su casa en la ciudad de Rosario.
El hecho se produjo en un pasillo de viviendas precarias en la calle Ayacucho al 6700, zona sur de la ciudad donde, al parecer, el homicida llamó a la víctima por su nombre y cuando el niño se asomó, fue baleado.
Según relataron los vecinos, el asesinato se habría producido en medio de un contexto vinculado al narcomenudeo que afecta a toda la barriada, pero en relación a este crimen brindaron versiones distintas.
En lo que va del año, en el departamento Rosario ya se produjeron 20 homicidios con víctimas menores de edad.
El adolescente fue identificado como Adriano Palacios, de 14 años, quien vivía con su madre y hermanos más chicos en una casa muy humilde.
Luego del crimen, la familia abandonó la vivienda y en el interior dejaron unos muebles, dos camas y una mesa sobre la cual quedó una gorra azul con visera roja que era de la víctima.
Justamente con esa prenda el adolescente había posado en junio para tomarse una foto y actualizar por última vez su perfil de Facebook y, a centímetros, de la gorra quedó también un enorme charco de sangre.
Los vecinos de este punto del barrio Molino Blanco afirmaron que a Adriano lo conocían todos y que el asesinato se produjo en el marco de un contexto de violencia vinculada al narcomenudeo.
Algunos testigos señalaron que el adolescente había quedado solo en la casa, donde vendía drogas bajo las órdenes de un grupo determinado que había entrado en conflicto con otro por la disputa de ese punto de venta.
Otros aseguraron que el chico y su familia habían sido desalojados de esa casa por una banda muy nombrada en la zona en el último tiempo y que, unos días atrás, Adriano había vuelto para recuperarla, por lo que fue asesinado como una represalia ante ese intento.
En ese sentido, vecinos remarcaron que es habitual allí que haya familias desplazadas de sus viviendas por bandas narco que las utilizan como punto de acopio o de venta de drogas.
Adriano murió de un balazo certero en la cabeza y, según la versión preliminar difundida por el Ministerio Público de la Acusación (MPA), el crimen fue cerca de las 20:00 del domingo cuando al chico lo llamaron por su nombre y al salir le dispararon en la cabeza.
Sin embargo, por lo visto en el lugar del hecho se ve que Adriano recibió el disparo dentro de su casa, donde cayó al piso y murió en el acto dejando un enorme charco de sangre.
En el lugar los peritos encontraron ocho vainas servidas calibre 9 milímetros.
Al revisar el cadáver, por las características de la herida, el médico mencionó la posibilidad de que el disparo haya sido efectuado con el arma apoyada en la cabeza de la víctima.
Por su parte los vecinos de la zona sugirieron que el homicida llamó al chico por su nombre y que le tiró desde una ventana que da al pasillo.
“Después antes de irse dispararon para todos lados como para meter miedo”, contó un joven al diario La Capital de Rosario.
Fue así que en el pasillo, sobre la pared de un kiosco y sobre unas chapas, quedaron las marcas de esa ráfaga de tiros que los agresores efectuaron antes de darse a la fuga.
La causa es investigada por el fiscal de Homicidios de Rosario Ademar Bianchini.