Tormenta, feroz, descuido de un tender o escapando de algún marido celoso, la cuestión es que el calzón apareció ahí, en la calle, en Mitre y 9 de Julio, abandonado, tendido, perdido, buscando a su dueño como aquel que extraña sus raíces, esperando cual cenicienta que se lo vengan a probar y a quien le quede se lo lleve.