A las 2:05 del domingo 3 de mayo de 1987, en un show llevado a cabo en la en la disco Highland Road, se produjo una de las tragedias imborrables para la memoria histórica de San Nicolás. Esa noche, unas 2500 personas copaban el lugar. Cuando Soda Stereo estaba tocando Persiana Americana, de repente se desprendió un balcón donde había unos 200 fanáticos, y la noche terminó con cinco muertos, todos aplastados. Más tarde se supo que el boliche estaba habilitado solo para 1500 personas, pero esa capacidad máxima había sido sobrepasada.
De la redacción de EL NORTE
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La presencia de Soda Stereo en San Nicolás resultaba una fiesta sin precedentes tanto para el público local, como para el de los pueblos cercanos. La banda ya había actuado en el lugar dos años antes, sin ningún tipo de contratiempos. En 1987, en cambio, la banda se encontraba en su pico máximo de popularidad lo que suponía una presencia mayor de público que la vez anterior.
Cinco minutos pasadas las dos de la mañana del domingo 3 de mayo, Soda Stereo irrumpió en el escenario de la discoteca ante el griterío de los fanáticos. Signos, el tema que daba nombre justamente a su último trabajo discográfico, fue el encargado de abrir la noche. Gustavo, Zeta y Charly recibieron el aplauso del público por una versión sin fallas de uno de los mejores registros de la placa del grupo.
“Terminamos de tocar el primer tema. La gente aplaudió muchísimo. Entonces presenté Persiana americana”, relataría Cerati tiempo después. “Expliqué que ese tema estaba incluido en nuestro nuevo álbum y empezamos con la introducción… Es una introducción muy lenta”, agregaría Charly Alberti. “Es una introducción que no tiene nada que ver con el ritmo que adquiere el tema después”.
“La gente no estaba demasiado exaltada”, explicaría Zeta Bosio. “No estaba como en otros temas que salta y cosas así. Yo veía que los chicos se movían de un lado para el otro, pero creía que hacían avalanchas para poder vernos mejor, y que tiraban cosas, pero no…”.
El inicio de la fatalidad
Lo primero que cayó, causando una gran explosión sonora, fue una de las torres de iluminación que se ubicaban a un costado del escenario. Apenas segundos después, y al escuchar el ruido, los jóvenes del balcón (de apenas un metro y medio de ancho, y cuatro de largo) se asomaron para ver qué sucedía, lo que provocó una avalancha y el posterior derrumbe con el trágico saldo de cinco jóvenes fallecidos que estaban en planta baja, junto a decenas de heridos.
“Era mi tercer show con la banda”, recordaría Daniel Sais, tecladista de Soda Stereo. “La torre de luces cayó de mi lado, lento. Cuando cedió el balcón vi montones de chicos saltar del primer piso y caer sobre los que estaban abajo”.
Por cómo estaba dispuesto el escenario, Gustavo y Zeta tenían las luces que les apuntaban justo de frente, por lo que no pudieron observar con claridad qué estaba sucediendo. Igualmente percibieron que algo espantoso ocurría, por los gritos, las corridas y los pedidos de ayuda de la gente. Inmediatamente se habilitaron las salidas hacia la calle, y poco a poco se fue vaciando el lugar.
Gustavo, asustado, se asomó al borde del escenario dejando su guitarra a un costado para ver si podía ayudar a alguien. “Intenté ver si alguien estaba lastimado, pero no pude identificar a nadie. Solo veía un mar de brazos pidiéndome ayuda. Yo no tenía conciencia de que en ese momento se estaba cayendo todo. Fue terrible”.
Momento límite
Zeta y Charly lo acompañaron y empezaron a tomar de la mano a muchos chicos para subirlos al escenario y atenderlos en el camarín de la banda, que ya se había transformado en una enfermería improvisada. A medida que pasaban los minutos, el grupo tomaba conciencia de que se trataba realmente de una tragedia, que incluso había dejado su marca en parte del staff. “Las luces se iban encendiendo y veíamos a muchos chicos en el suelo, quejándose”, relataría Cerati. “Había mucha sangre, por todos lados. Un espectáculo dantesco”.
“En un momento nos vinieron a sacar del escenario y pasamos entre los escombros”, detallaría Daniel Sais. “Nos gritaban ‘no miren, no miren’…, pero fue imposible no mirar. Fue muy fuerte y penoso”.
Llegaron enseguida los bomberos, las ambulancias y los policías provinciales y federales. Tras el arribo de José María Bonacifa, el jefe de la Unidad Regional, quien junto con su gente se encargó de socorrer a las víctimas, el grupo decidió volver al hotel para no entorpecer la labor de los equipos de rescate.
Causa penal
Se abrió una causa penal a cargo del juez de Primera Instancia, el Dr. Abel Di Lorenzo, quien rotuló el caso como «Muertes y lesiones por accidente» tras hacerse presente en el lugar aquella misma noche. Enseguida, también, comenzaron las acusaciones y opiniones cruzadas buscando embarrar la cancha. El grupo aceptó dar entrevistas ya en la tarde del lunes 4 en su sala de ensayo de Buenos Aires, recibiendo a la prensa, para dejar en claro su postura frente a la tragedia.
Zeta Bosio aprovecharía para criticar a quienes habían comenzado a lanzar datos sin fundamento por los principales medios de comunicación. “No se puede tomar este tema con la ligereza con la que lo han tomado muchos medios. No había 3000 personas en ese lugar. No podía haber tanta gente porque no alcanzaban los metros cuadrados. La discoteca tendría una capacidad para 1500 personas. Allí habría 500 más. Pero no hay que exagerar. No estamos hablando de un derrumbe provocado por gente exaltada al final de un recital. Estamos hablando de un derrumbe que se produce en la introducción lenta del segundo tema del recital. El derrumbe podría haber ocurrido durante la actuación de un cantante de boleros muy famoso. No pongamos al rock siempre en el medio”.
La disco
La discoteca era un antiguo hotel. Norberto Nassif y Norma Parolin, los dueños, habían decidido remodelar las instalaciones a mediados de 1984 con el proyecto de los arquitectos Salcedo, Flaconner y Flores Abellán. El mismo fue aprobado por la Municipalidad local, y contaba con los papeles correspondientes para su habilitación como discoteca. Sin embargo, aquella noche Nassif decidió vender más entradas que las permitidas legalmente.
El lunes 4 de mayo, y ante la Justicia, Nassif declararía lo contrario. “No había más de 650 personas en la discoteca”, dijo. Justificaría dicha cifra con el valor de los tickets.
Por su parte, y ante los medios, Gustavo Cerati explicaría: “Nosotros no podemos determinar quién es el culpable. Pero una cosa debe quedar clara: estas cosas ocurren una vez, pero no deben ocurrir nunca más. Lo que sabemos es que ese entrepiso se vino abajo y mató a cinco chicos. Hirió a mucha gente. Y estas cosas no suceden por casualidad. Para todos los que no saben cómo se maneja un grupo de rock, es bueno decir que no ganamos más dinero porque la gente llene un boliche. Nosotros ganamos por comisión. Cobramos un cachet fijo. Por eso no somos responsables de esta tragedia. Lamentablemente fuimos una víctima más”.
Los nombres
Una semana después, Soda Stereo presentaría Signos en Obras Sanitarias en un recital sin lujos, en homenaje a las cinco víctimas de la tragedia de San Nicolás: Miriam Coronel, Walter Marum, Daniel de Cristófalo, Gabriel Gentilli y Daniel Verdera quienes recibirían, además, la dedicatoria especial de la banda en el arte interno del disco Ruido blanco.
Por su parte, la discoteca estaría clausurada durante un par de años. Nassif, su dueño, quien no fuera imputado penalmente por lo sucedido, y en un final también trágico, sería asesinado junto a su pareja de un balazo en la cabeza en su casa en febrero de 2005.