La belleza personal de María y nuestra vocación
Por monseñor Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás
Hoy celebramos a la Inmaculada Concepción, esta Solemnidad pondera que María no ha sido corrompida por el pecado, por eso Ella inaugura una nueva belleza personal que salva al mundo, a la que todos podemos acceder por el bautismo y la confirmación. ¿Cuál es la diferencia entre María Santísima y nosotros, diferencia que se puede superar por la gracia del bautismo?
Mientras nosotros tenemos una mente que está teñida de oscuridad por el pecado, María tiene una inteligencia luminosa atraída solo por la verdad, que nosotros también podemos llegar a tener si secundamos la gracia del bautismo que nos regaló al Espíritu Santo. Mientras nosotros por el pecado muchas veces tenemos una mala voluntad que nos impide concretar lo bueno, María por su Inmaculada Concepción goza de una voluntad siempre atraída por todo lo bueno sin mezcla de maldad, buena voluntad que nosotros también podemos llegar a tener secundando la gracia del bautismo. Mientras que nosotros tenemos un corazón al cual el pecado le distorsionó la atracción por la belleza, María es atraída por la belleza personal de Dios Padre, del Espíritu Santo y de Jesús, a la que nosotros también podemos ser atraídos. Por eso María, con su inmaculada belleza personal, inaugura una nueva estética que salvará al mundo, y nos indica el camino para dejar de lado la apariencia, lo superficial, lo vano, para descubrir que la belleza de las personas está en su interior, en la luminosidad de la inteligencia atraída por toda la verdad, en la buena voluntad que concreta el bien, en la belleza personal que atrae.
Consecuencias para la vida
Para ser instrumentos de una nueva estética que salvará al mundo, María nos invita a dejar la fealdad de la violencia y el maltrato para dejarnos atraer por la belleza de la acogida y la cordialidad en nuestras relaciones humanas. Dejar la fealdad del individualismo egoísta que aísla y nos deja solos, para vivir la belleza de la integración, el diálogo y el encuentro. Dejar la fealdad de la mentira y las falsas promesas que generan escepticismo para acoger la belleza de ser hombres y mujeres de palabra, que concretan lo que prometen. Darnos cuenta de que más que cuidar la propia imagen y la belleza externa tenemos que ser “personas” bellas como María, personas de inteligencia luminosa, dotadas de una voluntad buena y atraídas por la belleza profunda de la gente. Dejar la fealdad de la indiferencia y la insensibilidad para cultivar la belleza de la empatía que nos hace poner en el lugar del que sufre y darle una mano. Dejar la fealdad del activismo que genera estrés, nerviosismo, nos hace olvidar de las personas y genera orfandad, para dejarnos atraer por la belleza de quien se detiene para dialogar, acompañar y acoger. Dejar la fealdad de cuidarnos tanto a nosotros mismos porque eso nos hace insensibles e indiferentes, para dejarnos atraer por la belleza de cuidar a los demás, especialmente al que se siente solo, está deprimido, enfermo, preso, angustiado o esclavo de las adicciones, con la confianza de que Dios nos cuida a nosotros con una sinigual ternura de Padre.
En esta nueva Solemnidad de la Inmaculada Concepción celebramos la belleza atrayente del corazón de María, porque es la belleza de Dios que, no sin su “hágase” mediante, se hizo carne en Ella. Por eso nos muestra el camino diciéndonos: «Hijitos, díganle “no” a la falsa atracción y a la fealdad de la violencia, el individualismo, las falsas promesas, la indiferencia, la insensibilidad, el activismo, la vanidad y el autocuidado. Cultiven más bien la belleza personal que es la más valiosa y la que dura en el tiempo; cambien la fealdad de la violencia en la mirada por la belleza de una mirada de ternura que se compadece y acaricia. Díganle “sí” a la atracción de la belleza de Dios en Cristo».
Que una nueva estética salvará al mundo significa que el mundo cambiará atraído por la belleza de Dios que resplandece en el Rostro y el Corazón de María y puede resplandecer también en nuestras personas. Que Dios te bendiga, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Buen domingo.