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lunes, noviembre 18, 2024
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Las parejas que más duran practican la teoría de la cebolla: qué es y cómo aplicarla en tu relación

Ilustración

“Nunca mucho costó poco”. Esta sentencia de Miguel de Cervantes puede aplicarse a infinidad de cuestiones de la vida, por lo que el amor no iba a ser menos. El tema universal por excelencia ha inspirado millones de poemas, canciones, películas, manuscritos, obras de teatro… llenos de dudas, alabanzas, penas y llantos de amores perdidos. Pues, ¿acaso existe una clave para que una relación dure para siempre?

En materia de relaciones interpersonales (ya sea parejas, amistades o familias) no existe una varita mágica que pueda asegurar que nunca se vayan a romper. Sin embargo, es evidente que para que una relación funcione es necesario un esfuerzo constante y diario. En la década de 1970, los psicólogos Irwin Altman y Dalmas Taylor desarrollaron una teoría, conocida como la teoría de la cebolla, a la que se adhieren las parejas más felices.

La teoría de la cebolla ofrece un enfoque interesante para comprender cómo las parejas más felices construyen y mantienen vínculos sólidos y duraderos. Inspirada en la estructura de esta planta, propone que las relaciones deben desarrollarse capa por capa, avanzando de forma gradual y consciente hacia niveles más profundos de intimidad y comprensión.

Cada capa de la cebolla representa un aspecto diferente de la relación, desde los fundamentos iniciales hasta las profundidades emocionales que únicamente se alcanzan con tiempo, paciencia y esfuerzo mutuo. Al igual que una cebolla, una relación exitosa requiere atención tanto para preservar las capas esenciales como para eliminar aquellas que ya no son útiles o que pueden ser dañinas.

La teoría de la cebolla divide las relaciones en diferentes niveles, cada uno de los cuales simboliza una capa que las parejas deben trabajar para alcanzar y mantener. La primera capa es la de la atracción y el conocimiento básico, cuyo nivel representa los primeros pasos de una relación, donde predominan la atracción física, la química inicial y el interés mutuo. En esta etapa, las parejas comparten información básica sobre sí mismas, como gustos, pasatiempos y antecedentes. Aunque esta capa puede parecer menos profunda, es crucial para establecer un punto de partida y evaluar la compatibilidad inicial.

Una vez que se supera la superficie, las parejas comienzan a explorar sus emociones y sentimientos. Esta segunda capa implica compartir vulnerabilidades, expresar deseos y abrirse al otro de una manera más auténtica. Aquí es donde se construye una conexión emocional más fuerte y la confianza desempeña un papel central.

En la tercera etapa, las parejas abordan temas más profundos, como sus valores, creencias y objetivos en la vida. Compartir y discutir estos aspectos es esencial para establecer una base sólida y garantizar que ambos estén alineados en aspectos fundamentales, como la visión del futuro, la familia o las prioridades personales.

La cuarta capa es la del compromiso, la decisión consciente, que simboliza el momento en que las parejas deciden comprometerse mutuamente y trabajar activamente en su relación. Esto implica tomar decisiones importantes juntos, apoyarse en momentos difíciles y priorizar la relación frente a otras distracciones externas.

El nivel más profundo de una relación, según la teoría de la cebolla, es la interdependencia saludable. Aquí, las parejas han desarrollado una conexión tan fuerte que pueden apoyarse mutuamente sin perder su individualidad. Este equilibrio entre dependencia emocional y autonomía personal es el indicador de una relación verdaderamente madura.

Cómo aplicar la teoría de la cebolla en una relación

Para aplicar esta teoría en la vida diaria, las parejas pueden seguir algunos principios clave recomendados por los psicólogos:

Avanzar gradualmente: no apresurarse para llegar a niveles más profundos sin haber fortalecido las bases de la relación.

Practicar la comunicación abierta: hablar sinceramente sobre sentimientos, expectativas y necesidades en cada etapa.

Estar dispuesto a ceder y reajustar: reconocer que las relaciones evolucionan con el tiempo y que las dinámicas pueden necesitar cambios.

Fomentar la confianza: construir una base sólida de confianza para facilitar la exploración de capas más profundas.

Valorar la individualidad: mantener un equilibrio entre el tiempo juntos y el espacio personal para promover una interdependencia saludable.