Al cumplirse tres años de la Ley de Etiquetado Frontal, desde el Colegio de Nutricionistas bonaerenses analizaron avances y desafíos de esa normativa que, entre otros aspectos, propone colocar un sello octogonal negro con las advertencias sobre exceso de nutrientes críticos.
Por ejemplo, desde el Colegio afirman que todavía hay provincias que no reglamentaron completamente la normativa, lo que limita su impacto en la vida cotidiana de la población, como así también, algunas empresas modificaron sus productos para evitar los sellos de advertencia, pero sin mejorar realmente su calidad nutricional.
“Este tipo de prácticas hace imprescindible la necesidad de fortalecer los controles y promover una mayor transparencia en la industria alimentaria”, indicaron.
En ese sentido, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires sostuvo que “es necesario problematizar la implementación de la ley desde una perspectiva integral, que incluya la soberanía alimentaria y la garantía del derecho a una alimentación de calidad”. Y agregó: “Las y los nutricionistas, tanto desde el ámbito clínico como desde la gestión y la educación, debemos continuar trabajando para que la ley no se vea como una simple herramienta punitiva, sino como una oportunidad para construir entornos alimentarios más saludables y conscientes”.
La Ley 27.642, sancionada en 2021, es una normativa fundamental para garantizar el derecho a la salud y la información nutricional adecuada para las y los argentinos.
A través de su sistema de etiquetado frontal, esta norma ha permitido que los consumidores puedan identificar fácilmente el exceso de nutrientes críticos en los alimentos envasados y bebidas sin alcohol, como azúcares, sodio, grasas saturadas y calorías, promoviendo una alimentación más saludable.
Asimismo, se convirtió en una herramienta clave en la lucha contra las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes y la hipertensión, que afectan cada vez más a la población general.
En un país como Argentina, donde el consumo de alimentos ultraprocesados viene creciendo significativamente en las últimas décadas, el etiquetado frontal brinda información vital para que los consumidores puedan tomar decisiones más informadas y responsables sobre lo que consumen.
Sin embargo, el hecho alimentario es complejo y va más allá de las elecciones individuales. En contextos de vulnerabilidad social, donde el acceso a alimentos saludables puede estar limitado, las decisiones sobre qué comer no siempre son voluntarias ni están guiadas por la disponibilidad de productos saludables. Por ello, es fundamental que las políticas públicas aborden estas desigualdades, garantizando que todos los ciudadanos, independientemente de su situación económica, puedan