El uso de tarjetas de crédito y la compra de bienes de la canasta básica figuran entren las principales razones de endeudamiento (superan entre ambos el 60%) seguido del pago del alquiler (25%) y la necesidad de saldar deudas previas (24%). “No hay libertad si nos tenemos que endeudar para comer”, aseguraron desde Ni Una Menos, organización que promovió la encuesta.
De la Redacción de EL NORTE
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Las mujeres que crían solas hacen malabares para sostener las economías domésticas. Alimentos, urgencias médicas y atrasos en alquileres se encuentran entre los principales destinos de una deuda que escala al 70 por ciento de los hogares monomarentales.
De acuerdo con los primeros resultados de la Encuesta de Endeudamiento de Hogares Inquilinos por Género, las tarjetas de crédito siguen siendo la fuente más importante de endeudamiento (más del 38,7%), considerando además el impacto negativo de los intereses desregulados desde el DNU 70/2023. Le siguen la necesidad de comprar bienes de la canasta básica alimentaria (30,2%), el pago del alquiler (24,7%) y para saldar otras deudas (23,5%) en los hogares con jefatura femenina.
PRIVACIÓN DE ACCESO A BIENES
Según el informe realizado por el espacio Ni Una Menos, en tales hogares monomarentales se observa, sobre todo desde 2018, un mayor impacto del sobreendeudamiento, en tanto que “hoy ya han alcanzado un límite en términos de la capacidad de asumir deudas”. Esto se refleja a su vez en la privación del acceso a determinados bienes y hasta en la población con menores ingresos que, directamente, termina por saltearse algunas comidas diarias y, en el caso de los hogares inquilinos, deben mudarse a lugares donde el alquiler sea más barato, relegando distancias y condiciones de infraestructura y servicios básicos.
Asimismo, ´los hogares sostenidos por mujeres recurren, generalmente, a canales más informales de crédito con altas tasas y condiciones poco claras´. Dentro del grupo de hogares inquilinos endeudados, el 51,6% no tiene solo un acreedor, sino que posee deudas con dos, tres o más entidades al mismo tiempo, combinando deudas con tarjeta de crédito, plataformas y otras modalidades informales, préstamos de familiares y/o amigos. En cuanto a la entidad acreedora se destacan en primer lugar los bancos emisores de tarjetas de crédito, en un 62,5% de los casos. Le siguen el endeudamiento con familiares y el círculo cercano (32,3%), banco por préstamo personal (21%) y empresas de plataformas como MercadoPago, Ualá, entre otras (16,3%).
El informe mencionado relevó que a nivel general, el 55,4% de quienes están endeudados no conocen la tasa de interés que paga por las deudas que contrajo. En particular, “aquellas personas que indicaron endeudarse principalmente con billeteras virtuales y plataformas de créditos, con familiares y amigos y con medios informales son quienes desconocen la tasa de interés a pagar”.
EN AUMENTO
De acuerdo con los últimos datos trimestrales de la Encuesta, “el endeudamiento sigue en aumento en tanto alcanzó al 64% de quienes alquilan cuando en enero ese porcentaje había sido de 53,1%, y los hogares monomarentales son los más endeudados, llegando al 70%”.
El endeudamiento para pagar las tarjetas de crédito aparece en el 38,7% de los hogares sostenidos por mujeres (supera al 50% en el total). En segundo lugar, se presenta la necesidad de pagar alimentos en casi un 38% y la deuda para pagar el alquiler junto con otro tipo de deudas son mencionadas por encima del 20%.
CONSECUENCIAS Y CONTEXTO
En el caso puntual de los hogares inquilinos, “la mayoría se endeuda para pagar deudas del mes anterior, entonces ello en muchos casos ya está significando que esas mujeres tengan que mudarse o irse al hogar de la familia o en las grandes ciudades terminan trasladándose a vivir en las periferias por no poder sostener el alquiler, es decir, hay un efecto concreto que no es solo el de acumulación de deudas, sino también es el de expulsión de las ciudades o, en el caso incluso de mujeres que viven en asentamientos informales, directamente existe la posibilidad de quedar en situación de calle”.
Lo anterior se vincula, además, con ´las desigualdades estructurales que enfrentan las mujeres cuando se insertan en el mercado laboral, que se agravan en una coyuntura de recesión que aumenta la precarización y la pérdida de fuentes de trabajo en la economía, sobre todo de aquellos sectores de mano de obra intensivos y más dependientes del mercado doméstico, donde más suelen insertarse las trabajadoras que ya ni siquiera se endeudan para financiar un viaje, sino para hacer frente a los gastos para la reproducción de la vida (cargas de cuidados, alquileres, salud, educación, etc.)´.
Así, todo este panorama impacta de forma más cruda en los hogares monomarentales, dada la relación estrecha entre las desigualdades laborales, con empleos más precarios e informales, el incumplimiento de la cuota alimentaria de progenitores, la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos y el inicio de ciclos viciosos de deuda para sostener la vida cotidiana que plantean la necesidad de dimensionar el problema del sobreendeudamiento de las mujeres, sobre todo de aquellas jefas de familia, ´así como el impacto de las decisiones del Gobierno nacional y la ausencia de políticas públicas´. El programa Potenciar Trabajo, por ejemplo, desde hace meses quedó congelado en 70.000 pesos, en un marco de aumentos permanentes de bienes y servicios.