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jueves, octubre 31, 2024
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La primera exportación como el puntapié inicial de la industria

LA FECHA ALUDE A UN HECHO REGISTRADO HACE MÁS DE 400 AÑOS

El 2 de septiembre de 1587, se produjo la primera exportación de productos del país al exterior. Fueron tejidos y harinas de Santiago del Estero que viajaron a Brasil. Zarpó del fondeadero del Riachuelo la carabela San Antonio, al mando de Antonio Pereyra. Oficialmente, en nuestro país, se celebra esa fecha desde 1941.

El 2 de septiembre de 1587 zarpó del Riachuelo la carabela San Antonio. ILUSTRACIÓN

De la Redacción de EL NORTE
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En nuestro calendario oficial, el 2 de septiembre se celebra el Día de la Industria en conmemoración de aquel día de 1587 cuando se produjo “la primera exportación argentina al exterior”. Ese 2 de septiembre de 1587 zarpó del fondeadero del Riachuelo la carabela San Antonio, al mando de Antonio Pereyra, con rumbo al Brasil.

La nave llevaba en sus bodegas un cargamento fletado por el obispo del Tucumán Fray Francisco de Vitoria. Eran tejidos y sacos de harina producidos en la por entonces próspera y productiva Santiago del Estero. Pero ocultos en su interior, también cargaba barras de plata provenientes de Potosí, cuya exportación estaba prohibida.

A pesar de tratarse de un acto de contrabando y comercio ilegal, se recuerda este viaje como la primera “exportación argentina” y por eso mismo desde 1941 se eligió el 2 de septiembre para conmemorar este día.

Recién hacia fines del siglo XVIII llegaron a Buenos Aires las primeras manufacturas inglesas, pero la masiva perspicacia de ciertos bienes importados imposibilitó el desarrollo industrial, que debió esperar hasta llegado el siglo XX.

La visión

La llegada de los inmigrantes europeos a América, en el marco del imperio colonial de España, se dio en un entorno de economía todavía artesanal, precapitalista y bastante básica. Aquellos primeros pobladores tuvieron la visión y la voluntad de generar una producción que excediera su propio consumo y el de su mercado interno, para lograr la exportación de sus manufacturas. Y no resultó fácil dar ese primer paso.

Las normas restrictivas del comercio colonial no eran sencillas de superar. Las dificultades que imponían las largas distancias hacían de cada empresa una gesta dificilísima, pues los obrajes, telares y diversos parajes de producción textil se encontraban fundamentalmente en Tucumán y Santiago del Estero, donde se cultivaba el algodón, y los traslados hacia el puerto de Buenos Aires eran complicados y costosos.

Aquellos pobladores tuvieron la pujanza para, desde un primer momento y superada la etapa inicial de subsistencia, pensar en las bondades de una economía autosuficiente y para abrir nuevos mercados con los excedentes de sus manufacturas.

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