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martes, noviembre 26, 2024
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‘LATIDOS ROSA’: EL PRIMER BANCO DE PELUCAS ONCOLÓGICAS EN SAN NICOLÁS

Hace apenas dos meses, un grupo de mujeres voluntarias y pacientes oncológicas comenzaron a reunirse cada jueves en el Club Atlético Sportivo Nicoleño para llevar adelante una honrosa y solidaria labor: confeccionar pelucas para aquellas personas que transitan la patología.

Julieta Clérici
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A principios de agosto, la empatía compartida por un grupo de mujeres las llevó a organizarse para comenzar a responder a una demanda no tratada aún en San Nicolás. Constituyeron así el primer banco de pelucas oncológicas en la ciudad. Cada jueves se reúnen en Maipú 164, entre España y Ameghino, en el Club Atlético Sportivo Nicoleño de 14:30 a 17:30.

Decidieron nombrar a su grupo ‘Latidos Rosa’. “Cada vez que hacemos alguna cortina o terminamos una peluquita, nuestro corazón explota de alegría”, comentó Edith, una de las coordinadoras, en diálogo con EL NORTE. Y agregó: “Son muchas emociones, mucho encuentro, mucho de todo. Es algo que siempre festejamos. Más allá de trabajar haciendo esto que nos gratifica, escuchamos a todas las pacientes que se van acercando. A veces no hace falta hablar, con un abrazo calmás a esa persona. Hay tanto para dar…”.

Esta semana recibieron a Bianca, de ocho años, que arribó al taller por una peluca. “Nos dijo que quería una con pelo largo, así que acá se la estamos haciendo. Va a ser nuestra primera peluca para nena”, indicó Edith.

El procedimiento con el pelo

El cabello tiene que ser de 20 a 25 centímetros, limpio y seco, porque si no, se apelmaza. “Hemos recibido pelo de personas que iban a la peluquería, mojado se hacían una trenza, lo guardaban, y después no nos servía”, aseveró Edith.

Susana, otra de las coordinadoras de ‘Latidos Rosa’, explicó: “Al pelo lo cardamos nosotras, es decir, lo pasamos por un cepillo de acero especial. A veces, también, se hace con un peine fino. Allí queda todo lo que es cortajeado, o pelitos cortos que no sirven. Para lograr las pelucas usamos elástico, tela elastizada, cinta al bies, hilos, tijera, cardador o peine, cabezales que sirven de guía para tomar la medida y armar las pelucas. Obviamente una máquina de coser, y una madera que mide 45 x 24 centímetros, que es donde hacemos las cortinas para poder armar la peluca”.

Desde el grupo de mujeres comentaron que además de las pelucas, también confeccionan turbantes, pañuelos y cascos fríos cuyo fin es evitar la caída del pelo natural. Específicamente son geles que se congelan y se utilizan media hora antes de iniciar el tratamiento.

Con experiencia

“Soy peluquera hace casi 30 años, y mi sueño después de jubilarme era aprender a hacer pelucas para colaborar. Yo no sabía que me iba a encontrar con todo esto tan lindo. Siempre pensé que iba a tener que estudiar en alguna academia para aprender a hacerlas.

Y cuando la otra coordinadora, Susana, que es mi vecina, me comentó de este grupo y me dijo que en algún momento iban a hacer pelucas, le respondí ‘teneme en cuenta por favor’, porque era lo último que me faltaba para cerrar esto que me gusta tanto, que es la peluquería. Y bueno, ni bien me enteré de que esto se iniciaba, nos pusimos de acuerdo y me vine.

Dentro de todo el dolor que significa transitar una enfermedad así, encontramos un espacio de contención. Yo veo a las chicas que tienen una sonrisa siempre, y eso te alienta”, contó Susana Beatriz.

A puro pulmón

Desde ‘Latidos Rosa’ explicaron que su labor es sin fines de lucro, donan todo lo que crean en el taller con el objetivo de “sacarle una sonrisa a una persona que está atravesando la patología”.

Además, poseen un registro con todos los datos de quien se lleva la peluca, que la puede utilizar el tiempo que la necesite.

“No tenemos ayuda de ningún lado. Sí recibimos donaciones, de dinero, materiales. Todas las chicas colaboramos en el taller con lo que podemos. “Tenemos que pagar una cuota en el Club Atlético Sportivo Nicoleño. Entre todas ponemos un poquito hasta llegar al monto a cubrir”, señaló Edith.

Además, comentaron que actualmente están llevando a cabo una rifa para realizarse remeras, guardapolvos y folletería. Las personas interesadas en contactarse con el grupo pueden hacerlo por medio de la cuenta de Instagram: @latidosrosa.

“El rincón del taller” – POR VANINA GOROSITO, VOLUNTARIA INTEGRANTE DEL GRUPO LOCAL

Desde un rincón puedo observarlas, son para algunos luchadoras, guerreras, para otros simplemente, pacientes oncológicas.
Desde un rincón puedo escucharlas, puedo sentirlas, cada una con su historia se entregaron a una misma causa, mujeres hermosas más allá de lo físico, ellas son hermosas porque ven la vida de otra manera, porque te esperan con los brazos abiertos, porque te abrazan al cruzar la puerta y te juntan todos los pedazos sin ellas darse cuenta, te cargan las pilas, te animan, te dan amor, porque es lo mejor que hacen todas juntas.
Desde un rincón puedo observar cómo esa energía llena los espacios, pelo a pelo que van cosiendo es un triunfo para todas, porque todas son una sola, admirables por donde las mires, son una mano amiga siempre dispuesta, son palabra justa en tiempos de tristeza, son las fuerzas por las que recién comienzan.
Desde un rincón puedo observarlas con un poco de música todo es más fácil, con diez minutos de merienda, todo se renueva y las manos me vuelven al trabajo el tiempo que queda.
Desde un rincón puedo observarlas, el taller de las pelucas oncológicas es más que eso, es un taller de sueños, donde no falta el amor, la risa, la emoción y las ganas.

En carne propia

“Yo como paciente oncológica, qué mejor para entender a otras pacientes. El tratamiento de quimioterapia lleva a que la piel y el pelo se castiguen. Dependiendo del tratamiento, la piel queda muy sensible, y se nos cae el pelo. Cuando una paciente oncológica llega al taller, logramos sacarle una sonrisa, mostrándole el antes y el después. Llegan muchas tristes y se van con una sonrisa que ni te imaginas. En una ocasión, hace poco, con una chica lloramos todas desde que llegó hasta que se fue. Yo no podía entender cómo sus hijos la rechazaban al verla sin pelo. Y se fue feliz con una peluca. Su cara se iluminó. Y eso es tan gratificante para nosotras que no te hacés una idea”.
EDITH, coordinadora de ‘Latidos Rosa’

“Hace 9 años y medio que estoy operada de cáncer de mama. Esta es la tercera vez que quedo sin cabello. En un momento quedé sana, empecé un tratamiento naturista y estuve un tiempo bien. Después era muy caro y lejos, en el norte de la provincia de Santa Fe. Hace como tres años y medio de esto, así que no recuerdo el precio ahora. Empecé acá en San Nicolás en la UOM con la Dra. Vanina Binner haciéndome quimioterapia, después fui a Rosario. Me cambiaban los remedios y se me volvía a caer el cabello. Y parece que me mutó al hueso de la columna, entonces no me sale más el cabello porque se cayó tantas veces que el bulbo está debilitado. A ‘Latidos Rosa’ lo conocí por medio de una amiga, me dijo que acá había un taller de pelucas oncológicas. Entonces la llamé por teléfono a Edith y me dijo: ‘¡Venite!’. Así que me enseñaron a hacer cortinas. Soy muy coqueta, no me gusta estar desprolija. Venía al taller siempre con alguna gorrita, y un día las chicas me hicieron sentar y me pusieron esta peluca rubia. Y cuando me vino a buscar mi esposo, él estaba en la puerta y entraba el sol. Yo salí y salieron tres de las chicas para ver qué decía. Y mi marido miraba a ver quién era, no me reconoció y me dijo ‘Busco a Susana’. Cuando me reconoció me dice ‘¡Oh, qué te hiciste! Al ser pelo natural el de estas pelucas, se lavan con champú y crema enjuague, una vez a la semana”.
SUSANA M., paciente oncológica

“Empecé con cáncer de mama en 1995, me lo diagnosticaron a los 45 años. Siempre con mucho tratamiento, muchos estudios. Al principio me trataba en Rosario. Después tuve que venirme a San Nicolás y cambiar de médico por la pandemia. Y hace dos años y medio, tengo metástasis de hueso. Ésta tiene una expectativa de vida de cinco años, más o menos. En este grupo nos súper contenemos. Las que somos pacientes, justamente, tenemos esa paciencia para hacer todos los trámites y estudios. Con mis 74 años, ya no quiero hacerme ningún tratamiento agresivo. Tengo un hijo que se fue a trabajar a Alemania, una hija acá, mi yerno y mi nieto. Pero yo vivo sola, estoy tranquila. Tengo cinco médicos, porque todo el ‘pastillaje’ de estos años derivó en un problema en los riñones y en los intestinos. Tengo también un tumor en la cabeza. Excepto cuando me dijeron la primera vez que tenía cáncer, nunca me vine para abajo. Este grupo es una gran contención, nos reunimos y hacemos peña los jueves a la noche. Y generalmente no se tocan los temas de la enfermedad, sino que nos ponemos a chusmear entre nosotras para distender. Excepto, obviamente, que alguna se esté por operar. Hace poquito falleció una compañera nuestra, de 43 años. Y eso desde luego nos toca, pero seguimos adelante porque este es un grupo que no es ‘normal’, sino que es un grupo con patologías oncológicas y sabemos que en algún momento siempre alguna va a faltar.
STELLA MARIS, paciente oncológica