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jueves, octubre 17, 2024
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Zerbo: la derivación de Ulises Morales “nunca debió haber sido aceptada” por el hospital

El médico cardiólogo que el miércoles fue objeto de una manifestación por parte de familiares y allegados de Ulises Morales, fallecido en febrero en el San Felipe, planteó que el hospital no debió aceptar la derivación del paciente desde el nosocomio de Baradero. “Nuestro hospital no contaba con servicio de Neurocirugía de guardia”, indicó en un descargo que elevó a la Dirección del San Felipe. También sugirió la existencia de un eventual “favor político”.

El caso no es reciente. Está vinculado con una muerte que se produjo en febrero en el hospital San Felipe. Pero esta semana ganó trascendencia pública en virtud de lo que sucedió en la mañana del miércoles: llegados desde Baradero, familiares y allegados del joven fallecido desplegaron una marcha denunciando al Dr. Sebastián Zerbo –que aquella madrugada de febrero estaba a cargo de la guardia de urgencias del San Felipe– por un supuesto “abandono de personas”. También recurrieron a un “escrache”, fijando en postes de alumbrado del centro carteles con una foto y el nombre del médico nicoleño, junto con la inscripción: “Asesino”. 

En diálogo con EL NORTE, el médico indicó que el hospital San Felipe “nunca debió haber aceptado” el traslado de Ulises Morales desde el hospital “Dr. Lino Piñeiro” de Baradero. También señaló la existencia de una eventual “trama política”.

De hecho, ambas consideraciones constan en el descargo que Zerbo elevó a las autoridades del San Felipe. Su versión de lo ocurrido aquella madrugada del 6 de febrero está contenida en ese escrito que el médico acusado presentó hacia fines de marzo a la Dirección Ejecutiva del hospital San Felipe.

El deceso de Ulises Morales, de 26 años de edad, se produjo en la madrugada del 6 de febrero. Oriundo de Baradero, el paciente había sido derivado desde el hospital de esa localidad. Fue ingresado al nosocomio provincial de San Nicolás en el Servicio de Cuidados Intensivos para Adultos “con diagnóstico de intento de autolisis con arma de fuego”, según consta en el descargo del profesional médico.

Zerbo indicó que aproximadamente a las 00:15 de aquella madrugada fue notificado telefónicamente por el director asociado del San Felipe, Mauricio Campanella, acerca de la recepción del paciente en el hospital de San Nicolás. En principio, se habría tratado de una “derivación para interconsulta con el Servicio de Salud Mental” que se programaría para la mañana siguiente, vinculada con “el intento de autolisis y el consumo de drogas ilícitas”. El proyectil, disparado según se cree (la Justicia debe determinarlo) por el propio Morales con un arma calibre 22, ingresó por la zona de su maxilar inferior derecho.

¿Favor político?

Zerbo reconoció haberse negado a recibir al paciente en esa comunicación con el director asociado del San Felipe y explicó que tal decisión obedeció a que “no contaba con servicio de Neurocirugía de guardia, no solo ese día en particular sino en toda la semana”. Recordó además que “muchos especialistas en esa materia han renunciado por estos días”. “Frente al diagnóstico de ingreso del paciente en cuestión, lo primero y principal es la evaluación y eventual intervención neuroquirúrgica del mismo”, amplió el médico en su descargo.

El escrito también deja entrever la posibilidad de que la decisión de la derivación estuviera motivada por un “favor político”. Ocurre que Juan Domingo Morales, padre del joven fallecido, que el miércoles pasado encabezó en San Nicolás la manifestación denunciando a Zerbo, es dirigente del Frente Renovador en Baradero, distrito en el que ejerció como concejal entre 2017 y 2021, electo por la Alianza Un País y presidiendo incluso el bloque que finalmente se denominó “Frente de Todos Baradero”.

En su descargo, Zerbo observó que en el momento en que se decidía la derivación del paciente esos datos no le resultaron “relevantes en lo que atañe a la atención médica de un paciente en urgencias”.

El arribo del paciente

Más allá de esa consideración, el médico acusado prosiguió en su descargo con la reconstrucción de lo sucedido aquella madrugada: señaló que el paciente ingresó al servicio UTI de Adultos entre la 1:45 y las 2:00, “lúcido, afebril y orientado en tiempo y espacio”.

“Ante la agudización de los síntomas de dolor y la dificultad para hablar y tragar, indico analgesia endovenosa e indico una ampolla de Haloperidol endovenoso, medicación que realizamos de rutina en este tipo de pacientes que presentan algún grado de excitación […]. El paciente se estabiliza, se relaja, calma el dolor e intenta conciliar el sueño. Realizo el ingreso, la evolución y las indicaciones médicas y me vuelvo a acostar a la habitación casi contigua […]. Entre 30 y 40 minutos después, me informan verbalmente los enfermeros que el paciente se encontraba excitado y que los quería agredir […]. Por tal motivo y por protección de mis compañeros de guardia, les indico una nueva ampolla de Haloperidol o de Lorazepam endovenosa”, explicó el cardiólogo Zerbo, quien indicó que hasta ese momento el paciente “no presentaba signos de dificultad respiratoria ni mucho menos insuficiencia” y “seguía claramente lúcido”.

El alerta

El relato del médico progresa luego hasta aproximadamente las 2:30 de aquella madrugada, cuando según refiere una enfermera le da un alerta manifestando que “el paciente se encontraba en paro cardio respiratorio”. “Inmediatamente –prosigue Zerbo en la narración de su descargo– recurro a asistir al paciente y me encuentro con que el mismo no palpaba pulso, presentaba livideces y marcada hipoperfusión en todo el cuerpo. Me coloco a la cabecera del paciente para brindar apoyo respiratorio mediante oxigeno por panel y constato que ambas pupilas estaban midriáticas y arreactivas bilaterales. Procedo a la intubación orotraqueal y la misma enfermera que se encontraba masajeando (masajes cardiacos) fue quien me fue a llamar y los otros dos enfermeros estaban al lado de la cama sin prestar servicio alguno, esperando mis indicaciones y asintiendo: ‘Está muerto’. No se encontraba ni el carro de paro ni el cardio desfibrilador al lado del paciente y comenzamos la reanimación del mismo por el lapso de 30 o 40 minutos, sosteniendo yo la vía aérea y la enfermera realizando los masajes cardiacos bajo mi indicación y supervisión”.

Y añade: “Luego del periodo de reanimación citado, se constata el óbito del paciente entre las 3:30 y 3:45 [en el descargo el Dr. Zerbo explica que no cuenta con copia fiel de la historia clínica labrada aquella madrugada, de ahí lo aproximado en los horarios que invoca]”.

“Desidia”

Por último, sobre las declaraciones de los enfermeros, apuntó: “No comprendo la injustificada utilización del término ‘desidia’ y la ‘falta de sensibilidad’ que se me incrimina, porque actúo a conciencia y con la convicción y la seguridad con las que me desempeño habitualmente”.

Alrededor de las 4:00, siempre de acuerdo con la versión de los hechos reconstruida por el médico, llegaron al San Felipe los familiares de Ulises Morales.  “Ellos entienden perfectamente la descripción de la situación y a pesar del dolor, del sufrimiento y la congoja nos dieron las gracias a todos y a cada uno de los integrantes del personal de guardia y comprendieron que al tratarse de una bala calibre 22 el proyectil atraviesa la base de cráneo e impactó probablemente en la masa encefálica o en el centro respiratorio, siendo causal inmediata del deceso”, alegó Zerbo.

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