Una empleada de una panadería de 25 años e hipoacúsica fue víctima de un robo el domingo por la tarde en la localidad de Virreyes y el delincuente, viendo que no conseguía el dinero esperado, decidió encerrarla en el baño, golpearla y pedirle que se quite la ropa.
“Vos quédate ahí, esto es un robo”, fue lo primero que dijo el delincuente al ingresar y, de inmediato la joven, que no quiso dar su nombre por seguridad y miedo, le entregó el dinero que había en la caja, pero el ladrón insatisfecho le pidió su celular y luego que se encerrara en el baño.
La empleada le contó a su mamá que el sujeto la llevó al baño, le arrancó el cinturón, le pegó una piña y le dio un culatazo en la cabeza: “En uno de los golpes le rompió los anteojos y quedó con un zumbido en el oído. La apuntó con un arma y la manoseó”, señaló Vanesa, su madre.
Las imágenes quedaron grabadas por las cámaras de seguridad, fueron difundidas y en las mismas se puede escuchar como el hombre le dice: “Andáte para atrás, sacáte la ropa. Ahorráme tiempo y miráme”.
Ante dicha situación, la joven le suplicó varias veces que se vaya y que no le haga nada ya que es madre de dos hijos.
Después de unos minutos el hombre se retiró del lugar como si nada hubiese pasado y la empleada quedó atada y encerrada en el baño.
Cuando pudo escaparse salió corriendo y solicitó ayuda en un kiosco lindante y en ese momento vio que el delincuente estaba en la parada de colectivos.
A su vez, se puede observar que mientras sucedía el robo y abuso, un patrullero de la policía bonaerense pasaba por el lugar sin poder registrar qué es lo que sucedía dentro de la panadería.
Luego de haber sido atendida por los médicos de la ambulancia la joven y la dueña de la panadería radicaron la denuncia correspondiente: “Le duelen las costillas, tiene los ojos hinchados de tanto llorar”, comentó la mamá de la empleada.
Por este hecho y otros similares en la zona, la familia de la víctima y vecinos organizaron una marcha para pedir justicia y seguridad este viernes a las 18 en la calle Avellaneda y Azcuénaga, en la esquina donde sucedió todo.