Una joven de 20 años reclama para que no se beneficie con prisión domiciliaria al hombre que fue condenado por abusar sexualmente de ella durante su infancia. El sujeto, abuelo de la víctima, había sido condenado por jurado popular a 15 años de cárcel en 2019. Ella reside a pocos metros del domicilio de su abusador y solicita a la Justicia que permanezca en la cárcel.
De la redacción de EL NORTE
[email protected]
Oscar Aquino fue encontrado culpable por abuso sexual gravemente ultrajante agravado por un jurado popular en noviembre de 2019 y condenado a la pena de 15 años de prisión de cumplimiento efectivo. El 22 de marzo pasado, cuando aún no se cumplieron cuatro años del fallo, la joven víctima recibió una notificación informándole que se estaban realizando pericias psicológicas y médicas a su victimario que sumadas a su edad, 69 años, podían lograr que se le concediera el beneficio de la prisión domiciliaria fundamentado en cuestiones de salud. La joven, que reside a pocos metros del domicilio de su abusador, reclama que permanezca en la cárcel.
El 20 de noviembre de 2019, el Tribunal en lo Criminal Nº 1 mediante juicio por jurados declaró por unanimidad culpable a Aquino por los delitos imputados. Días después la jueza Laura Fernández le impuso una condena de 15 años de prisión. Por la parte acusadora actuó la fiscal Franca Padulo junto a Gabriel Ganón por el particular damnificado. La defensa estuvo representada por el abogado Juan Luciano.
Pasados tres años y cuatro meses del fallo, Aquino insiste en el pedido de prisión domiciliaria por cuestiones de salud.
“Quiero estar en paz y que esta lucha termine. Quiero que los familiares de él, que apoyan esto, dejen de hostigar y amenazarnos”.
Karen
La víctima, Karen Trotta (se consigna el nombre completo a pedido de la joven) tiene ahora 20 años, relató a EL NORTE los hechos en primera persona, describió cómo atravesó todas las etapas del proceso buscando justicia y cómo se siente ante la posibilidad de que su abusador cumpla la pena en su hogar.
Los hechos
En diálogo con EL NORTE, Karen relató que empezó a padecer los abusos sexuales por parte de su abuelo materno cuando apenas tenía 7 años. En cada ataque iba avanzando un poco más hasta que a los 14 años intentó violarla. Ése, conforme al relato de la víctima, habría sido el quiebre emocional que permitió después comenzar a contar lo que le estaba pasando.
“Ese momento para mí fue un antes y un después, tanto es así que en la escuela empezaron a notar grandes cambios en mi conducta y empezaron a acercarse y acompañarme. El rol que jugaron en el colegio fue fundamental para mí. Yo iba al secundario del Pompeya, me dieron apoyo psicológico, los profesores buscaban contenerme porque se daban cuenta de que algo pasaba hasta que en una clase de Matemáticas, pude contar mi historia; esto llevó a que empiece el camino para animarme a hablar. La profesora, a la que le estoy muy agradecida, se tomaba un aparte para hablarme, me pedía que confiara en mis padres, que hablara con ellos porque si no, por mi bien, tenía que informárselos y que lo más saludable era que yo se los contara. Mientras eso pasaba, un día dejé la computadora abierta cuando hablaba con la profesora y una de mis hermanas vio el diálogo, se lo contó a mi mamá y ella no dudó un segundo en apoyarme; tampoco mi papá, querían que se supiera la verdad” relató Karen.
Denuncia y acompañamiento
“Inmediatamente hicieron la denuncia. El 21 de octubre de 2017, a mis 14 años, me presenté junto con mis papás a radicar la denuncia en la Comisaria de la Mujer. En el mismo día se hicieron presentes mis primas que relataron hechos similares a los que yo había sufrido y radicaron denuncia por su parte. Se abrió una causa penal, recibí hostigamientos y amenazas, cada episodio quedó asentado. Di mis testimonios a través de la cámara Gesell ante la perito psicóloga Juana Flores fueron muy cuidadosos, muy respetuosos siempre”, manifestó la joven.
“Yo estoy en tratamiento psicológico particular desde que pude hablar; también tuve mucho apoyo por parte de Acase (Agrupación contra el abuso sexual). En algún momento, antes del tratamiento, llegué a cortarme los brazos. Busco contar mi verdad y dejar en palabras que la Justicia considera darle prisión domiciliaria a mi abusador, a la persona que ultrajó mi niñez y sexualidad. Me opongo rotundamente a esto, su condena fue a 15 años, solo cumplió cuatro. Quiero estar en paz y que esta lucha termine. Quiero que los familiares de él, que apoyan esto, dejen de hostigar y amenazarnos. Quiero dejar en claro que tengo miedo de que salga y a la vez miedo por las amenazas constantes también de sus allegados, no me siento libre de vivir mi vida en paz”, expresó.
La joven concluyó: “El mensaje que quiero dejar es que si alguien sufre una situación parecida, busque ayuda, apoyo psicológico, que se refugie en su familia y que hable, que hable. Si no hubiese tenido apoyo psicológico, no estaría acá”.
La línea telefónica 137 brinda contención, asistencia y acompañamiento a víctimas de violencia familiar y/o sexual y de grooming.