Inquieto como en el césped, a Emiliano Vecchio le ha costado avecindarse. Más de una decena de equipos han visto pasar al enganche que en estas horas, después de su notable actuación frente a Rosario Central, puso en duda su continuidad en Racing. “La idea es llegar a diciembre y ver qué hago. Estoy un poco agotado, tengo a mi familia lejos. Intentaré dar lo mío para conseguir lo importante y después veré”, avisó. De concretarse su salida, no sería la primera vez que partiría antes de tiempo. La constancia no ha corrido en paralelo a su indiscutible talento.
Central fue y es su lugar en el mundo, aunque de allí también se marchó dos veces y en ambas, con mar de fondo. En el club rosarino dio sus primeros pasos en las categorías formativas y debutó en primera con edad de quinta división, 10 días antes de cumplir 17 años y en un clásico: fue el 6 de noviembre de 2005 en la derrota 2 a 1 frente a Newell’s en el Parque de la Independencia. Esa tarde, Ariel Cuffaro Russo lo hizo ingresar a los 32 minutos del segundo tiempo por Diego Calgaro. Su estreno en el equipo superior se produjo 38 días antes que el de uno de sus compañeros en la categoría 1988 que luego construyó una carrera estelar: Ángel Di María.
“Vecchio es un fenómeno y juega contra cualquiera. Es uno de los grandes jugadores del fútbol argentino. Lo ponés en la Selección argentina y juega”, lo elogió entonces una gloria del club, Ángel Tulio Zof. Las expectativas depositadas en él eran mayúsculas, pero la transición a la primera le resultó difícil y fue perdiendo terreno, sobre todo cuando Néstor Gorosito estuvo a cargo del equipo. Por entonces, solo quienes recorrían a diario los rincones del club conocían la historia de ese pibe que hacía malabares con la pelota, pero no terminaba de afianzarse.
Fue Vecchio quien la contó tres lustros después. “Mi papá era el sostén de la familia. Cuando él falleció, mi vieja, con mucho esfuerzo, trató de sacarnos adelante. Pero pasamos por todo. Vivimos tres años en una plaza e íbamos al mercado de frutas para comer frutas que estaban tiradas en el piso, y además comíamos de la basura”, reveló el año pasado en una entrevista en el canal IP.
Más allá de sus altibajos, el mediocampista iba a firmar su primer contrato en 2007, pero entonces un intermediario que alegaba ser su representante exigió una suma cercana a los 500.000 dólares, la dirigencia encabezada por Horacio Usandizaga se negó a pagar y Vecchio partió tras haber disputado solo 20 encuentros con la casaca del Canalla (10 como titular) y haber marcado un gol, de cabeza, contra Argentinos Juniors.
El pibe del barrio Acindar de Rosario viajó a España. Hizo una prueba en Real Madrid, pero no quedó; lo intentó en Fuenlabrada y Rayo Majadahonda, y terminó recalando en el Corinthians brasileño. En el gigante paulista no jugó siquiera un minuto y luego de un semestre fue cedido al pequeño Grêmio Barueri. En ese tiempo, llegó a probar suerte en las artes marciales mixtas.
“No jugaba nunca, ni siquiera me ponían en las prácticas de fútbol. Entonces con un compañero, que tampoco era tenido en cuenta, fuimos a hacer artes marciales para mantenernos en ritmo. Estuve cuatro meses entrenando jiu-jitsu, me ofrecieron pelear y acepté”, contó. En total, protagonizó 12 combates, de los cuales ganó nueve. De todos modos, sabía que su universo era el fútbol.
Volvió al país en 2010 y firmó con Defensores de Belgrano de Villa Ramallo, con el que logró el ascenso al Federal A en junio de 2011 (hizo un gol en la final con Estudiantes de Río Cuarto). A principios de 2012 cruzó la cordillera para jugar en Unión Española. Tuvo una muy buena temporada que le valió una transferencia a Colo-Colo, aunque su excursión estuvo a punto de terminar a poco de comenzar, ya que estuvo a punto de ser desvinculado por una situación bastante llamativa: solicitó autorización para viajar a Rosario, según adujo, para el entierro de un hermano que había fallecido, pero en realidad era para celebrar su boda.
“Él (su hermano) está muy mal, pero no está muerto. Estaba pasando por un momento bastante particular. Y solo fui a darle apoyo, a estar con él”, justificó Vecchio. Y sobre su fiesta de casamiento explicó: “Todo estaba previsto desde hacía tiempo. Habíamos cambiado la fecha muchas veces por el tema del torneo y ya no lo podíamos postergarla más”. Por ello, el entrenador José Luis Sierra lo mandó a entrenarse con el equipo filial un par de semanas.
En Colo-Colo obtuvo dos títulos (Clausura 2014 y Apertura 2015) y permaneció 36 meses, el período ininterrumpido de vínculo con un club más extenso de su carrera. Pero terminó yéndose silbado por los hinchas y en conflicto con la dirigencia. “Me hubiera gustado quedarme, pero no seguí porque el presidente me quería pagar una miseria. Esa es la verdad. Creo que merecía otro trato”, se quejó.
Una primera parada de cuatro meses y 11 partidos en el Qatar SC de Doha iniciaron un período de andar errante que incluyó pasos por el Santos brasileño (en el que jugó muy poco), el Shabab Al-Ahli emiratí y el Al Ittihad saudí. En el medio se especuló con un regreso a Central que no se concretó. Por esa negociación frustrada, Vecchio apuntó contra el capitán, goleador e ídolo del Canalla: Marco Ruben. “Yo sé que alguien me bajó el pulgar. Estaba todo cerrado según Paolo Montero (el entrenador de entonces) y los dirigentes. Y, de la nada, se cayó. Ruben era el único que no me quería. Pedí hablar con él y nunca me atendió”, acusó en julio de 2017.
En febrero de 2020 firmó contrato con Bolívar de La Paz. “En mi vida he priorizado los desafíos y este es uno de ellos”, justificó. Pero un mes después, tras disputar siete partidos en el equipo que dirigía Claudio Vivas, regresó a Rosario luego de que el fútbol se paralizara por la pandemia de coronavirus y anunció a través de los medios que se desvincularía porque el club, según dijo, no le pagaría su sueldo completo. Incluso adelantó que su intención era retornar a Chile cuando se reiniciara la actividad.
El 15 de mayo, sus compañeros aceptaron una rebaja salarial por tres meses y él, a la distancia, se opuso. Un día después, el presidente del club boliviano, Marcelo Claure, anunció la salida de Vecchio. Pero no en los mejores términos. “Vamos a hacer cambios profundos y solo se van a quedar jugadores que quieran estar en Bolívar. Primera rescisión: Emiliano Vecchio”, escribió en su cuenta de Twitter.
En esos días de fútbol en pausa, con el pase en su poder, con sus diferencias con Marco Ruben ya saldadas y después de 13 años, pudo concretar su vuelta a Rosario Central: el 10 de agosto firmó un contrato por 18 meses. “Soy feliz porque volví al club de mis amores, del que soy hincha. Desde hace un tiempo venía buscando esta posibilidad, hacía un buen tiempo que Cristian (González, el entrenador) creía que yo podía encajar en su proyecto y se dio naturalmente”, contó entonces.
En su segundo ciclo combinó muy buenos rendimientos, una deficiente preparación física y varias polémicas. La primera ocurrió en enero de 2021, cuando el preparador físico del plantel, Ernesto Colman, abandonó su cargo. “El problema fue con Emiliano Vecchio, con ningún otro jugador. Un capitán debe ser el primero que haga bien al colectivo y no quien se ponga por delante de todos. Nunca pensé que un jugador iba a decir que era él o yo”, lo cuestionó Colman.
Apenas un par de semanas después, el 15 de febrero, durante un partido con Argentinos Juniors se vio envuelto en una discusión con Andrés Merlos que quedó registrada por una cámara y cuyo audio se pudo escuchar claramente por la ausencia de público en las tribunas. “Me dijo que tenía 30 palos verdes”, le contó el árbitro al arquero Jorge Broun, quien intentaba calmar a su encolerizado compañero. “Tengo 20”, le retrucó el mediocampista.
“Le dije que tenía 20 palos. Era mentira. Pero él buscó esa situación porque sabía que había una cámara detrás del arco. Ya nos había faltado el respeto en partidos anteriores y lamentablemente dije lo que dije”, justificó. Y se mostró arrepentido por ese cruce que le valió el apodo de Magnate.
Como casi siempre en su carrera, un ciclo que había comenzado bien terminó opacándose, esta vez a partir de la salida del Kily González luego de una derrota ante Newell’s en marzo de este año. Leandro Somoza, el nuevo entrenador, le comunicó a principios de abril que no jugaría hasta que realizara un trabajo especial de acondicionamiento físico. Por entonces era el capitán del equipo, por lo que la decisión cayó como una bomba.
Desde entonces, solo jugó 25 minutos en la derrota 2 a 1 frente a Huracán el 3 de mayo por la penúltima fecha de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol. Ese día dijo que quería quedarse “muchos años más en Central”. Sin embargo, dos semanas más tarde acordó rescindir el contrato que lo ligaba al club hasta diciembre de 2023. “Se estaba generando una pelea que no le servía a nadie y el más perjudicado era el club. Me fui para no extender una guerra”, justificó.
El 3 de junio firmó contrato por 18 meses con Racing. “Tomo este desafío como el más importante de mi carrera”, aseguró. En estos meses, parte de ese desafío se lo planteó su cuerpo. Debió bajar ocho kilos para ponerse en condiciones y además un desgarro en el gemelo interno de la pierna derecha en un partido con Independiente, el 10 de julio, lo mantuvo inactivo 50 días.
Ahora parece estar recuperando su nivel. Lo dejó claro el viernes, cuando entró a los 10 minutos del segundo tiempo, se hizo cargo del equipo, dio una asistencia, convirtió un gol y fue clave en la remontada ante Central. Sin embargo, después de esa victoria plantó la semilla de la duda sobre su futuro. Vecchio tiene contrato hasta diciembre de 2023, aunque el vínculo incluye una cláusula que le permite rescindirlo a fin de este año. ¿La ejecutará para volver al club de sus amores?
Fuente: Clarín