La colección, que es furor entre las generaciones de jóvenes y adolescentes, incluye a autores como Alejandra Pizarnik, Mario Benedetti, Blanca Varela, Gabriel García Márquez, José María Arguedas, Julio Cortázar, Luna Miguel, Mariana Enriquez, Roberto Bolaño y William Shakespeare, entre otros.
Creada y producida en Perú, una serie de funkos literarios, muñecos coleccionables que actualmente son furor entre las generaciones de jóvenes y adolescentes, incluye los personajes de autores argentinos como Mariana Enriquez, Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik y son un fenómeno en redes sociales.
Todo comenzó en un proyecto que se llama “hartefakto”, un sitio en donde José Troncoso, joven diseñador y poeta de 26 años, empezó a crear tazas, bolsos y remeras inspirados en los memes que su propia comunidad en redes, seguidores del usuario “elhusodelmeme”, le pedían.
Una remera inspirada en “La ciudad y los perros”, otra con la ilustración de la cara de Roberto Bolaño, otras que hacen honor a la obra de César Vallejo. Lo que comenzó como un proyecto comercial basado en la literatura hoy incorpora una serie de funkos, los objetos coleccionables del momento, exclusivamente de personajes literarios.
“La motivación o inspiración surgió cuando exploré el potencial creativo de la inteligencia artificial. Al interactuar con esa plataforma, vi la oportunidad de dar vida a personajes literarios en forma de funkos. Fue una combinación de mi pasión por la literatura y la fascinación por las posibilidades que la tecnología ofrece para expresar la creatividad a través de prompts e instrucciones”, explica a Télam el joven diseñador.
La colección incluye los funkos de Alejandra Pizarnik, Mario Benedetti, Blanca Varela, Gabriel García Márquez, José María Arguedas, Julio Cortázar, Luna Miguel, Mariana Enriquez, Roberto Bolaño y William Shakespeare, y aunque hoy están disponibles para su compra en Perú, México y Chile, Troncoso quiere muy pronto poder llegar a la Argentina.
Según cuenta, la elección de estos personajes literarios va más allá de su reconocimiento. Cada uno de ellos encarna aspectos únicos de la literatura que, según sostiene, resuenan tanto con él como con sus seguidores. “Vallejo, Varela, Arguedas, Cortázar y García Márquez representan la riqueza cultural de la literatura latinoamericana, mientras que con los funkos de figuras contemporáneas, como Mariana Enriquez y Luna Miguel, quise sumarle una perspectiva fresca y moderna”, agrega.
Algunos de los escritores de esta colección son figuras con las cuales Troncoso no había trabajado previamente, por eso tuvo una motivación especial para explorar con la Inteligencia Artificial las formas creativas que tiene esta herramienta.
“El sitio se ha convertido en una especie de “laboratorio”, donde no sólo experimento con productos, sino que también veo cómo mi comunidad responde a diferentes personajes. Es un proceso orgánico de descubrimiento, donde busco que la interacción con mis seguidores impacte en las decisiones creativas y la expansión de los productos literarios”, explica.
La figura de Mariana Enriquez, que lleva en el funko un pequeño ejemplar de “Nuestra parte de noche” en la mano, fue elegida no solamente porque la admira por su impacto en la literatura contemporánea, sino porque además Troncoso tuvo una conexión personal que se remonta a 2015, cuanto tuvo la oportunidad de conocerla en el 2do Festival de la Palabra en Perú, organizado por el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica.
“Con la inclusión de su figura en esta serie de funkos literarios no sólo buscaba celebrar su papel trascendental en la literatura contemporánea, sino también la conexión íntima que tengo con su narrativa. Me alegra saber que desde su cuenta de Instagram ella terminó compartiendo mi publicación”, agrega Troncoso.
En el caso de Cortázar hubo un pedido muy grande de la comunidad seguidora de la cuenta: miles de usuarios de redes querían uno del autor de “Rayuela”, “Casa tomada” y “Bestiario”, entre otras obras.
“Como para tantas personas, Cortázar fue una puerta de entrada a la literatura. Mis primeras lecturas fueron sus cuentos. Mi relación con él se volvió aún más única cuando perdí un ejemplar de ‘Bestiario’ de la biblioteca de mi colegio. La historia dio un giro cuando la bibliotecaria encontró el libro extraviado en un baño y me devolvió el que yo había comprado para reponer. Eso marcó el inicio de una conexión más profunda con su narrativa: leyendo y releyendo Bestiario. Incluirlo en mi post de funkos literarios es una forma de honrarlo”, concluye.