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miércoles, enero 15, 2025
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UNA ADOLESCENTE DENUNCIÓ SER ABUSADA Y RECIBE AMENAZAS: “LA ABUELA TAMPOCO ME CREYÓ”

UNA HISTORIA ESCALOFRIANTE

El silencio cómplice de su abuela, ante el relato del padecimiento por una situación de abuso sexual, llevó a que «M» (de 14 años) mantuviera en secreto el dolor del calvario. Su mamá, apenas tomó conocimiento de la situación, no dudó en la palabra de la joven e interceptó al agresor, que hoy se encuentra en libertad. “Es algo que no podía creer, que pase tanto tiempo y mi propia madre no haya hecho nada”, expresó con dolor Valeria en diálogo con EL NORTE. El hijo del acusado refiere amenazas a la familia, intentando que bajo presión den marcha atrás con la denuncia.

La línea 137 registró en un año 3219 denuncias de abuso sexual hacia niñas, niños y adolescentes en la Argentina.

Carolina Mitriani
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La madrugada del pasado viernes fue conmocionante para Valeria, quien al llegar a su domicilio de barrio ITEC se encontró con un escenario insospechado. Entre lágrimas, su hija, de apenas 14 años, le refirió temor a contar sobre una situación de abuso sexual padecida. “No te voy a decir porque no me vas a creer. Porque la abuela tampoco me creyó”, fueron las primeras palabras que la adolescente expresó, revelando que su abuela había ignorado a voluntad una situación escabrosa.

Sin dudarlo, y mostrando todo su apoyo a «M», Valeria se dispuso a llamar a la policía para anoticiarlos sobre esta presunción de delito contra la menor de edad. Al mismo tiempo, se dirigió hasta el domicilio de su madre, donde encontró también al denunciado, de 38 años. Inmediatamente le solicitó que se levantara y diera explicaciones. “En ese momento lo agarré y le empecé a pegar y pegar. Estaba cegada por la bronca. Un amigo mío, al que le dijeron lo que estaba pasando en la casa, llamó a la policía, porque si no, no sé qué hubiera pasado”. El acusado, «NBE», no pudo salir de la habitación hasta la llegada del móvil policial, porque la mamá de la víctima temía que escapara al verse acorralado por la situación.



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Silencio cómplice

Al dolor propio del padecimiento de «M», tanto la niña como su mamá también deben afrontar el del silencio de la pareja del abusador, quien por omisión resulta encubridora del delito del que se lo acusa. Valeria reitera que la adolescente “le había contado a mi mamá. No quiero hablar con ella porque en ese momento no dijo nada…”, expresa con dolor, sin poder creer cómo calló ante el sufrimiento de su propia nieta.

El primer paso que afrontó la niña, al intentar hablar con su abuela, no resultó nada sencillo. Las personas que padecen abusos sexuales -en cualquier edad- suelen estar condicionadas para dar testimonio o pedir ayuda porque a menudo son amenazadas por su agresor, reciben extorsiones a cambio de silencio, son estigmatizadas o han sido manipuladas para que sientan culpa o vergüenza por lo ocurrido. Por este motivo, es esencial prestar atención a las señales de alerta y brindar un espacio de escucha, contención y acompañamiento a quien pueda estar atravesando una situación de abuso; sobre todo cuando se trata de niños o adolescentes.

«M» no encontró en su propia abuela este refugio que cualquier adulto, en especial al tratarse de un familiar de confianza, debería brindar a una menor de edad. Su madre, anoticiada por esta negativa a ofrecer ayuda, se dispuso a buscar todos los caminos viables para que la adolescente transite su vida lo mejor posible y encuentre justicia. Tanto es el deseo de bienestar y seguridad, que ha decidido por el momento mantenerla alejada de la ciudad para su resguardo.



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Calvario sostenido

En diálogo con la menor, Valeria pudo conocer que los episodios de abuso contra su hija fueron repetidos. Al comienzo de la pandemia sucedió el que habría sido el primer hecho, cuando la adolescente explicó a su abuela lo vivido, quien le contestó que “ella se ocupaba”.

En la denuncia, presentada en la Comisaría de la Mujer, se atestigua que el sujeto había avanzado sobre la niña expresando intenciones de charlar, diciéndole que la notaba triste, para tocarla sin su consentimiento; algo que generó mucho temor e incomodidad en «M».

Amenazas

Luego del episodio que puso a Valeria al tanto de la situación, y la motivó a avanzar en las denuncias pertinentes, la policía solo tuvo demorado a «NBE» en la Comisaría Primera, quien recuperó prontamente la libertad. “Era obvio que lo iban a largar así, siempre pasa lo mismo con la Justicia”, manifestó la mamá de la niña, con desazón.



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Al momento, ambas se encuentran sin recibir asistencia formal para la contención que necesita un caso de abuso sexual. “A mi hija nadie le preguntó nada todavía, ni me llamaron desde PRODENYA o algún lugar así por ella. Me enteré de que lo habían largado por un tercero y recibo amenazas continuas por el hijo. Ahora tengo que ir para que me den una perimetral contra él también”, contó Valeria.

En los mensajes, el hijo de «NBE» escribe: “Creele a tu hija, pero levantá la denuncia o fijate lo que vas a hacer. Porque a mi viejo le pasa algo y se van a querer matar ustedes. Llamá a tu gente si tenés, no sé, mandale nomás”. Al mismo tiempo que acusa que las denuncias son solo intentos de “ensuciar” a su padre.

Lo logado, además de plasmar la denuncia contra el sujeto marcado como abusador, contempla una medida de restricción en el perímetro de acercamiento contra él, pero no resulta del todo compensatoria por lo padecido por «M», quien no puede vivir su cotidianidad con naturalidad al saber que este sujeto se encuentra en libertad.



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