Grandes y chicos asisten todos los martes por la mañana a un espacio que, según ellos, “les ha mejorado la vida”.
En barrio Luzuriaga, el Vivero Terapéutico se destaca como un espacio colaborativo donde la comisión vecinal, la parroquia San Pablo y diversas instituciones se unen para promover el bienestar ante situaciones de vulnerabilidad. El sacerdote Diego Bulfoni, uno de los impulsores, describe el proyecto como “una iniciativa llena de alegría y entusiasmo, un lugar para todos, donde nos encontramos desde nuestros lugares más sanos”.
La colaboradora Paola Colaso, por su parte, enfatizó en la naturaleza mancomunada del proyecto: “Esto es comunitario, están todos invitados a participar y colaborar. Trabajamos juntos, nutriéndonos a través de la terapia hortícola y la arteterapia. Lo más valioso es el compartir, esencial para la salud mental en estos tiempos”. Cabe destacar que el 10 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental.
A través de la terapia hortícola, Carlos, adolescente de la ciudad, encontró un camino hacia la paz interior. “Vengo aquí desde hace un año debido a problemas de ira. Cultivamos, plantamos, vendemos; es una comunidad que se siente como una familia que avanza, todos juntos. Los chicos me dieron una buena bienvenida, y ahora mi vida mejoró muchísimo, me siento muy bien”.
Este espacio verde no solo es un lugar de cultivo, sino un refugio donde las raíces de la comunidad se entrelazan para superar desafíos individuales. El martes se convierte en un día de construcción colectiva, donde las historias se mezclan con las plantas que florecen, creando un tejido social significativamente más fuerte.