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viernes, octubre 18, 2024
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TODOS PARA LEO, LEO PARA TODOS

Argentina está en las puertas de jugar una nueva final del mundo, la sexta de su historia. Un partido que parecía muy lejano tras aquella caída sorprendente ante Arabia Saudita en el debut. Un sacudón que llegó a tiempo y despertó a un equipo que se juega entero por su líder, y encuentra en él una respuesta fenomenal.

EZEQUIEL GUISONE
Desde Qatar, Enviado especial

Ni el más optimista imaginaba a la Argentina a punto de definir el título en el Mundial de Qatar, luego de aquella dolorosa derrota inicial ante los saudíes, y de un primer tiempo preocupante frente a México en la segunda fecha. La llave para destrabar el delicado momento la tuvo Lionel Messi, claro está, que con un zurdazo bajo desde afuera del área rompió el cero en aquel partido y encaminó el triunfo ante los mexicanos.

Fue un clic. Argentina se sacó un peso enorme de encima ganando aquella primera final y vio allí el primer punto clave para estar donde está hoy: los ingresos de Enzo Fernández y Julián Álvarez. Los dos jóvenes futbolistas fueron titulares y figuras a partir de aquella tarde, aportándole frescura al equipo y brindando soluciones: Enzo como “segundo motor” junto a De Paul, pero con mayor peso en ataque; Julián siendo una pesadilla para las defensas rivales, con una presión asfixiante y gol.

Así nació un nuevo equipo, porque a Scaloni no le tembló el pulso para dejar en el banco a hombres “de su riñón” como Paredes o Lautaro Martinez, y construyó un equipo más dinámico e intenso, con sangre joven que ya está regando con su fútbol los escenarios más importantes de Europa.



Y apareció él

Está batiendo todos los récords. Lionel Messi se transformará el domingo en el futbolista con más cantidad de partidos jugados en una Copa del Mundo, además de ser el máximo goleador argentino en esta competencia. Su rendimiento también fue creciendo al compás del equipo, porque esta versión del rosarino está más que nunca emparentada con la tarea de sus compañeros. Pocas veces en selección Messi se sintió tan cómodo dentro de la cancha. Se le nota en sus expresiones, en el precalentamiento previo, en los entrenamientos. El 10 está disfrutando este Mundial. Sabe que será el último. Y también lo sabe el resto del equipo, que deja la vida por su capitán. Esta nueva generación de futbolistas que llegaron a la selección durante el ciclo Scaloni encabezados por De Paul, Paredes, Cuti Romero o Lautaro Martinez, por citar algunos, se desviven por ver a Messi campeón del mundo. Y ni hablar los más jóvenes como Enzo Fernández y Julian Álvarez, que crecieron viendo a Leo por tv, soñando algún día llegar a la selección. Hoy, tienen la posibilidad de jugar junto a su ídolo y afrontar una final del Mundial, nada menos. Se notó en la Copa América: el plantel quiere que Messi sea campeón. Es el deseo número uno. Lo respetan. Lo aman. No le temen ni lo envidian. Esa es la gran diferencia que tiene este ciclo con los anteriores.

Y ya sin el peso de las finales perdidas, este domingo irán todos juntos por el sueño más grande de todos.

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