En Argentina el suicido es actualmente la segunda causa de muerte en los adolescentes, según datos de Unicef, por lo que se convirtió en una problemática que cada vez se vuelve más preocupante. “Son cientos de situaciones en las que se interviene a tiempo, se detectan estudiantes con pensamientos suicidas y se logra sostener y contener en articulación con las familias y con salud mental”, sostuvo la inspectora Lic. Daniela Ramos, desde la Dirección de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social.
De la Redacción de EL NORTE
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En Argentina el suicido es actualmente la segunda causa de muerte en los adolescentes, según datos de Unicef, y en San Nicolás la tasa de muertes autoinfligidas se ajusta al promedio nacional. Teniendo en cuenta el último informe del Ministerio de Salud de la Nación, los jóvenes de entre 15 y 19 años son quienes están más inclinados a estas conductas.
Si bien es cierto que el suicidio es un fenómeno multifactorial, es decir, que no tiene una única causa, se pueden observar algunas situaciones de riesgo que predisponen a un adolescente a tener pensamientos suicidas.
Están presentes los problemas familiares, el acoso escolar, la depresión, luchas con su identidad sexual, la ansiedad y el consumo de drogas, entre las muchas causas por las que un adolescente llega a una situación límite.
Especialistas consideran que los adolescentes, comúnmente, creen que la mejor forma que tienen para expresar sus emociones, lo que viven y sienten, es su propio cuerpo. Por eso muchas veces se autolesionan, viven situaciones de bulimia anorexia, y quienes se sienten atrapados en una situación difícil, pueden tener la sensación de no tener más opciones que quitarse la vida.
“Construir proyectos que los aten a la vida”
“Escucharlos, acompañarlos, no minimizar sus sufrimientos, ayudarlos a construir un proyecto de vida es el primer paso para prevenir el suicidio en los adolescentes”, declaró a EL NORTE la Inspectora Lic. Daniela Ramos, referente de la Dirección de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social, quien sostuvo que en a nivel local se observan indicios de actitud suicida mayormente en la franja de 13 a 17 años.
“Nosotros desde las escuelas lo que trabajamos es prevención inespecífica. Construimos junto a los estudiantes proyectos que los aten a la vida, donde se encuentren implicados y motivados. Trabajamos con sus propios proyectos de vida, los ayudamos a pensar en el futuro, en su futuro. También tenemos un programa que se desarrolla en todas las escuelas secundarias a cargo de los EOE que se denomina ‘la construcción de una mirada de cuidado’ y se le da herramientas a los preceptores, que son los más cercanos a los estudiantes, para que puedan estar atentos y alertar ante cualquier indicador”, refirió.
Llegar a tiempo
Es fundamental que como sociedad poder tomar medidas preventivas para observar con anticipación posibles conductas disruptivas. Al respecto, Ramos destacó: “Son cientos de situaciones en las que se interviene a tiempo, se detectan estudiantes con pensamientos suicidas y se logra sostener y contener en articulación con las familias y con salud mental. Pero no siempre hay señales claras que nos permitan intervenir”, y apuntó: “También es muy escasa la cantidad de profesionales disponibles en la salud pública en materia de salud mental, insuficiente para las necesidades que tenemos”.
Acerca de los motivos que podrían generar dichas conductas, la entrevistada reparó: “No me atrevo a hablar de causales. No siempre llegamos a descubrirlas, son diversas, tiene que ver con vivencias/padecimientos subjetivos”.
Las escuelas que trabajan en espacios de convivencias junto con los estudiantes suelen tener mucha mejor respuesta de ellos ante situaciones de crisis, ya que para los adolescentes el grupo de pares es muy importante.
Es muy valioso también que las familias estén presentes. Muchas veces, algunas problemáticas adolescentes se ven como temas menores porque “es cosa de chicos” y realmente para ellos es su vida, en especial cuando se trata de problemas relacionales con sus pares. No hay problemas “menores”. Es trascendental escucharlos, ya que generalmente frente a la idea suicida se dan señales verbales.
Legislación nacional y provincial
En Argentina rigen sobre la materia la Ley Nacional 27.130 y la Ley Provincial 14.991, cuyos coautores -el Lic. Ernesto Páez y el Lic. Martín Álvarez-, participaron en abril pasado en nuestra ciudad de la Jornada de “Introducción a la Suicidiología” organizada por el Colegio de Trabajadores Sociales del Distrito.
En la oportunidad, Páez destacó: “Toda persona da una señal. No hay que minimizar. Cada persona está en este comportamiento haciendo un pedido de ayuda. Hay que desmitificar lo que comúnmente se denomina como ´que está llamando la atención´. A veces no se dice con las palabras, simplemente puede ser un cambio de comportamiento”. Mientras que Álvarez notó que “en materia de prevención, cada sector debe instalar esta problemática en sus agendas, con el tratamiento de la ley nacional y el correlato provincial”. “Esta normativa marca los parámetros de trabajo. Hay que darle herramientas a la población para que pueda detectar previamente los casos y acudir a salud mental para el tratamiento correspondiente”, agregó.
