Maximiliano Acosta, un albañil de 27 años, murió al recibir un disparo por la espalda cuando estaba en la puerta de la casa de sus suegros en abril de 2018, en la ciudad de Rosario. Había llegado hasta esa vivienda de Callao y Centeno junto a su esposa, con la idea de salir a tomar unas cervezas a un bar con sus cuñados. Dos vecinos de un pasillo lindero empezaron a insultarlo y así se generó una pelea a las piñas de la que el joven ya se retiraba cuando otro muchacho, amigo de sus oponentes, se acercó con un arma y le efectuó tres disparos desde atrás. Uno lo alcanzó por la espalda y falleció en el lugar.
Catorce años
Ese es el crimen por el que Germán Oviedo, de 28 años, aceptó tres años después una condena a 14 años de prisión en un juicio abreviado. La pena fue propuesta en un acuerdo entre la fiscal Marisol Fabbro y el defensor particular Jorge Bedouret. El lunes a la tarde fue evaluada por un tribunal de tres jueces. Nicolás Foppiani, Ismael Manfrín y Patricia Bilotta le dieron curso al planteo y condenaron a Oviedo como autor de un homicidio agravado y la portación de un arma. Como tenía una condena previa, además lo declararon reincidente.
La noche del 14 de abril de 2018 Maximiliano Acosta había ido con su pareja, Laura, a la casa de sus suegros. “La idea era ir a la casa de mi mamá y después entre los cuñados salen, es costumbre ya”, contó la mujer a este diario el día después del crimen. De acuerdo con lo que contaron ella y otros ocho testigos, alrededor de las 23.30 Maximiliano estaba en la vereda con una de sus cuñadas cuando desde el pasillo de al lado empezaron a insultarlo.
A las piñas
Sus allegados contaron que “Samuel, Luquitas y Tingui comenzaron a decirle cosas a Maxi. Lo insultaban. Maxi los enfrentó y se agarró a las piñas con Samuel”. Un cuñado que se acercó a socorrerlo contó que Tingui sacó un cuchillo. Entonces Maxi se levantó del piso y comenzó a correr para la casa de sus suegros. En ese momento apareció Mauro con un arma desde la casa del frente. “Ey, ¿qué hacés? Yo a vos te conozco”, le gritó y efectuó tres disparos.
Uno ingresó a la altura del sexto espacio intercostal de la víctima. Maximiliano alcanzó a entrar a la casa de Centeno al 2600 pero se desvaneció en el patio de entrada. Su familia llamó a la policía y a una ambulancia que más tarde lo trasladó hasta el Hospital Clemente Alvarez pero cuando ingresó ya había fallecido.
“Tingui y Samuel trabajan para Mauro, son sus soldaditos”, añadieron los testigos. Y contaron que los problemas habían comenzado un tiempo antes cuando Tingui intentó robarle la moto a Maximiliano. “Nosotros no nos metemos con nadie. Maxi trabaja mucho y yo también”, dijo al día siguiente su pareja, mientras otros allegados remarcaban que “nunca tuvo un solo antecedente, siempre trabajó como loco y no tenía problemas con nadie”.
En el lugar no quedaron rastros balísticos pero en la autopsia se recuperó una bala de plomo de calibre 32. Ese estudio concluyó que una hemorragia masiva de tórax fue la causa de la muerte del muchacho.
Marcado
Oviedo fue señalado desde el comienzo porque en el barrio lo conocían. Además de describir sus rasgos y dar su dirección, los testigos dieron cuenta de que llevaba una bolsa de colostomía. En aquel momento el joven cumplía en libertad condicional una pena a 3 años y 4 meses de prisión que le habían dictado en el año 2016. Pero cuando fueron a buscarlo no lo encontraron en su domicilio, por lo que se libró un pedido de captura.
Un año después, el 4 de abril de 2019, efectivos de la Policía de Investigaciones lo ubicaron cuando salía de una casa de Garibaldi al 3300. Se comprobó que, tal como lo describían los vecinos, había sido sometido a una cirugía reconstructiva de colon en diciembre de 2014 y le habían practicado una colostomía a raíz de una herida de arma de fuego.
La pena acordada mediante el procedimiento abreviado se corre del mínimo legal de 10 años y 8 meses. La fiscal justificó este apartamiento en que el agresor “se valió de un elemento de gran poder ofensivo, como lo es un arma calibre 32 automática” ante una víctima desarmada y en que “emitió un total de tres disparos desde atrás y por la espalda de la víctima, cuando ésta se alejaba del lugar”. Además consignó la actitud posterior del acusado al mantenerse prófugo por casi un año.
Con el consentimiento del propio imputado y de la madre de la víctima, que consideró justa la condena, los jueces dictaron la pena de 14 años de prisión. Aunque no hicieron lugar a una unificación con la anterior en 17 años, tal como requería la Fiscalía, porque esa pena se encontraba cumplida desde el 9 de enero de 2020.