El hallazgo del fósil se dio una zona en la que han quedado numerosos restos de la fauna que convivió durante una parte de la “Edad Bonaerense”, ubicada 200.000 años atrás en la línea histórica.
Un cráneo en perfecto estado de conservación de un perezoso prehistórico de la especie Lestodon armatus, fue recuperado por integrantes del Museo Paleontológico de San Pedro en el yacimiento de Campo Spósito, un área fosilífera ubicada en Bajo del Tala.
El hallazgo del fósil, realizado por Jorge Martínez, Manuel Sánchez y José Luis Aguilar, tuvo lugar durante una jornada de trabajo del Grupo Conservacionista de Fósiles en el predio, en una zona que miles de años atrás estaba cubierta de agua. Allí han quedado numerosos restos de la fauna que convivió en aquel ecosistema durante una parte de la “Edad Bonaerense”, ubicada 200.000 años atrás en la línea histórica.
“Este cráneo fosilizado en muy buen estado de preservación proviene de un yacimiento donde convivieron grandes perezosos extintos, armadillos gigantes, dos géneros de caballos fósiles, un animal llamado macrauchenia y numerosos ciervos del género Morenelaphus, entre otras especies que conformaban un ecosistema de mamíferos, reptiles, aves y peces con una alta densidad de individuo”, indicó José Luis Aguilar, director del museo y uno de los tres investigadores que descubrió el fósil. “A medida que cavamos en el lugar, nos sorprende la cantidad y la diversidad de fósiles en el yacimiento. En el caso de los lestodontes, a los que pertenece este cráneo, hemos hallado individuos en distintas etapas de crecimiento, desde ejemplares muy pequeñitos, hasta enormes adultos, lo que permite inferir que estos animales podrían haber sido de hábitos gregarios, es decir, que preferían una convivencia grupal o de manada en la que se cuidaba a las pequeñas crías”, subrayó el especialista.
“Los lestodontes, fueron grandes mamíferos con un pelo abundante, garras poderosas de hasta 25 cm y un peso cercano a los 3.000 kilogramos. Como otros géneros de perezosos terrestres extintos, poseían un esqueleto fuerte, con huesos anchos para soportar paquetes musculares poderosos. A ambos lados de su boca asomaban dos caninos muy desarrollados de sección triangular, con puntas muy afiladas. Eran un arma de defensa a la que no muchos animales se habrían animado a desafiar”, detallaron en un comunicado.