El impacto de las condiciones climáticas adversas se extiende por toda la región, afectando los cultivos y generando preocupación entre los productores. La caída en los rindes y la proliferación de plagas complican aún más un panorama ya crítico.
De la redacción de EL NORTE
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La situación de los cultivos en la región núcleo, incluida el área de San Nicolás, enfrenta un panorama crítico para la campaña 2024/2025. Según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, se prevé una reducción del 44% en la producción de maíz respecto al ciclo anterior. Además, la soja ya presenta pérdidas de lotes debido a la falta de lluvias y las perspectivas climáticas no son alentadoras.
La zona, que incluye el noreste de la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe, alcanzaría una producción de apenas 8,1 millones de toneladas de maíz, muy lejos de los 14,5 millones del ciclo pasado. En San Nicolás y localidades cercanas como Pergamino y Rojas, el impacto es evidente: el 78% de los cultivos de maíz están en estado regular o malo, mientras que los rendimientos potenciales se desploman. Los técnicos advierten que, en algunos casos, los rindes apenas podrían alcanzar los 40 quintales por hectárea, cifras similares a las registradas en la gran sequía de 2022/2023.
La siembra temprana y tardía muestra signos de estrés hídrico. Según productores locales, la ausencia de lluvias afectó tanto el número de granos como el peso, lo que repercute directamente en la producción final.
Soja
La soja de primera también sufre las consecuencias de la falta de agua. En zonas como Baradero, Rojas y Pergamino, los productores informan pérdidas de plantas, aborto de flores y estrés hídrico severo durante los días de mayor calor. En Baradero, ya se estima una pérdida del 5% de los lotes de soja, mientras que en otras áreas las perspectivas son peores.
En San Nicolás y el noreste bonaerense, la situación es particularmente crítica. Muchos lotes de soja de segunda están en riesgo de desaparecer si no llegan lluvias significativas en el corto plazo. A pesar de algunas áreas en mejor estado en el sur de Santa Fe, las lluvias en el corto son determinantes para evitar mayores daños.
Además de la sequía, los productores enfrentan problemas con plagas como arañuelas y trips, cuya proliferación está vinculada a las condiciones climáticas extremas. En San Nicolás y zonas aledañas, las plagas ya afectan el rendimiento de los cultivos. Asimismo, el avance del yuyo colorado plantea un desafío creciente, ya que resiste a los herbicidas y complica el control en los lotes.
Déficit hídrico e incertidumbre
La falta de agua acumulada en las primeras semanas de enero equivale a una pérdida de 125 mm, muy por encima del promedio mensual. Según el consultor Eduardo Elorriaga, la probabilidad de que se recupere este déficit en lo que resta del mes es apenas del 16%.
La disminución en la producción agrícola en esta región clave no solo afectará a los productores, sino que también podría tener repercusiones económicas para toda la cadena productiva. En San Nicolás, donde el maíz y la soja son pilares de la actividad agroindustrial, esta crisis podría traducirse en menores ingresos para los agricultores, caídas en la actividad comercial y desafíos para la logística vinculada a la exportación de granos.
Con un panorama marcado por la incertidumbre y la necesidad de lluvias urgentes, los productores nicoleños y de la región núcleo enfrentan una de las campañas más desafiantes de los últimos años. La atención ahora está puesta en el cielo y en las medidas que puedan tomarse para mitigar el impacto de esta situación crítica.
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