Hassan Diab, hoy de 70 años, había sido condenado en un tribunal francés a cadena perpetua por su supuesta participación en un atentado de 1980 en París, que dejó cuatro muertos y 46 heridos.
La prestigiosa Universidad Carleton, de Canadá, contrató a un terrorista convicto para impartir un curso sobre “justicia social en acción”, informó The Jerusalem Post el lunes.
Hassan Diab, de origen libanés, niega cualquier implicación en el ataque a una sinagoga francesa hace 44 años, y ahora la Universidad de Carleton se ha mantenido firme en el apoyo a su versión de los hechos.
Diab, de 70 años, fue condenado en ausencia por un tribunal francés en 2023 a cadena perpetua por su presunta implicación en el ataque de 1980 contra la sinagoga de la Unión Liberal Israelita de Francia en la calle Copernic de París. Una bomba, colocada en una motocicleta, explotó frente a la entrada, causando la muerte de cuatro personas y dejando 46 heridos.
Extraditado a Francia en 2014, Diab pasó dos años en prisión antes de que un juez le permitiera cumplir su pena en arresto domiciliario. Sin embargo, según The Jerusalem Post, ese mismo día huyó a Canadá. Sus abogados aseguran que Diab se encontraba en Líbano en el momento del atentado y que ha sido víctima de una confusión de identidad.
Los hijos de Aliza Shragir, una presentadora de televisión israelí y víctima del ataque, expresaron su rechazo a la contratación de Diab como profesor, calificándola de “indignante.” En su declaración afirmaron: “Es inaceptable que una institución académica, que debería defender la igualdad y la justicia, decida emplear a un asesino condenado por unanimidad en un tribunal francés. Parece que un acto terrorista contra un objetivo judío no contradice los valores de la Universidad de Carleton.”
Idit Shamir, cónsul general de Israel en Toronto, también condenó la decisión en redes sociales, describiéndola como “inconcebible”. “Hassan Diab, el terrorista que asesinó a la madre de mi amigo, Aliza Shagrir, en el ataque a la sinagoga de París en 1980, sigue enseñando en la Universidad Carleton en Canadá”, escribió. “Cada clase que imparte este terrorista condenado es un insulto a las vidas que destruyó. Esto no solo es un fracaso de la justicia, sino también una afrenta a las víctimas. Vergüenza deberían sentir quienes permiten esto”, concluyó.