Con una rueda de prensa realizada en la mañana del 1º de julio, recordaron a los cinco palotinos asesinados el 4 de julio de 1976, durante la dictadura militar, en la parroquia San Patricio del barrio porteño de Belgrano, a 45 años de la llamada “Masacre de San Patricio”.
La actividad estuvo encabezada por el postulador de la causa de canonización y delegado de la provincia irlandesa de la comunidad palotina, padre Juan Sebastián Velasco SAC; el vicepostulador, Francisco Chirichella; el primer testigo de la masacre, entonces organista de la parroquia, Rolando Savino; y Santiago Barassi, miembro de la comunidad.
Francisco Chirichella, vicepostulador de la causa, valoró la importancia y el sentido de hablar hoy, en este momento de tanto dolor y muerte, de los cinco palotinos, a 45 años del crimen que los tuvo como víctimas. Recordando aquel momento, señaló que ocurrió en una época muy difícil, marcada por la violencia y la suspensión de derechos cívicos y democráticos. En ese momento, “ser fieles a una visión apostólica e invitar a la conversión exigía una profunda convicción y una gran valentía”, destacó.
Luego de recordar a cada uno de los mártires palotinos, sus virtudes y los rasgos que los identificaban, Rolando Savino, el primer testigo presencial del crimen, relató lo sucedido en esa mañana del 4 de julio de 1976. Acto seguido, fue compartido el testimonio del padre Rodolfo Capalozza, quien consideró que “la sociedad necesita rescatar el valor de la justicia”, y que es necesario, para construir una sociedad sobre roca firme, condenar el mal.
“La justicia busca siempre el bien común”, aseguró. “Ellos murieron por el Evangelio, y el Evangelio es un mensaje de unidad, unidad que se construye desde la verdad y la justicia. Por lo tanto, lo importante no sólo es su derramamiento de sangre, sino también rescatar lo que significaron para la vida de la Iglesia, una vida entregada al servicio del Evangelio”.
Santiago Barassi, miembro de la comunidad, habló en nombre de las nuevas generaciones de palotinos, que crecieron sabiendo que el 4 de julio “es una herida, es un mensaje y es una misión”. Con muchos jóvenes, aseguró, “estamos trabajando para reconstruir un proyecto de comunidad que ese día fue atacado”.
“Es lo que venimos haciendo desde hace tiempo, contando esta historia que es tan dramática como luminosa, que es un mensaje muy importante para el tiempo que nos toca. En ese trabajo, lo que queremos es expandir este mensaje, de quienes juntos vivieron y juntos murieron”.