Tenía 23 años y había emigrado de pequeña junto con su familia.
Julieta Koen Arnaldo, quien emigró de Buenos Aires a Barcelona, España, hace más de dos décadas junto a sus padres, Pablo y Andrea, comenzó una nueva vida en las afueras de la ciudad catalana cuando tenía apenas un año y medio. Tras cursar sus estudios en un colegio internacional y especializarse en psicología en la universidad, Julieta decidió tomar un año sabático para explorar Europa con su pareja y algunas amigas. Sin embargo, ese viaje nunca se concretó. “Cuando más brillaba, murió tras ser atropellada por un conductor”, lamenta su padre, Pablo Koen, en conversación con LA NACION. La familia de Julieta busca justicia por su muerte.
El trágico accidente ocurrió el sábado 23 de julio a las 19:30. Julieta había ido al gimnasio en Sitges, donde trabajaba su novio, y luego de despedirse de él, se dirigió a visitar a su madre. En el camino, según relata su padre, se detuvo en un supermercado y al cruzar la carretera hacia San Pedro de Ribas, un automóvil la impactó a alta velocidad. “Mi hija dio dos vueltas en el aire antes de caer más adelante. La muerte fue casi instantánea”, detalla Pablo, quien reconstruyó los hechos basándose en testimonios de testigos. Una enfermera que estaba detrás del coche involucrado intentó ayudarla, pero fue demasiado tarde.
El conductor del vehículo, un hombre de 74 años cuyo nombre no ha sido revelado y que aún se encuentra en libertad, no intentó huir, pero fue detenido por un motociclista que le pidió que se hiciera responsable. Según Pablo, el conductor empezó a insultar a Julieta al darse cuenta de lo ocurrido y, en lugar de llamar a una ambulancia, contactó a sus hijos. “Uno de ellos dijo ‘Papá, la has matado’, mientras que el otro intentó calmarlo y dijo ‘Lo vamos a arreglar’”, indica Pablo.
Una testigo del accidente contactó al servicio de emergencias, y una ambulancia llegó minutos después. Julieta fue trasladada al Hospital de Bellvitge, donde fue intubada en el camino. “El golpe la había dejado con muerte cerebral. No había mucho que se pudiera hacer”, admite su padre. Cuando Pablo recibió la noticia, fue su expareja Andrea quien lo llamó mientras él cocinaba para su hija menor. “Me dijo que Julieta había tenido un accidente y que debía ir al hospital”, recuerda Pablo.
Al llegar al hospital, encontró a su exesposa y al cirujano que atendía a Julieta, quien informó que el golpe había sido demasiado grave para operar. Después de ver a su hija conectada a numerosas máquinas, los médicos confirmaron su muerte cerebral al día siguiente. Tras una deliberación, los padres decidieron donar los órganos de Julieta, pero también organizaron una ceremonia en su honor, a la que asistieron amigos y familiares. El 4 de agosto, la familia y vecinos realizaron una manifestación en el lugar del accidente. “Estos incidentes también ocurren en España, a pesar de los recursos disponibles. Las cosas deben hacerse bien o no hacerse”, afirma Pablo, quien critica el mal estado del paso de cebra involucrado, que llevaba presupuesto aprobado desde 2021 para su reparación.
La familia ha presentado una denuncia ante las autoridades locales, pero advierte que la investigación avanza lentamente. Hasta ahora, el conductor responsable no ha enfrentado consecuencias: ni arresto, ni incautación de su licencia o vehículo. “Ni siquiera tuvo la dignidad de ofrecerme sus condolencias. No sé ni cómo se llama. No suelo ser rencoroso, pero nunca lo perdonaré”, concluye Pablo Koen.