Resguardando su identidad por temor a ser atacado, un nicoleño expuso en redes sociales un tormento cotidiano: “Padezco de obesidad. Ya no aguanto más la terrible discriminación que sufro cada vez que salgo a querer comprarme algo de ropa”. Los comentarios de personas identificadas en este relato no tardaron en llegar, remarcando también los altos precios para el acceso.
Carolina Mitriani
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En Argentina se ha enardecido la lucha de los activismos de las diversidades corporales, emprendiendo en conjunto un camino de visibilidad y legislación en pos de permitir que el acceso a la ropa deje de ser un privilegio. Esto, aunque cuenta con un orden legal, no es una realidad. Los nicoleños pueden dar cuenta de eso, sobre todo en los grandes comercios textiles, al estar limitados los tamaños de las prendas a los cuerpos que la industria valida.
Un nicoleño, cansado de esta situación, decidió compartir su historia a través de redes sociales para llamar a la reflexión. “Realmente llegué a un punto en el que ya no aguanto más la terrible discriminación que sufro cada vez que salgo a querer comprarme algo de ropa”, señaló.
Flagelo cotidiano
La persona detalló que el impedimento para acceder a algo tan básico -considerado un derecho humano- como lo es la vestimenta, se suma al calvario de la discriminación que habitualmente se dispara contra las personas que no tienen cuerpos hegemónicos. “Padezco de obesidad. Soy una persona gorda, con varios kilos de más. Día a día tengo que soportar esta carga que yo no elegí cargar. La gente te tira frases como ‘Y bueno, dejá de comer’ o ‘Y, empezá a hacer dieta’. Sin saber que el problema es neurológico. ¿A quién se le puede ocurrir que a una persona con sobrepeso le gusta ser constantemente víctima de burlas?”, comenzó.
Adentrándose en el problema puntual que quería compartir con los nicoleños, relató: “Fui a querer comprarme ropa. Obviamente los talles que venden son hasta un cierto límite. Si querés ropa de tamaño más grande, es más fea y por supuesto mucho más cara”. Esta persona adujo que “tras que ya debemos aguantar la mirada abrupta y horrenda que la sociedad tiene con nosotros, tampoco somos dueños de poder comprarnos una ropa que nos guste, sino que debemos comprar ‘lo que viene para los gordos’”.
Otras personas adhirieron a su reclamo, manifestando la incomodidad que atraviesan al querer acceder a una vestimenta. Algunos decidieron hacerlo desde el humor, señalando por ejemplo: “Una crítica que parece cómica pero a la vez triste es que a las prendas para personas gordas no les ponen nada de onda. Si no te vestís como colectivero, te vestís como leñador. Pocas marcas y comercios buscan el bienestar del cliente”.
A nivel local, en los últimos años creció un aspecto positivo en la multiplicación de “tiendas XXL”, donde se acercan prendas con diseños a la vanguardia de las temporadas. Estos presentan un abanico de opciones para cuerpos que salen de las medidas estandarizadas; aunque una de las barreras de acceso suele estar en precios que exceden el valor de iguales prendas en talles más pequeños. La irrupción de las ferias americanas también ha resultado una vía para los usuarios, que allí encuentran prendas que no obligan a encajar, sino que invitan a disfrutar. “A cualquier tienda que vaya debería haber ropa para mí. No tienen que ser tiendas especiales donde te maten con los precios. Debería ser normal que pueda comprar en cualquier tienda, al mismo precio que lo paga una persona más flaca que yo”, expresó una vecina.
Comentarios hirientes
La reflexión fue realizada de manera anónima, dado que este tópico suele ser disparador de comentarios hirientes contra quienes atraviesan el padecimiento. “Si no, ya me esperaba comentarios ‘jodones’ de personas que nada saben de mí”, marcó, agregando que “incluso nuestros amigos o conocidos se nos burlan. Tal vez no con la intención de lastimar, pero lo hacen”. El daño ocasionado por los señalamientos a distintas características corporales lo ha llevado a una situación límite, que vislumbra la gravedad de las opiniones que no han sido pedidas: “Estoy realmente cansado de estas situaciones. Si no fuera por mis hijos, no sé si seguiría con vida. Por favor, un poco más de respeto para nosotros. A nadie le gusta ser gordo ni ser objeto de burlas. Estamos enfermos. Entiéndanlo”, finalizó.
Cárcel de tela
La Unesco elaboró un informe acerca de la experiencia de los argentinos a la hora de acceder a la vestimenta. Esto explica que más del 70% se sintió excluido por una gran porción de las prendas que le agradaría usar, porque se limitan a talles chicos. También revela que el 65,6% ha experimentado sentimientos de desagrado por no “encajar”. A su vez, manifestó que casi el 87% de las personas suelen toparse con el talle único.
En la segregación por género, el 67% de la insatisfacción a la hora de conseguir talles adecuados llega por el sector femenino; mientras que el 33% corresponde a los varones. En lo que respecta a edades, el 78% de los afectados de manera negativa tienen entre 15 y 44 años; el 22% restante llega hasta los 75 años.