OTRO MERENDERO QUE SE SUMA A LA LARGA LISTA EN SAN NICOLAS: “TACITAS CALIENTES” ALIMENTA A VILLA PIOLÍN

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El hambre no entiende de pandemia. En medio de una crisis sanitaria enorme que azota a la República Argentina y al mundo en general, en San Nicolás siguen abriendo merenderos para paliar la difícil situación. “Tacitas Calientes” arribó a Villa Piolín hace cuatro meses y alimenta a las 67 familias que viven allí.

“Tacitas Calientes” alimenta a más de 200 personas de Villa Piolín. DANIEL DORADO/EL NORTE

De la Redacción de El Norte
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“¿Qué vamos a comer?”. “Nada, hijo; hoy no conseguimos comida”. Las frases más crueles que puede haber. Un niño con hambre y un padre avergonzado por no poder mandarlo a dormir con la panza llena. Por esta razón es que nacen los merenderos y comedores. En San Nicolás existen muchos, en casi todos los barrios. E incluso hasta hay dos merenderos en uno solo para poder asistir a la inmensa cantidad de familias que necesitan un plato de comida.

La dura realidad que nos atraviesa, en parte debido a la debacle económica generada por la pandemia, hizo que en los últimos tiempos crezca el número de personas que necesitan ayuda para poder llegar a fin de mes. “A la gente solo la ayuda la gente”, dice una popular canción de la banda Callejeros. Y cuánta razón tiene.

En febrero nació “Tacitas Calientes”, un merendero ubicado en barrio Villa Piolín, en la zona sur de nuestra ciudad. Jésica Coria es la responsable del mismo, quien vio la enorme necesidad que había y se lanzó a abrir en su casa un lugar para que más de 200 personas puedan tener un plato de comida en la mesa. Si bien recibe ayuda, las donaciones a veces no son suficientes y la necesidad se acrecienta.

El nombre surge como una manera de representar lo que hacen para los chicos. La intención es entregarles una taza de alguna infusión bien caliente, más que nada por las bajas temperaturas que estamos teniendo y algo para acompañar dicha infusión, como pueden ser facturas, panes caseros, masitas.

“El merendero nace hace cuatro meses por la enorme necesidad que vimos que hay. Muchos chicos que no podían comer algún día se paseaban buscando donde conseguir algo para llenar sus pancitas. Una chica, que tiene un merendero en otro barrio, me trae lo que a ella le sobra para poder cocinarle a los chicos”, manifestó Jésica a EL NORTE.

Jésica Coria es la responsable del merendero. Vio la enorme necesidad y se lanzó a abrir en su casa un lugar para que más de 200 personas puedan tener un plato de comida en la mesa. Si bien recibe ayuda, las donaciones a veces no son suficientes.

Sin embargo, a veces no es suficiente. A este medio le fue permitido conocer el merendero, el cual Jésica maneja en su propio hogar y es ayudada por unas vecinas y su familia. “Cocinamos en la única cocina que tengo y tenemos garrafa. Eso es lo que más cuesta conseguir porque como le cocinamos a tanta gente, por lo general necesito dos por mes”, cuenta Jésica.

“Hoy, una garrafa nos sale $700 más o menos. Para nosotros es un gasto enorme y nos duele cuando no nos alcanza porque ahí no podemos cocinar. Estamos alimentando a más de 60 chicos y a casi todas las familias que viven en Piolín”, explicó Jésica. Según un relevamiento realizado por la Municipalidad, allí se concentran un total de 67 familias, algo así de 254 personas aproximadamente.

La modalidad del merendero es de tres días a la semana: martes y jueves se le entrega la merienda a los chicos. Para ello utilizan mucha leche para que sea lo más nutritivo posible, harina para poder hacer alguna panificación y azúcar para endulzar los mate cocidos. Los viernes es cuando más complicación tiene; ese día se entregan más de 200 viandas porque se intenta ayudar a las familias enteras.

Donaciones  

Es importante destacar que todo es realizado a pulmón por Jésica y su familia. En estos momentos, se pide por donaciones para poder seguir alimentando a tantos vecinos de Villa Piolín. La casa y el merendero están ubicados en la casa número 5 bis de dicho barrio. Se puede ingresar más fácilmente por Rivadavia, yendo para el puerto, la primera entrada de la mano derecha.

“Cualquier alimento que se pueda donar nos va a venir bien. Sobre todo carne, pollo, frutas y verduras, ya que queremos brindarles raciones de comida lo más nutritivas posible. Salsa, aceite, puré de tomate, todo suma. También para la merienda necesitaríamos azúcar y leche más que nada”, afirmó Jésica.

Pero también sería importante poder ayudarla con la garrafa. Recordemos que en Villa Piolín aún no se cuenta con los servicios básicos debido a que todavía no se han iniciado los trabajos de urbanización. Por lo tanto, para el merendero y para su propia familia, Jésica utiliza garrafa, siendo un factor que influye mucho a la hora de hacer las cuentas a fin de mes.

“Para cocinar siempre utilizamos una olla de 25 litros, no tenemos otra cosa para realizar la cantidad de comida que debemos hacer. Y al ser tanta se nos consume más rápido la garrafa y a veces nos cuesta mucho costearla. Sería una buena ayuda también quien pudiese donar una garrafa o dinero para comprarla y poder seguir alimentando a los chicos”, agregó Jésica.

El frío

El invierno llegó, las temperaturas son extremas, tanto que ya hemos sufrido sensaciones térmicas de -1°. Los cuerpos necesitan alimento para poder sobrevivir a tan dura ola polar que empezó a aparecer en la ciudad. La buena alimentación es vital para el correcto desarrollo de los niños, para que tengan más energía y puedan rendir a la hora de asistir a clases.

Con San Nicolás en fase 3, los alumnos regresarán a las aulas y la comida es algo que no debería faltar en la mesa de ninguna familia. Con solidaridad, el merendero “Tacitas Calientes” podrá seguir funcionando y alimentando las panzas y los corazones de 67 familias nicoleñas que, por diversos motivos, no siempre pueden conseguir.