La madre de Daiana Almeida teme que el Tribunal que debe dictar sentencia en el juicio que se le sigue a Miguel Nievas, acusado del femicidio de la joven enfermera, resuelva en discrepancia con el pedido de pena que solicitara el fiscal. “Tengo miedo de que no le den reclusión perpetua. Si bien las pruebas son concluyentes, los argentinos estamos tan curados de espanto con la Justicia que ya no sorprende nada”, advierte Silvia Gareca.
De la redacción de EL NORTE
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La fortaleza es una virtud que posibilita seguir adelante, incluso, cuando el dolor que ahoga se concibe como eterno. Para la familia de Daiana Almeida se acerca el cierre de una etapa, el de la búsqueda de reparación. La etapa de desconsuelo, se sabe, no tiene un cierre.
Lo que venga después del veredicto que dará el Tribunal el próximo miércoles en el juicio que se le sigue a Miguel Nievas, acusado de matar a la joven enfermera, será para la familia de Daiana un período de reconocimiento de la ausencia. Física, material, pero de presencia muy intensa en lo espiritual.
“Fue muy difícil tenerlo en frente. Genera mucha impotencia saber que esa persona nos quitó a nuestra hija para siempre”. Así relata Silvia Gareca la experiencia de estar a pocos metros de quien le arrebató la vida a su hija.
Con el mismo dolor describe las emociones que sintió al cabo de los tres días de audiencias que se celebraron en Tribunales. “Ha sido muy duro escuchar los testimonios, ver las imágenes de los últimos momentos de vida de Daiana, imaginar lo que debió sentir, oír las conclusiones que arrojó la autopsia”, explica.
La familia de Daiana ha utilizado todos los adjetivos posibles para destacar la tarea del fiscal que investigó el femicidio. Su trabajo permitió que la verdad se revelara ante toda una sociedad que exige justicia.
“No hay reparación para el dolor. Yo siento que una parte de mí sigue viva y que otra ya no late más”.
SILVIA GARECA
“Todos los fiscales debieran actuar como lo hizo el Dr. Tempo. Ellos tienen la responsabilidad de defender a las víctimas. El fiscal que nos ha tocado no perdió tiempo. Desde el primer momento se dedicó a recolectar la prueba que permitió que el caso pudiera llegar a juicio en menos de dos años. El Dr. Tempo demostró que con un fiscal trabajando seriamente las familias de las víctimas van a tener algún tipo de reparación al dolor”, destaca la mamá de Daiana.
A pesar del material probatorio presentado ante el Tribunal, Silvia Gareca hoy no tiene la seguridad de que a Nievas le caiga todo el peso sancionatorio que prevé la calificación de este delito.
“Tengo miedo de que no le den reclusión perpetua. Si bien las pruebas son concluyentes, la Justicia ha fallado en muchas otros casos de manera vergonzosa. Los argentinos estamos tan curados de espanto con la Justicia que ya no sorprende nada. De hecho, le siguen dando oportunidades a los que roban, violan y matan. Mi hija hoy estaría viva si no se otorgaran esas libertades a los que ya demostraron que son un peligro para la sociedad”, asegura.
“Son los jueces los que deciden si estas personas que cometen delitos horribles salen de prisión en 10 o 20 años, o si no salen nunca. Lo que deben entender los jueces es que si a esta persona la dejan en libertad, va a volver a hacer lo mismo”, añadió.
Seguir adelante
La reparación con una condena justa no apaga el dolor. Eso lo deja muy claro Silvia Gareca. “Nosotros ya no seremos los mismos. La felicidad total no la sentiremos nunca más. Que te arrebaten la vida de un hijo es algo que no se supera, que siempre estará ahí. Por más que tengo otro hijo que adoro, nunca se reemplaza la pérdida. Vamos a seguir intentándolo, porque la vida continúa. Tengo familia y amigos que nos han acompañado desde el minuto uno de este dolor, y por ellos también debemos seguir adelante”, dice.
“Sigo de pie porque es lo que ella hubiera querido. Sigo como puedo, apoyando a mi hijo, a mi esposo, a toda la familia. Y sigo, también, porque tengo la necesidad de acompañar a quienes hayan pasado por algo similar”, afirma Silvia.
En la charla que sostuvo ayer con EL NORTE, Silvia describió a su hija con un tono de voz que no ocultaba la tristeza. “Daiana era una persona noble, muy generosa. Jamás había tenido problemas con nadie. Se dedicaba por completo a su profesión, pero también tenía muchísimos proyectos para su vida. Ella soñaba con ser mamá. Pero se le cruzó un depravado que le arrebató toda la vida que tenía por delante. Esa es la impotencia más grande que sentimos”, dijo. Y concluyó: “Ella va a estar siempre en nuestros corazones. Hoy sabemos que se ha ido de viaje, pero tengo claro que en algún momento nos vamos a reencontrar”.