La escalada inflacionaria no cede en el país y repercute de manera directa en las necesidades básicas de las familias, particularmente en lo que refiere a alimentos. Otro factor de esencialidad lo tienen los productos de gestión menstrual, que registran subas de entre el 30% y 75% en San Nicolás, en el término de menos de seis meses. El costo de menstruar impacta en la economía de los hogares, especialmente en aquellos donde los ingresos son menores y en donde hay más niñas y mujeres.
Carolina Mitriani
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A lo largo de su vida, una persona menstruante registra un alto índice de gastos en productos abocados a resolver esa cuestión biológica, a la que ningún presupuesto puede esquivar una vez al mes. El proceso suele comenzar entre los 8 y 14 años, prolongándose hasta alrededor de los 40 y 50 años, en promedio. Es decir que el impacto económico del proceso de menstruación abarca un margen importante de la historia personal de las mujeres y personas de las identidades de género que atraviesan el período. Cabe resaltar que este universo poblacional es el que mayores dificultades económicas presenta, con los peores indicadores en cuanto al acceso al trabajo, menores ingresos salariales, mayor precarización y –en consecuencia– pobreza.
Valor uterino
Esta semana, el Indec dio a conocer el nivel general del Índice de Precios al Consumidor (IPC) representativo del total de hogares del país, que registró en agosto una variación de 7,0% con relación al mes anterior. Los bienes registraron una variación de 7,4%, mientras que los servicios tuvieron una variación de 5,8% con respecto al mes anterior.
Esta inflación impacta también, de manera constante, en los precios que afectan a los productos de gestión menstrual. El comercio nicoleño “La Casa del Peinador”, que expende estos ítems, compartió con diario EL NORTE una comparativa que expresa el nivel de escalada que sufrieron los elementos esenciales para la vida femenina. El paquete de toallitas de 8 unidades marca “Siempre Libre” especial ultrafina (de calidad media a alta) el 30 de marzo el precio era de $273, hoy es de $364; es decir, más del 33% de incremento. De la misma marca e igual cantidad, solo ultrafina, el producto pasó de $187.60 a $324.80, incrementándose en un 73,13%. En otras especificaciones, por la forma de contención de la toallita, las 8 del formato “tanga” costaban $154 cuando marzo cerraba y hoy el valor en mostrador es de $221,20, con más de un 43% de crecimiento en su precio.
En cuanto a otra opción para la gestión menstrual, como son los tampones, la marca líder OB –la que mayormente se consigue en los comercios nicoleños– se vendía en presentación de 8 unidades a $224, saltando al presente un 62,50% en su costo, a los $364. Cabe resaltar que tanto los tampones como las toallitas, dependiendo de las características y el caudal de la menstruación de la persona, no suelen captar solo 8 unidades por período, sino que mayormente el promedio de ítems ronda los 10 o 12 como base.
El único elemento que presenta mejorías en cuanto a la economía de las mujeres y personas menstruantes es la denominada “copita”, un recipiente que se inserta en la vagina durante la menstruación para recolectar el sangrado. Su vida útil es de 10 años, genera mayores beneficios para la higiene y comodidad en lo cotidiano. Sin embargo, su acceso eficaz suele verse disminuido en comunidades en las que el servicio del agua potable está restringido, ya que se requiere de una correcta limpieza (a través del hervido de la copita) para garantizar su reutilización segura. La marca líder, Eva Copa, se consigue en San Nicolás por $1800; también, de manera habitual, ingresa en oferta 2×1 con el objetivo de promover el cuidado del ambiente. Si bien es un precio restrictivo para ciertos grupos sociales, ese valor resulta una inversión que ampliamente supera lo positivo frente a la constante compra de toallitas o tampones descartables. Dados sus beneficios y la reducción del impacto ambiental, entidades estatales como el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad –a través de la articulación con el Ministerio de Salud, los efectores sociales y organizaciones sociales– está generando acciones de distribución gratuita de copas menstruales.
Según estimaciones de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG) y con datos actualizados a enero 2022, el costo anual de menstruar se encuentra entre $4028 y $5135, dependiendo de si se utilizan toallitas o tampones. A comienzos del año, representaba el 70% de una Asignación Universal por Hijo (AUH) y el 38% de una Canasta Básica Alimentaria.
Mirada en conjunto
Un estudio elaborado por la ONU y el Ministerio de Economía de la Nación (2021) analiza que “para las niñas y adolescentes, la salud menstrual es clave para el cumplimiento de sus derechos y el desarrollo pleno de su potencial. La falta de conocimientos básicos sobre la pubertad y la menstruación puede contribuir a un embarazo precoz y no intencional; el estrés y la vergüenza asociados con la menstruación pueden afectar negativamente su salud mental; y los productos de gestión menstrual antihigiénicos pueden hacer que las niñas sean susceptibles a las infecciones del tracto reproductivo, todo lo cual afecta su derecho a la salud y bienestar”. Además, las niñas pueden ausentarse o estar menos atentas a la escuela durante la menstruación debido a la falta de acceso a productos o instalaciones sanitarias adecuadas para la gestión menstrual o al apoyo de la comunidad escolar, lo que afecta su derecho a la educación.
Sobre las mujeres y personas menstruantes adultas, el documento concluye en que “la falta de instalaciones sanitarias y productos adecuados para la gestión menstrual produce ausentismo laboral y afecta sus oportunidades económicas. Además, la igualdad de género no se puede lograr cuando los tabúes y los mitos en torno a la menstruación impiden que tanto niñas como mujeres participen plenamente en la sociedad”. Por último, remarca que “la falta de desarrollo de mercados para productos de gestión menstrual sustentable puede afectar los patrones de consumo y producción sostenibles”.
Impactos
En Argentina, más de 12 millones de niñas, adolescentes, mujeres, varones trans y no binarios menstrúan. Sin embargo, los obstáculos que experimentan en el acceso a productos de gestión menstrual (toallitas, tampones, copas u otros), así como los tabúes alrededor de la menstruación, tienen consecuencias en su salud, educación y bienestar.
En una encuesta de la Defensoría del Pueblo PBA, casi la mitad de las personas indagadas en la Primera Encuesta de Gestión Menstrual (2020) manifestaron haber dejado de ir a la escuela o a la facultad durante los días de su menstruación. A su vez, el 22,3% reveló que dejó de cumplir con la jornada laboral en algún momento por estar menstruando. En cuanto al sondeo del U-Report (Unicef 2021), casi el 10% de las más de 1000 chicas que participaron de la encuesta declararon que no suelen ir a la escuela durante la menstruación y un 23% suele sentir incomodidad o vergüenza. Además, el 57% menciona que obtiene la información que más le interesa sobre gestión menstrual en Internet o las redes sociales, mientras solo el 10% la obtiene en la escuela.