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viernes, octubre 18, 2024
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MATRIMONIOS Y UNIONES FORZADAS EN LA INFANCIA

En Argentina prácticamente no hay estadísticas ni registros sobre la magnitud de esta práctica. Según una investigación de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), aproximadamente el 5 por ciento de las niñas y adolescentes del país están casadas o conviven con varones que les llevan entre 10 y 15 años. Sin embargo, también hay menores de 15.

De la Redacción de EL NORTE
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En Argentina todavía existen los matrimonios y las uniones infantiles tempranas y forzadas (MUITF). A nivel social, suele haber una indignación general cuando escuchamos que esta práctica es frecuente en otros puntos sin embargo acá también sucede.


“Matrimonio infantil” implica toda unión formal o informal (esto incluye las uniones convivenciales tempranas y forzadas) entre una persona menor de 18 años y un adulto o niño. En Argentina es legal casarse formalmente incluso antes de los 16 años con autorización de un juez. Entre los 16 y los 18, es posible con autorización de sus representantes legales (en general, progenitores).


El matrimonio infantil es una violación a los derechos humanos de niñas y adolescentes que profundiza las desigualdades de género y limita las oportunidades de desarrollo. Según el Comité de la CEDAW, los Estados no deben permitir el matrimonio antes de los 18 años, edad en la que se alcanza la madurez y la capacidad plena de actuar.

El sitio Feminacida reflexionó en un artículo: ¿qué capacidad de consentir tiene una persona de 15 años que se casa con un adulto que dobla su edad?, ¿hay consentimiento cuando no existen alternativas? Las uniones forzadas son una forma de violencia sistemática sobre los cuerpos de las niñas y adolescentes en las que se relacionan las violencias físicas, psicológicas, sexuales, económicas, patrimoniales en los ámbitos familiares y domésticos. Las niñas se unen en convivencia con hombres que duplican o triplican la edad. Eso implica un abuso de poder porque los hombres tienen herramientas económicas, información y un lugar en la jerarquía social que las niñas no poseen.

Impacto en las oportunidades


Uno de los motivos por los que las niñas o adolescentes “deciden” casarse es para salir del círculo familiar donde atraviesan violencias. En algunos casos, la unión aparece como una estrategia de supervivencia en contextos de violencia pero el matrimonio infantil la reproduce en la pareja.


Paralelamente, las uniones infantiles tempranas y forzadas impactan en las oportunidades de las niñas y mujeres porque, cuando se unen o se casan, dejan la escuela y luego no tienen herramientas para acceder a un trabajo ni recursos propios, entonces dependen de sus parejas. Es decir, abandonan la posibilidad de tener autonomía económica. En este sentido, el matrimonio infantil repercute negativamente en la educación, salud y oportunidades de las niñas y adolescentes, y genera aislamiento social y mayores probabilidades de embarazos no intencionales.

Escenarios convivenciales


Según la organización Girls not Brides, las niñas unidas en matrimonio o convivencia tienen mayores posibilidades de contraer VIH porque tienen relaciones sexuales sin protección, muchas veces como resultado de violencias sexuales; porque tienen maridos mayores y no están en condiciones igualitarias para poder negociar relaciones sexuales seguras ni para poder acceder a los controles de salud y servicios de salud sexual y reproductiva que podrían brindarles información sobre su estado de salud y sobre cómo cuidarse.


Finalmente, hay otro tipo de escenario convivencial: los casos en los que la niña o adolescente ni siquiera “quiere” unirse. Es decir, a los casos en los que las familias entregan a las niñas para que se unan en matrimonio o convivencia a cambio de algo: dinero, comida, etcétera.

Preceptos ancestrales


En Argentina prácticamente no hay estadísticas ni registros sobre la magnitud de esta práctica. Según una investigación de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) realizada en base a los datos del censo del 2010, aproximadamente el 5 por ciento de las niñas y adolescentes del país están casadas o conviven con varones que les llevan entre 10 y 15 años. En general, esto se da mayormente en adolescentes entre 15 y 19 años. Sin embargo, también hay menores de 15. Las provincias en donde más arraigada está la problemática son Misiones, Chaco y Formosa, que son, paralelamente, las que encabezan las estadísticas de embarazo adolescente.


Algunas de las conclusiones del estudio dan cuenta del peso de los preceptos ancestrales que aún existen y repercuten en las posibilidades de niñas y adolescentes. Otra evidencia es la fuerza que tienen los estereotipos de género que reproducen y naturalizan los matrimonios y uniones convivenciales infantiles.

“Sí, ¿quiero?”


FEIM lanzó la campaña “Sí, ¿quiero?” para visibilizar el alcance de la problemática del matrimonio infantil y los embarazos no intencionales en adolescentes menores a 15 años, también para poblaciones indígenas. Uno de los objetivos fue amplificar las voces de mujeres de distintas comunidades originarias: grabaron distintos spots radiales en cuatro lenguas originarias: Wichi, Pilaga, Qom y Guaraní además de un video subtitulado en qom en el que explican las consecuencias de esta unión en la infancia y adolescencia.


A nivel regional existe un programa interagencial formado entre UNICEF, UNFPA y ONU Mujeres para erradicar el matrimonio infantil y las uniones tempranas. Parte de la estrategia internacional en materia de derechos humanos de niños, niñas y adolescentes es que la edad de matrimonio permitida sea a partir de los 18 años sin excepciones.
Habrá que ver qué datos surgen a partir del último censo y qué indicadores dan cuenta de la magnitud y alcance de esta problemática.


Sin embargo, este abuso de poder no puede visibilizarse de manera aislada. ¿Acaso no es el chineo otra manera de ultrajar los cuerpos de las niñas y adolescentes que no tiene respuesta del Estado? Las violencias contra las infancias y contra las mujeres no son solo las que se muestran, sino también las que se omiten.

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