“No llores”, “Tenés que mantener a tu familia, “¿Todavía sos virgen?”, “En serio ganás menos que tu mujer?”. En distintos ámbitos de nuestra cotidianeidad, todos y todas alguna vez reprodujimos o fuimos testigos de alguna frase de este tipo dirigida hacia un varón.
Detrás de estos comentarios, existe un mandato social dicotómico: los varones deben ser fuertes, activos, autosuficientes, racionales, valientes y exitosos, no así las mujeres.
Además, se trata de comentarios que reproducen e incentivan imaginarios sociales sumamente opresivos en los que no hay lugar para otras identidades no binarias y que excluyen a quienes no se identifican ni con una ni con otra.
Estos discursos validan normas y prácticas que duelen, que excluyen, que contienen en mayor o menor medida mensajes que avalan y justifican modelos de masculinidades que limitan y son caldo de cultivo para las formas de violencia más extremas.
Se trata de discursos y prácticas que engendran violencia hacia quienes no encajan en estas estructuras estancas, y no se identifican ni desean identificarse con identidades binarias, que lejos de ampliar los campos de posibilidades de “ser”, los limitan.
Hablarles a los varones se convierte entonces en una necesidad fundamental para construir vínculos más libres y diversos.
Estos mandatos son parte de un sistema desigual que queremos desarmar para ponerle fin a las violencias de género, y su forma más extrema, los femicidios.
Las cifras no cesan. En 2021, de acuerdo con los datos de La Casa del Encuentro, Argentina reportó un femicidio, transfemicidio y travesticidio cada 29 horas.
Estos números alertan a la sociedad y demuestran que, si bien la agenda de género está cada vez más presente en la conversación, es necesario profundizar los esfuerzos de manera colectiva.
Es muy común encontrar un rechazo casi generalizado a formas de violencia extrema, pero no tanto a formas de violencias más sutiles y menos visibles.
Por dar un ejemplo, muy pocas veces se reflexiona sobre las prácticas que los varones hacen sin consentimiento para conseguir un beso, una cita o tener sexo.
Problematizar estos mandatos y posiciones de privilegios es clave para desarmar y cuestionar las relaciones de desigualdad y de complicidad.
En un contexto donde la violencia machista está sumamente presente -305 femicidios en 2021, de acuerdo con las cifras de la Casa del Encuentro- y para generar conciencia sobre esta problemática, desde la Iniciativa Spotlight, una alianza entre la Unión Europea y las Naciones Unidas por el fin de las violencias de género, y el Consejo Publicitario Argentino nos unimos para crear “Paremos La Pelota”: una campaña que le habla a los varones y tiene como objetivo invitar a reflexionar sobre las actitudes machistas que reproducen violencias.
Ante la aparición de escraches y denuncias constantes, sobre todo en las redes sociales, la primera reacción de la mayoría de los varones suele ser el miedo, el enojo o la protesta.
Pero es importante trascender esa reacción, e invitar a repensar actitudes machistas que aún se encuentran naturalizadas en nuestra sociedad.
Las y los invitamos a cuestionarnos y tomar acción en los espacios que habitamos. Paremos la pelota y empecemos un partido nuevo por masculinidades más libres, respetuosas y diversas.
Para conocer y compartir la campaña “Paremos La Pelota”, te invitamos a visitar www.paremoslapelota.org.