El turismo enriquece culturalmente y tiene efectos significativos en la salud física y mental. Sin embargo, es crucial considerar tanto los beneficios comprobados como la reducción del estrés y el fortalecimiento del sistema inmunológico, así como los posibles riesgos, como enfermedades infecciosas y accidentes.
Viajar es una experiencia enriquecedora en lo cultural y emocional, y también puede tener un impacto en la salud física y mental. Investigadores de diversas instituciones han encontrado vínculos entre el turismo y la reducción de algunos de los efectos más comunes del envejecimiento.
Uno de los estudios más reveladores fue realizado por Fangli Hu, candidata a doctorado en la Edith Cowan University (ECU), y publicado en Science Daily. Este estudio, que es el primero en aplicar la teoría de la entropía al turismo, sugiere que el envejecimiento es un proceso inevitable, pero que se puede ralentizar con experiencias de viaje positivas.
La teoría de la entropía se refiere a la tendencia natural de los sistemas hacia el desorden y la descomposición. Aplicada al cuerpo humano, esta teoría sugiere que los sistemas del cuerpo tienden hacia el desgaste con el tiempo, lo que contribuye al envejecimiento. Hu propone que el turismo puede influir en este proceso de varias maneras. El estudio afirma que el cuerpo humano, cuando es expuesto a experiencias de viaje que involucran actividad física, interacción social y entornos nuevos, puede ralentizar su progreso hacia el desorden, manteniéndose en un estado de baja entropía.
El estudio también sugiere que el estrés crónico es uno de los factores que más acelera el aumento de la entropía en el cuerpo. Los viajes, que proporcionan oportunidades para la relajación y la desconexión, pueden ayudar a aliviar este estrés y, a su vez, disminuir la velocidad del envejecimiento. Actividades recreativas como caminar, escalar o andar en bicicleta aumentan el metabolismo y el gasto energético, mejorando el funcionamiento de los sistemas inmunológicos y de defensa del cuerpo. Además, el contacto con nuevos entornos, como playas, montañas o bosques, contribuye a una disminución en los niveles de estrés y promueve el bienestar físico y mental.
Fortalecimiento
En cuanto a la respuesta inmune, el estudio de Hu muestra que la exposición a nuevos entornos y situaciones de viaje puede desencadenar una respuesta adaptativa en el sistema inmunológico, haciendo que el cuerpo se vuelva más resiliente ante amenazas externas. Esto se traduce en un fortalecimiento general de los mecanismos de autodefensa del cuerpo, que permite una mayor capacidad para la reparación y regeneración de los tejidos, procesos vitales para combatir los signos del envejecimiento.
Este estudio resalta que las experiencias de turismo tienen un impacto directo en cuatro sistemas clave del cuerpo humano: el sistema metabólico, el sistema inmune, el sistema de autoorganización y el sistema de autodefensa. Cuando estos sistemas funcionan de manera óptima, el cuerpo puede mantenerse en un estado de baja entropía, lo que, según Hu, mitiga algunos de los efectos del envejecimiento.
Hu concluye que los viajes deben ser vistos como una intervención terapéutica innovadora que puede ser utilizada para mejorar tanto la salud física como la mental, y que podría tener implicaciones más amplias en campos como el turismo de bienestar o el turismo médico.
Otro estudio mencionado en Newsweek subraya el papel del turismo en la reducción de los niveles de soledad. La interacción social que ocurre al conocer personas locales o al compartir experiencias con otros viajeros puede mejorar el estado de ánimo, aliviar la sensación de aislamiento y estimular la función cognitiva. Los viajes, por lo tanto, contribuyen al bienestar físico, y también al bienestar emocional y mental.
Sin embargo, no todo es positivo. El estudio de la Edith Cowan University, al igual que otras investigaciones, advierte sobre los riesgos asociados al turismo. Enfermedades infecciosas, accidentes y problemas de seguridad alimentaria son solo algunos de los desafíos que los viajeros pueden enfrentar. Estos eventos negativos pueden contrarrestar los beneficios, incrementando la entropía en el cuerpo y, por ende, acelerando el envejecimiento. Un ejemplo claro fue la crisis de salud pública derivada de la pandemia de COVID-19, que mostró cómo el turismo no siempre es un alivio, y también puede exacerbar problemas de salud.