Jóvenes adictos, sin trabajo, ni posibilidades de progreso, son captados por los vendedores de estupefacientes en los barrios marginales para actuar funcionalmente a un negocio macabro y en crecimiento. Sus tareas consisten en advertir a los traficantes del accionar policial, guiar a los eventuales compradores y proteger los territorios de bandas rivales. En menor escala a otras grandes metrópolis, pero en San Nicolás los soldaditos de la droga también cumplen un rol fundamental en la comercialización de estupefacientes.
De la redacción de El Norte
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A una escala mucho menor que lo que sucede en la vecina ciudad de Rosario, donde el narcotráfico es una seria problemática, San Nicolás no escapa al flagelo de las drogas y en lo que va del año se han producido una gran cantidad de episodios violentos relacionados con la comercialización, que derivan en pelea entre bandas por territorios para la venta de estupefacientes, o por las llamadas “mejicaneadas” donde se roban la mercadería entre bandas rivales.
La venta de drogas se vale de muchos personajes útiles que van desde jóvenes sin trabajo, chicos de la calle, remiseros, comerciantes del lugar, familiares y amigos que son piezas claves de un negocio que mueve dinero en las clases más bajas y que muy lejos de desaparecer está en auge.
En medio de todo este próspero y peligroso negocio existen los llamados “soldaditos” que son jóvenes sin trabajo, muchos de ellos adictos, que actúan como campanas avisándoles a los distribuidores que se acercan los patrulleros o hay movimientos “raros” en el barrio.
Recordemos que el pasado 4 de junio, en el marco de una investigación por comercialización de estupefacientes se efectuaron allanamientos en los que procedió a la aprehensión del principal investigado Jordan Acosta, quien se encontraba junto a tres “soldaditos”, desarmando un panel de la puerta de una W Suran para seguramente transportar de manera oculta drogas. Los mismos, al notar la presencia policial intentaron huir siendo todos reducidos y Jordan detenido.
Soldaditos
La forma de comunicarse de los “soldaditos” ante la eventual presencia de policías es por chiflidos. Personal de seguridad comentó a EL NORTE que durante operativos al entrar a los barrios empiezan a sentir los silbidos que se repiten como sirena y que marcan su llegada, por lo que los efectivos deben actuar con celeridad sabiéndose descubiertos.
Además de advertir sobre la presencia de las fuerzas de la ley, la tarea de los llamados “soldaditos” es la de guiar a eventuales compradores y brindarles la seguridad de que podrán realizar la transacción sin que nadie en el barrio los ataque o los robe, cuidando así de alguna forma a los clientes. Generalmente los compradores, en su mayoría del centro de San Nicolás, llegan en remises estipulados para esta transacción que los dejan en un lugar indicado donde son recibidos por soldaditos, que los guían de forma segura a realizar la compra.
Es importante también la función de los “soldaditos” en el cuidado de los mayoristas y de los distribuidores al menudeo para que no sean víctimas también de la acción de otras bandas que intentan “mejicanear” la droga.
Uno de los robos que más se da en esa época es el de las plantas de la marihuana siendo que en esos meses es el de su cultivo y son un bien muy preciado para los vendedores, puesto que ya se termina la época de su cosecha.
Protección
Lo que se ve en aquellos barrios donde el negocio de la venta de estupefacientes es mayor, la protección de muchos otros actores que no participan directamente del negocio de la droga pero que son beneficiarios indirectos de la misma, como ser los kioscos donde en ocasiones los consumidores, luego de comprar los estupefacientes se quedan tomando alguna bebida o comprando cigarrillos o comida. También, al ser un mercado que mueve mucho dinero, le da vida a la zona y se transforma en una triste fuente de ingresos paralela y con mucho auge en esta época de crisis económica y de falta de trabajo.
Los llamados soldaditos en ocasiones no reciben dinero, sino que por su tarea son recompensados con estupefacientes que usan para consumo personal o para vender entre allegados, siempre que no afecten el negocio de quienes los abastecen.
Esta nueva realidad social que afecta a la ciudad en menor medida que otras grandes metrópolis, obliga a los investigadores a cambiar la forma de trabajar y operar de incognito sabiendo que la red que protege a los que comercializan estupefacientes es amplia y difícil de determinar hasta donde llega. Cada vez que se desbarata una operatoria de venta de estupefacientes, da lugar al auge de otra siendo como una hidra a la que al cortarle una cabeza le crecen cinco más.
Desde la Unidad de Coordinación de Estupefacientes del MPF, se resalta la importancia del aporte anónimo de datos proporcionados por la sociedad, que permiten desarticular, tanto puestos de ventas al menudeo o eslabones más elevados en la entramada cadena de comercialización de sustancias estupefacientes, que permiten erradicar mercaderes de sustancias prohibidas que reclutan cada vez más a jóvenes atraídos por el dinero de la droga o por el consumo a cambio de custodiar los lugares de ventas.