La sentencia, que no determinó la detención inmediata como había propuesto la querella en instancia de alegatos, condenó a dos de los tres imputados en la causa por abusos sexuales cometidos en el Jardín Belén. Eso, sumado a la baja cantidad de años respecto a los esperados -15 para Matiussi y Ojeda- y la absolución de Rubíes, dejó sabor a poco en el recinto de los tribunales nicoleños. El mismo pesar se manifestó en las afueras del Palacio, donde alrededor de 150 personas permanecieron hasta el final del dictamen, acompañando a las familias en el pedido de justicia.
Carolina Mitriani
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Un aire pesado, de tensión y amplia expectativa se vivió en la jornada de ayer en el recinto del Tribunal Oral y Criminal N° 2, mientras se desarrollaba la extensa lectura del veredicto. La absolución de María Rubíes no parecía estar en los planes de manera previa, dado que el Ministerio Público Fiscal había indicado que Rubíes era “el eslabón necesario” para que se cometan los abusos infantiles juzgados. La determinación cayó con toda la fuerza de la desolación entre los familiares presentes en la sala.
Sin embargo, fue más marcado el malestar cuando la sentencia explayó ante los presentes que la pena correspondería a 15 años de prisión efectiva, señalando a Tulio Matiussi y Anselmo Ojeda bajo la carátula de abuso sexual simple agravado (por el rol de ministro de Culto y el de guardador, respectivamente). De manera previa, la propuesta de la querella –tanto por parte de los fiscales Dr. Hernán Granda y la Dra. Franca Padulo, tematizada en abusos sexuales, como del particular damnificado, representado por el Dr. Ariel Fusco– superaba ampliamente la pena que se determinó: entre 28 y 33 años de base, considerando una serie de agravantes y la comisión contra múltiples víctimas.
A casa
Las madres denunciantes expresaron un profundo dolor al conocer que los sentenciados podrán gozar del beneficio de la prisión domiciliaria hasta que la sentencia sea firme, es decir, un período que puede llegar a tardar un año y medio. Carla Vitale, quien inició la causa, refirió: “Los queremos presos, adentro de la cárcel, no en sus casas”, pese a que considera que lo obtenido “es algo y están condenados. Fue muy difícil”.
Lo resuelto tiene además un fuerte valor simbólico: “Obviamente que esto lo necesitamos y los chicos el día de mañana van a saber que hay alguien que los cuida, que los cuidó en esta sociedad. Pero lo que queríamos es que fueran presos ya, que sea una condena efectiva inmediata. No vinieron, estuvieron por videollamada, tuvieron también hasta ese privilegio. Nosotros nos llevamos el poder luchar y poder hacer todo lo posible para que esta gente no esté más alrededor de nuestros hijos y de todos los que venían atrás. Espero que no le pase a nadie más”, finalizó Vitale.
Ana Froman, otra mamá de la causa, reconoció con pesar que “la resolución de los jueces del tribunal, de dictar domiciliaria hasta que quede firme la sentencia, nos dolió. Es lo que más duele”. La psicóloga Inés Zaidman, especializada en abusos sexuales, remarcó que transcurrieron “cinco años de juicio. El daño que hicieron a los chicos es grande. El ‘arañazo’ va a quedar de por vida, es imposible que se resuelva. Y ellos (Matiussi y Ojeda) se van a su casa”.
Familia
En su veredicto, el Tribunal Oral y Criminal N° 2 aseveró que “no puede soslayarse que las víctimas en su totalidad han marcado conductas sexualizadas por fuera de su desarrollo, también con sus palabras”. Por la corta edad de las víctimas, y la dificultad extra que esto representa para que puedan nombrar lo padecido y así dar un primer paso hacia el camino que los libere de esa mochila, el TOC destacó que los niños y niños “encontraron la primera contención materna y paterna. Debo destacar, sin pretender caer en estereotipos, que fueron especialmente las madres las que establecieron la primera posibilidad de escucha”, expresó el Dr. Alejandro López, destacando que brindaron desde un principio los espacios terapéuticos acordes para las sospechas de ASI.
“Hay monstruos que solo los niños pueden ver”, reiteraron en sus consignas en las afueras del Palacio de Tribunales los manifestantes que desde el año 2017 acompañan en el pedido de justicia. Invitaban a la concientización acerca de este flagelo, que presenta un marcado subíndice de denuncias por las condiciones revictimizantes que suele implicar la denuncia y exposición de la comisión de un delito contra la integridad sexual. Es por esto que se valoró socialmente la determinación de estas familias, que decidieron ofrecer el espacio de escucha y contención a esos niños y niñas, cuando tenían tan solo entre 3 y 5 años, algunos de ellos con uso de chupete y apenas algunas palabras en su haber incluso.
Las familias y los manifestantes –mayormente mujeres, con sus hijos e hijas en brazos o portando peluches– marcaron en este caso un precedente que pocas veces llega a la luz de la Justicia y con tal plexo probatorio, de amplitud y contundencia. Asimismo, se destacó la labor ad honorem del equipo de ACASE (Asociación Contra los Abusos Sexuales) y el acompañamiento de víctimas de abusos en el ámbito del clero, vinculados a casos de resonancia histórica nacional.
Escuchar, creer, acompañar y brindar asistencia profesional fueron los estandartes de las movilizaciones que acompañaron a las víctimas del Jardín Belén hasta la sentencia ayer dictada.