En el Museo de Arqueología de Alta Montaña, homenajea uno de los hallazgos incaicos más importantes del mundo.
Ubicada a 1.100 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de Salta es una de las que mejor conserva sus aires coloniales en la Argentina.
Fundada en 1582 por el español Hernando de Lerma para convertirse en nexo entre los minerales de Potosí, en Bolivia, y el puerto de Buenos Aires, hoy, “La Linda” recibe a los turistas con un abanico interminable de propuestas que terminan enamorándolos del lugar.
Uno de los lugares que atrae a los visitantes como un imán es el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), que resguarda un tesoro único de la cultura incaica: los Niños del Llullaillaco.
Este hallazgo en 1999, a más de 6.700 metros cerca de la cima del volcán Llullaillaco, despertó en su momento gran conmoción en la provincia y se decidió construir el museo, con la idea de resguardar y difundir el descubrimiento de las momias de más de 500 años. Son conocidos como la Niña del Rayo, el Niño y la Doncella, y forman parte de un ritual incaico denominado Capacocha.
El MAAM ofrece una experiencia única a sus visitantes, con un sistema avanzado de criopreservación que mantiene intactas las momias y los objetos ceremoniales que las acompañaban en su viaje al “mundo de los dioses”.
Además de su exposición, el museo alberga laboratorios de investigación y espacios dedicados a la conservación y estudio de estos hallazgos, promoviendo una comprensión profunda del mundo andino y su conexión con la naturaleza y la espiritualidad.
El museo se encuentra frente a la Plaza 9 de Julio y es uno de esos lugares que dejan al visitante con la boca abierta. (DIB)