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sábado, octubre 19, 2024
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“Llegar al verano”: confrontar con la expectativa social sobre nuestros cuerpos

DESTRUYENDO MANDATOS

El cuerpo, la depilación, el bronceado, las dietas y hasta la etnia, parecían ser un “obstáculo” para “tener el cuerpo de verano” hasta hace unos pocos años. Si bien no todo está resuelto y aún queda mucho estereotipo por romper y pensamientos por cuestionar, el camino hacia desarmar mandatos socialmente impuestos ya comenzó y es visible en las nuevas generaciones.  

No sin polémica por los estereotipos instalados, las marcas avanzan sobre publicidades menos hegemónicas. Es el caso de ‘body positive’ en torno a una campaña de baño de la firma Roxy. WEB.

Judith Coronel
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En la sociedad en la que vivimos, hay una lógica patriarcal que se repite de forma constante: la presión que existe sobre las mujeres en relación a su cuerpo, cómo tiene que ser y qué hacer o no hacer con él. Todas hemos escuchado alguna vez la frase “llegar al verano”, pero a qué hacen referencia realmente esas tres palabras. Los conceptos y dichos que se desprenden de esa expresión son cientos de mandatos socioculturales y con ella, las inseguridades y los juicios propios como ajenos.

“Para poder analizar los mandatos impuestos con el cuerpo de las mujeres, necesitamos y tenemos que reconocer que hubo un señalamiento y una visibilización de estos estereotipos tradicionales de belleza asociados a la femineidad, a lo femenino”, sostuvo consultada por EL NORTE la psicóloga y docente Fabiana Conti.

En este contexto, hace varios años el colectivo ‘Mujeres que no fueron tapa’ promueve la campaña #HermanaSoltaLaPanza mediante la que invita a reflexionar sobre la diversidad de los cuerpos, a la vez que critica los estereotipos de belleza y género impuestos socialmente. A principio de este año, la organización realizó una encuesta que fue respondida por más de 8.100 mujeres (el 91 % eran argentinas, el 7,6 % de América latina y 0,9 % de Europa), de las cuales el 85 % se encontraba en la franja etaria entre los 25 y los 50 años.

Los datos más relevantes – y preocupantes – que expuso el relevamiento fue que el 97,6 % de las mujeres declaró que se sometió al menos a una dieta para bajar de peso y que la madre fue la primera persona en recomendar el inicio del régimen alimentario. En cuanto a la salud mental, el 67,3 % aseguró que empeoró a raíz del sometimiento de la dieta.

¿Y CON LA PANZA QUÉ?

La dieta, el cuerpo – sin celulitis, sin estrías y depilado por supuesto -, además del bronceado, eran para gran parte de la sociedad el protagonista del verano. La idea de exponerse frente a otras personas con un cuerpo que “no cumple” con lo socialmente impuesto era inaceptable.

“El concepto de un estereotipo de belleza implica que no le da lugar – o no le daba lugar – a la diversidad corporal que tenemos las mujeres, no solamente vinculada al peso, a la talla, sino a la etnia también, porque el estereotipo de belleza tradicional de lo femenino ha sido la mujer flaca, alta, blanca, armónica, depilada, con tetas grandes, con cadera grande y con cintura pequeña”, afirmó Conti.

Una de las principales premisas que se observa – cada vez con menos fuerza – en las portadas de las principales revistas es la de “tener un cuerpo de verano”. De esta forma se refuerza uno de los principales mandatos, los cuerpos deben y tienen que ser de esta temporada, no basta con tener un cuerpo funcional, sino que hay que adaptarlo a lo que la sociedad – y el mercado –quiere: menos panza, más curvas – pero tampoco tantas -, y así un sinfín de dicotomías innecesarias.

También es cierto que este “tipo ideal de cuerpo” ha ido cambiando con el correr de los años – y de las modas -. Hasta hace un tiempo, las revistas y las publicidades nos inundaban con imágenes de mujeres “perfectas”, con dietas o soluciones mágicas que nos prometían que si éramos más flacas seriamos más felices.

NATURALIZACIÓN Y MERCADO

En ese sentido Conti dijo: “Estos mandatos de que hay que estar de determinada manera, con determinada cantidad de kilos, son muy terribles y es muy tremendo que se naturalice tanto y que además esté asociado a un mercado, porque esa es la otra cuestión, todo lo que se fue logrando en relación a deconstruir cuerpos hegemónicos o corporalidades exigidas para las mujeres, muchas veces se termina perdiendo frente a esa exigencia o a esa cuestión del mercado, de vender productos que hacen que terminemos comprando la depilación definitiva, la dieta, la malla de tal o cual manera, el bronceado eficaz, etcétera”.

Más allá de la presión social agobiante, es esclavizante someterse a lo socialmente establecido para después pasar por otro jurado mayor: uno mismo. En la actualidad en Argentina, entre el 10 % y el 15 % de la población manifiesta algún trastorno alimentario, cifra preocupante, que se incrementó después de la pandemia. De esa totalidad, el 90 % son mujeres y el 10 % hombres. Luego de Japón, Argentina es el país con más casos de trastornos alimentarios a nivel mundial.

En relación a esto, Conti afirmó “En otro momento estas exigencias generaban mucho más consecuencias, por lo que uno escucha en el consultorio o lo que ve de manera un poco más intuitiva, no tienen la misma prevalencia epidemiológica que en otro momento”.

CUESTIONAR PARA LIBERAR

Si bien hace años se trabaja para desarticular estos mecanismos de control, aún queda mucho camino por recorrer. “De alguna manera creo que gracias a los movimientos de mujeres y por todas las producciones teóricas, se pudo ir haciendo visible que había históricamente una exigencia o mandatos vinculados a los cuerpos de las mujeres, sobre todo porque los cuerpos de las mujeres han sido el territorio de consumo, de apropiación del patriarcado, entonces creo que esto se logró al menos poner en la agenda”, aseguró.

Los cambios paulatinos en la sociedad, construyen una generación distinta, más abierta a la diversidad y menos prejuiciosa. Por eso otros factores como la edad, influyen a la hora de desarticular estos pensamientos que fueron trasmitidos por años, la cuestión generacional también incide en cómo se reciben estos mandatos. “Creo que por ahí para las pibas hay impregnado mucho más la posibilidad de no sufrir la opresión de un mandato de un cuerpo hegemónico y creo que eso se ve en la calle, en lo cotidiano, pero para las generaciones anteriores, las que somos un poco más grandes, todavía cuesta mucho más pensar en romper esos mandatos y que no nos afecten”, se sinceró Conti.

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