Con la llegada de los primeros fríos aumenta la demanda de medicamentos y en las farmacias empiezan a denunciarse faltantes. Antibióticos como la amoxicilina cuesta conseguirlos y ya se está notando escasez de muchos productos. Asimismo, en lo que va del año la inflación rondó en un promedio del 30%
Germán Rodríguez
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La situación es preocupante, y ya a principios de año las farmacéuticas lo estaban advirtiendo respecto al faltante de medicamentos en la ciudad. Este problema en realidad es a nivel nacional, pero en nuestra región recién se está empezando a vivir ahora porque las droguerías tenían un buen stock que hoy ya empieza a flaquear. En materia de medicamentos son muchos los que están escaseando, pero especialmente en lo que respecta a antibióticos, como por ejemplo la amoxicilina, que es de los más requeridos, al igual que otros remedios importantes para efectuar nebulizaciones. Las droguerías se fueron abasteciendo, pero, según lo comentado a nuestro medio por farmacéuticos consultados, ya empezaron a fallar en la provisión porque el stock empezó a mermar.
Aunque la crisis logística es generalizada, al igual que la presión sobre los precios de las materias primas, variables que inciden en la provisión de medicamentos y precios a nivel mundial, la Argentina cuenta con un aditamento extra que hace temer sobre el abastecimiento de los mismos: las restricciones a la importación.
El 90% de un medicamento en la Argentina es importado, ya sea por insumos adicionales como el PVC como por alguno de sus componentes.
Asimismo, los empresarios del sector dan cuenta de un aumento de materia prima de entre un 10% y 20% promedio, dependiendo del origen y del tipo de la materia, costo que están absorbiendo.
A pesar de ello, el mayor peso es el logístico, ya que hay escasez de barcos que trasladen los productos debiendo empezar a buscar zonas francas o dejar mercadería en depósitos en otros países, lo que incrementa aún más los costos.
Aumentos
En nuestra ciudad los precios de los medicamentos están estipulados a nivel nacional y las farmacias no los pueden variar, aunque ya hay denuncias de algunas que tienen los precios más caros. En lo que va del año los aumentos rondaron el 30%. Por ejemplo, la amoxicilina 500 x 21, el primero de enero estaba $462,73 y a la fecha está $606,76 registrando un aumento del 31%; la aspirina pasó de $428,80 a $519,12 con un 21% de incremento; el Corteroid subió un 23%; Alplax 0,5 gramos un 31%; la Novalgina 500 un 37%; el Actron 600 subió un 37,1 %. Lo que más aumentó fue el Tafirol que pasó de $769 a $1243, registrando un incremento del 61%. El Ibuprofeno 600 pasó de costar $180 a $250; Ketorolac de $250 a $350 y el Enaladril de $120 a $200, por dar un ejemplo de algunos de los medicamentos con más salida y cómo fueron aumentando. Desde las droguerías argumentan que el aumento debería hacer sido mayor, pero que las mismas fueron absorbiendo costos para no golpear tanto al mercado.
Los medicamentos de altos costos tienen gran incidencia en el presupuesto de las entidades financiadoras de la seguridad social. El afiliado tiene total cobertura, pero los costos para las obras sociales e instituciones hospitalarias son de alto impacto. El aumento en este caso fue el mayor: 7.16% mensual.
Genéricos
En agosto cumplirá 20 años la ley de prescripción por nombre genérico, cuyo espíritu fue emparejar la competencia de los laboratorios farmacéuticos y ampliar el acceso a productos más económicos, impulsando el uso de medicamentos genéricos en el país. Sin embargo, este tipo de fármacos ocupa, hoy, menos del 4% del mercado, y según la consultora IQVIA, Argentina está entre los países con medicamentos más caros. Tomando precios de lista, un 35% encima de la media sudamericana.
Los que cuestionan el “estado de salud” del mercado farmacológico observan un atraso con respecto a la región, a Estados Unidos y a Europa. Y es que Argentina no tiene prácticamente medicamentos genéricos bioequivalentes.
En el mundo, los “genéricos” son remedios que cumplen dos condiciones: una es que imitan medicamentos que en su momento “innovaron”, pero que pueden ser “copiados” porque su patente venció; la segunda es que aprobaron una prueba de bioequivalencia, estudio clínico que garantiza la similitud, o más bien, la intercambiabilidad respecto del original-innovador.
Aunque el 90% de los medicamentos que se venden en la Argentina son “copia” de fármacos con patente expirada, la mayoría de esos productos no fueron evaluados con una prueba de bioequivalencia, que sí se realiza en otros países pero que la Anmat no exige. Según distintas voces del sector, esa variable traccionaría una contención general en los precios.
Los remedios innovadores con patente vigente (tramitada tras haber cumplido las fases 1, 2 y 3) suelen comercializarse a un precio especialmente alto, que tiene asidero en la necesidad de recuperar la inversión puesta en el desarrollo. En Argentina las patentes duran cinco años.
Más caros de Latinoamérica
Un estudio, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), determinó que en América Latina “hay enormes disparidades en los precios de los medicamentos” entre un país y otro, y en ese marco los fármacos de Argentina, Panamá y Uruguay tienen valores “superiores al 25% del promedio regional”. Además, “como el poder adquisitivo no solo lo determinan los precios sino también los salarios, Argentina y México muestran el menor poder adquisitivo” para obtener remedios y las personas deben trabajar más horas para su compra.
Esta información está contenida en un trabajo el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), en la cual se estudió cuánto cuesta una “canasta” hipotética de cinco productos farmacológicos: insulina (para la diabetes), losartán (para la presión arterial), paracetamol (antiinflamatorio), amoxicilina (antibiótico) y letotiroxina (para el hipotiroidismo).
La investigación se concentró en la comparación de precios en 11 ciudades de otros tantos países del subcontinente: Buenos Aires (Argentina), La Paz (Bolivia), San Pablo (Brasil), Bogotá (Colombia), Santiago (Chile), Quito (Ecuador), Asunción (Paraguay), Lima (Perú), Montevideo (Uruguay), Distrito Federal (México) y Panamá (capital del país homónimo).
De ese relevamiento surgió el “Informe sobre los precios de medicamentos en América Latina”. Al mencionar “el gasto de bolsillo en salud que deben enfrentar los hogares” en América Latina, la presentación del informe señala que “casi el 8% (de los hogares) gastan más de un 10% de su ingreso en gastos sanitarios, situación que genera, como consecuencia, que un 1,7% de la población caiga por debajo de la línea de pobreza”.
Específicamente respecto de los medicamentos, el estudio del Celag comprobó que “los precios de Perú, Brasil, Bolivia, Colombia y Chile son los más bajos; los de Paraguay, Ecuador y México se ubican en torno al promedio regional (+/- 10%), y los de Argentina, Panamá y Uruguay tienen precios superiores al 25% del promedio regional”.
Otra parte del trabajo del Celag explica que “como el poder adquisitivo no solo lo determinan los precios, sino también los salarios, Argentina y México son los países que muestran el menor poder adquisitivo de medicamentos y se necesita trabajar cuatro horas más que el promedio latinoamericano de ocho horas para adquirir la misma canasta.
Los integrantes del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica señalan, entre las conclusiones de su investigación, que “las regulaciones y la aceptación cultural respecto del uso de (medicamentos) genéricos parece estar involucrada en las prácticas que explican los mejores precios”.
Arriba de la inflación
En 2021 los medicamentos aumentaron por encima de la inflación (51,9% contra 50,9%) y por los números que se están viendo en nuestra ciudad, no llegamos a mitad de año y el incremento ronda el 30%.
En nuestro país, los remedios representan 25% del gasto en salud, y los llamados medicamentos especiales, que son los de muy alto precio, como las moléculas biológicas para el tratamiento del cáncer y otras enfermedades crónicas o las terapias génicas para enfermedades raras, hoy ya se llevan más de 20% de este costo, que sigue escalando a un ritmo exponencial.