Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt. 23,1-12).
Por monseñor
Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás
«Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: “Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco ‘doctores’ porque solo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”». Palabra del Señor.
Ocupar los primeros puestos
En el Evangelio de este domingo si bien Jesús habla de los líderes religiosos, sus palabras se pueden aplicar a todos aquellos que por su profesión o función tienen una cierta exposición social. En ese sentido, estar en un podio con gente que aclama, de suyo no está mal si el que ocupa ese lugar ganó la competencia por sus aptitudes, su sacrificio y preparación, lo vimos, por ejemplo, en la entrega del “Balón de oro” a Lionel Messi y todos pensamos que se lo merece, no solo como deportista, sino como persona; ocupar los lugares principales en una fiesta o en un acto público es normal que se le otorgue a gente valorada por su acción por el bien común, por ser un ciudadano ilustre o porque tiene una responsabilidad social; saludar con respeto a esas personas es lo correcto, se trata de gente valiosa personal y socialmente hablando.
El liderazgo
Lo que Jesús pone en cuestión es la necesidad de integridad en aquellas personas que ejercen un liderazgo, en el caso de los doctores de la ley, dice a sus discípulos y a la gente: “Hagan y cumplan todo lo que les digan, pero no se guíen por sus obras porque no hacen lo que dicen”. Si un sacerdote predica muy bien sobre los valores del Evangelio que hay que vivir, pero su vida es contraria a esos valores, aunque esté al frente de una iglesia, no ejercerá ningún liderazgo, nadie lo seguirá en sus consejos y es probable que con el tiempo tenga la iglesia vacía; si quien está al frente del bien común aplica “ajustes” a los ciudadanos de toda una Nación, exhortándolos al sacrificio, pero su asignación es veintisiete veces un sueldo básico y con eso vive placenteramente, no solo no ejercerá ningún liderazgo, sino que despertará indignación en sus gobernados. El ajuste se tiene que dar primeramente en los líderes, entonces los que los siguen se sentirán motivados a imitarlos.
“De una sola pieza”
La expresión “sincera” viene de la antigüedad y se aplicaba a las piezas de mármol que no estaban partidas y entonces no había que ponerles cera en la unión de dos pedazos para que estén mejor presentadas y luzcan como si se tratase de “una sola pieza”, aunque, en verdad, no lo eran. Está claro que lo que tenía valor era el mármol de “una sola pieza”, el que no estaba partido. Con el paso del tiempo esta expresión cobró un significado moral y se aplicó a las personas íntegras, a las que no mienten, a las que son “sin cera”, es decir, no están partidas en dos, de modo que, aunque se presenten como personas coherentes, sus palabras van por un lado y su vida por el otro. Algo así ocurre con la palabra “hipócrita” que nace en el ámbito artístico, más concretamente en el antiguo Teatro Griego. En ese contexto, la palabra simplemente significa eso: ‘artista’. Se trata del que en una obra de teatro representa un papel que no necesariamente coincide con su personalidad. El artista está “desdoblado”, en la comedia representa a alguien que no es él. Jesús lo toma de allí y le da un sentido moral. Cuando critica a los doctores de la ley y les dice “hipócritas”, les está advirtiendo que no funcionen como los artistas, que representan a alguien que no son. ¿Hay dudas de que, en nuestra sociedad argentina, desconfiada y escéptica, necesitamos ser personas sinceras, es decir, de una sola pieza, para que vuelvan la confianza, la credibilidad y el compromiso por el bien común, entonces nazca la esperanza de que una vida mejor para todos es posible? Los cristianos creemos que esto es un regalo que hay que pedirle a Dios, creemos que si Él nos sana las grietas que causó el pecado en nuestra persona, la integridad es posible. Pedimos ese regalo sobre todo para aquellos que ejercen un liderazgo; sin embargo, ser “de una sola pieza” es vocación de todos. Como la Virgen no tuvo pecado, no tuvo grietas en su persona y sabe que Dios nos quiere sanar de nuestras incoherencias, por eso le decimos: «Madre, danos a los argentinos el regalo de ser “de una sola pieza”».