El juego de poder en la Provincia, detrás de la gran pelea nacional por el FMI. Kicillof hace equilibrio y conversa con Cristina, inventora del 6 por 6. El “abrazo de oso” a Insaurralde y el respaldo de Nardini. Santilli fantasea con la UCR, que tiene votos pero no encuentra candidato. Y se endurece para contrastar con intendentes y con Larreta. El juego de Bullrich, que acelera. Y las sospechas sobre la larga mano de Mauricio Macri.
Por Andrés Lavaselli
La batalla legislativa por el acuerdo con el FMI terminó de desnudar la interna feroz que albertistas y cristinistas libran en la cima del Frente de Todos y, a la vez, dejó traslucir discrepancias entre “halcones” y “palomas” en Juntos por el Cambio, aunque el acuerdo sobre la postura final las matizó. En la Provincia, en paralelo, comenzaron a asomar los primeros movimientos que, montados en parte a esas líneas de fractura pero a veces trazando diagonales que las relativizan, permiten asomarse a la pulseada electoral interna que ya se libra en cada fuerza.
Uno de los actores de ese tablero es Axel Kicillof, que en la semana se vio dos veces con Cristina Kirchner, una en el Senado y otra, menos difundida, en el departamento de la vice. Una certeza circuló, luego, en la mesa chica del gobernador: CFK está furiosa con el acuerdo con el FMI –igual que Kicillof, que ya no media con Martín Guzmán por este tema–, pero está aún más preocupada por el 8,6% de inflación en alimentos en el Conurbano, un desafío doble para un Gobierno nacional cuya fractura expuesta lo debilita en la mesa de negociación con los popes de la economía local. En términos de poder concreto, el problema es lo que ese índice puede hacerle a la fidelidad de la base electoral de CFK le “presta” a Kicillof. Las encuestas todavía sostienen al gobernador como la opción más razonable para que el FdT intente retener la gobernación. Pero él no dice, o no sabe, si será candidato único. Por ahora, se limita a aceptar la posibilidad de una interna. Tampoco aclara si habló el tema con Cristina, la gran electoral bonaerense del oficialismo. Pero en su equipo cuentan que fue ella la que inventó el concepto de “seis por seis”, que usa Kicillof para instalar su reelección.
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Enemigo adentro
El gobernador entiende que, hoy, su adversario es su propio jefe de Gabinete, el silencioso Martín Insaurralde, aliado de Máximo Kirchner. Para esa pelea, el gobernador apuesta a mostrar gestión este año, a un nivel que lo ayude a mejorar sus índices de valoración, su mayor activo electoral en el FDT si no se tiene en cuenta a CFK. Y para eso, debe llevarse razonablemente bien con Alberto Fernández, lo que lo obliga a ejercicios de equilibrismo en medio de la furiosa interna nacional. ¿Lo entenderá Cristina? Con Insaurralde, comenzó a aplicar una estrategia de “abrazo de oso”: muestras repetidas de cercanía para ponerlo en el lugar de tener que explicar por qué primero lo acompañaba y luego lo enfrentó. Además, le trabaja el frente interno: hace unos días, en un acto en San Vicente, el ministro de Obras Públicas, Leonardo Nardini, que llegó al Gobierno como aliado del jefe de Gabinete después de la derrota de 2021, dijo en un acto en San Vicente que “vamos a trabajar para que el seis por seis sea una realidad concreta” y para “construir de la mano de este proyecto político, de este gobernador, estos próximos seis años”.
La oposición
En Juntos, lo más llamativo, por ahora, es un vacío: el radicalismo, al menos el oficialismo partidario, ahora tiene votos pero no encuentra un candidato a gobernador. Sobre esa carencia, que Facundo Manes agigantó cuando se mostró en La Plata como presidenciable, trabaja Martín Tetaz, como parte del armado de Martín Lousteau. Es un movimiento que sigue de cerca Diego Santilli, que nunca dejó de caminar y para septiembre completará una nueva vuelta a la Provincia. Confiado en que es, hoy, el nombre propio más instalado de Juntos, tiende puentes con la UCR, a la que le muestra la silla de la vicegobernación. Aunque mientras se define el escenario nacional prefiere la cautela, ya comenzó a endurecer su discurso. Es un modo de diferenciarse de Horacio Rodríguez Larreta, pero también de algunos alcaldes, como Julio Garro (La Plata) o Diego Valenzuela (Tres de Febrero), a quienes juzga poco críticos de la gestión de Kicillof. Detrás existe un diagnóstico sobre la “derechización” de la sociedad en los últimos dos años que, en una segunda etapa, lo llevará a buscar la cercanía de liberales como José Luis Espert.
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Otra agrupación
Montada en esa misma percepción sobre el clima social, Patricia Bullrich, tal vez la dirigente argentina que menos teme autodefinirse “de derecha”, mandó a Patricia Vázquez a lanzar La Provincial, primera agrupación de un sector propio en formación en PBA. Bullrich acelera porque cree que, llegado el caso, el criterio para competir en la interna bonaerense será tener “boleta completa”. Pero su espacio es muy incipiente: se nutre básicamente de lo que no forma parte del armado de Santilli. Tiene al ex Lilito Gerardo Millman como armador y a Javier Iguacel, intendente de Capitán Sarmiento, en el rol de postulante a gobernador. ¿Y Mauricio Macri? No expresa, por ahora, preferencias en público. Pero, malician algunos, mueve fichas tras bambalinas. Muchos sospechan de la supervivencia de la causa de la “Gestapo judicial” en el juzgado de Ernesto Kreplak –hermano de Nicolás, el ministro de Kicillof– que avanza con María Eugenia Vidal en la mira. Hasta el juez platense se pregunta qué influencia evitó la migración a Comodoro Py, donde, calculan, serían más amables con la exgobernadora bonaerense.