Era llamada “Tía Talio”, elemento con el que se fabricaban insecticidas y raticidas. Le gustaba hacer el té e invitar a amigos y familiares con budines, tortas y galletitas.
Caroline Grills, conocida como “la tía talio” y comparada con “Yiya Murano”, envenenó y mató en Australia a su madrastra, su cuñada y otros dos familiares políticos para apoderarse de sus pertenencias.
Para asesinar a sus víctimas, Grill usó talio, un metal parecido al estaño y muy tóxico con el que se solían hacer raticidas e insecticidas, aunque luego se eliminó su utilización con esos fines.
Nacida en 1888 en Balmain, Nueva Gales del Sur, esta mujer buscaba apoderarse de pertenencias valiosas para mantener un estilo de vida respetable.
Hija de George Michelson y Mary, las múltiple homicida se casó con Richard William Grills -adoptó su apellido de casada- el 22 de abril de 1908, con quien tuvo cuatro hijos.
En 1947 murieron cuatro miembros de la familia entre los cuales se encontraban su madrastra Christine Mickelson, de 87 años; parientes por matrimonio Angelina Thomas y John Lundberg; y su cuñada Mary Anne Mickelson. A partir de ese momento, ella se convirtió en la principal sospechosa de estos crímenes.
Las autoridades probaron el té que le había dado a otros dos miembros de la familia (Christine Downey y John Downey de Redfern) el 13 de abril de 1953 y detectaron talio, usado entonces
comúnmente como veneno para las ratas en el hogar. Ese elemento se podía comprar sin receta en Nueva Gales del Sur.
La homicida heredó del padre de Grills una casa en Gladesville y se especuló también que ella había asesinado al hombre con la intención de heredar la vivienda.
Asimismo, Thomas era amiga cercana de la familia del matrimonio Grills y había dejado su casa de vacaciones en las Montañas Azules a la pareja.
Grills solía preparar té, budines, tortas y galletitas a sus amigos y suegros, tal como en la Argentina hizo Yiya Murano.
En octubre de 1953, el tribunal la acusó de cuatro homicidios y de tres intentos de asesinatos (a Christine Downey y John Downey se le sumó Eveline Lundberg, madre de la primera).
El 15 de ese mes fue hallada culpable y condenada a muerte, pero su sentencia fue cambiada luego a cadena perpetua en la cárcel.
Ya en prisión, las otras reclusas la llamaban cariñosamente “tía Thally” por el talio que usaba para envenerar y matar gente.
Estuvo en la prisión de Long Bay en Sidney, pero en octubre de 1960 fue llevada de urgencia al Hospital Prince Henry en Randwick, donde murió de peritonitis por una úlcera gástrica.
En los meses que siguieron, hubo más casos de intentos de envenenamiento con talio, entre ellos el de Bobby Lulham, un destacado futbolista de la Australian Rugby League.