Tratar de encontrar la trama oculta detrás del asesinato de Norma Peña y de Mario Darío Raut desvela a los investigadores. Dos adolescentes de 14 y 15 años se adjudicaron el crimen. Los allegados a cada una de las partes se plantean interrogantes que van desde el abuso, el robo y hasta el encubrimiento de un tercer partícipe.
De la redacción de EL NORTE
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El atroz crimen fue descubierto luego de que dos adolescentes de 14 y 15 años se presentaran en la Comisaría Primera de San Nicolás confesando haber disparado contra dos personas en el sector de la isla conocido como Rancho Raut. Inmediatamente los efectivos policiales junto con personal de la Prefectura Naval se desplazaron al lugar. Al llegar se encontraron con los cuerpos sin vida de Norma Peña, de 55 años, y de Mario Darío Raut, de 58. Estaban en una vivienda de la zona de islas frente a la localidad de Ramallo. Ambos presentaban impactos de bala de escopeta. Uno fue hallado boca arriba en la planta baja de la casa, el disparo habría sido efectuado con la víctima acostada e ingresó por el tórax. El cuerpo de Norma, en cambio, estaba en la planta alta, detrás de una puerta y el proyectil habría ingresado por la axila, lo que podría indicar que la mujer trató de protegerse.
Todo fue descubierto alrededor de las 7 de la tarde del pasado jueves cuando ambos adolescentes llegaron a la Comisaría y narraron que habían herido a dos personas en las islas a la altura de las costas de Villa Ramallo. En el lugar incautaron varios plomos desnudos que estaban deformados y a su vez restos de municiones que son utilizadas por armas largas. Además, secuestraron celulares y analizaron los datos aportados por esos menores quienes dijeron que habían arrojado la escopeta a las aguas del río Paraná. Basándose en los diversos datos que fueron aportados al expediente, los investigadores de la seccional concretaron un allanamiento en una vivienda de barrio Cavalli, donde se domicilia el padre de uno de los menores. Allí secuestraron una mochila que contenía distintas prendas de vestir que fueron utilizadas por los adolescentes al momento del doble asesinato.
Las hipótesis
El móvil del crimen continúa siendo un misterio, se barajan distintas hipótesis tratando de explicar lo inexplicable. ¿Por qué dos adolescentes de tan corta edad habrían cometido un hecho tan atroz? Desde un sector, quienes pretenden hallar respuestas, hablan de un supuesto abuso sexual cometido por la víctima en perjuicio de un menor con la complicidad de la mujer ultimada que llevó a los autores de los homicidios a cometerlos. Desde la otra parte, arriesgan la teoría del robo, ya que el hombre habría efectuado algunas ventas. También la posibilidad de que haya sido el mismo Raut quien descubrió un abuso y buscaron callarlo y hasta arriesgaron la teoría de que los menores, que son inimputables, pudieran endilgarse las muertes para encubrir a alguien más. Lo cierto es que la intrincada trama no encuentra aún sus respuestas. Mientras tanto, los confesos autores fueron derivados a un Centro de Admisión de Detenidos instalado en el paraje San Francisco, en la ciudad de Mar del Plata.
Las víctimas
Norma Peña (55) tenía seis hijos y trabajaba desde hacía mucho tiempo en el rancho de Raut. Se dedicaba al mantenimiento del lugar, la cocina y el cuidado de los animales. Era muy querida por la familia de su empleador, quienes la describieron como a una mujer muy “guapa”, buena y trabajadora, que había batallado contra el cáncer y ganado la contienda.
Mario Darío Raut (58) estaba casado, tenía cuatro hijos y tres nietos. Le gustaba el fútbol, era hincha de Boca. Se dedicaba a la pesca y en los últimos tiempos, buscando acrecentar ingresos, también a la apicultura.
Su hija Leonela, en diálogo con El NORTE, lo describió como “lo más grande, nuestro orgullo”.
“Laburante como pocos, un luchador. Había venido hace muchos años junto a su familia de Entre Ríos, era descendiente de alemanes. Trabajó de todo, hasta fue albañil antes de ser pescador. Él estaba en la semana en la isla ocupándose de todo y los fines de semana se venían para su casa con nosotros acá en San Nicolás. A pesar de que le faltaba una pierna y a veces tenía dolores, nunca paraba. Hace unos 26 años por una disputa de tierras en la isla lo habían herido y había perdido la pierna; llevaba una prótesis desde entonces, pero él no se quejaba”, explicó Leonela.
Y amplió: “Era muy solidario. Los chicos que lo mataron trabajaban con él, me extraña mucho lo que pasó. A uno de ellos lo tenía como a un hijo, venía a comer a casa y muchas veces se quedaba porque tenía conflictos con su papá; la madre era de Reconquista, en Santa Fe. Hace unos días le pidió plata para viajar a verla, cuando volvió lo hizo acompañado de este otro muchacho, al que no llegamos a conocer, y mi papá le dio trabajo también. A todos los empleados que tuvo los tenía como a hijos. No sé qué pudo haber pasado. Se dicen muchas cosas, yo solo puedo decir que tanto él como Norma eran muy solidarios, muy de ayudar, incapaces de hacer algo malo. Pensamos que como mi papá puso en venta algunas cosas quizá creyeron que tenía plata, no sabemos, y no nos dicen nada. También imaginamos que pueden estar encubriendo a alguien más, porque mi papá era un hombre alto y fuerte, es raro que de la manera que lo mataron lo hayan hecho solos. Como familia necesitamos que se sepa en todas partes. Pedimos justicia, que se aclare todo, que paguen los que tengan que pagar por lo que hicieron. Si los menores no fueron, y están encubriendo algo, que por favor hablen, hay dos familias completamente destruidas. Mi mamá, que sufrió pérdidas muy tristes en su vida, está devastada, destruida y merece respuestas”.