En pocas semanas, el covid apagó las vidas de cuatro de los seis integrantes de la familia Arce. Sólo Mario y Silvia sobrevivieron al devastador virus que se llevó a sus padres y dos hermanos. Los sucesos, trágicos, revelan también una historia de amor. “Le pido a todo el mundo que se cuide, y que también cuiden a sus familiares. La pandemia te puede quitar lo que más querés y dejarte un dolor eterno”, cuenta Mario Arce.
Guillermo Insúa
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Los antiguos griegos crearon una forma literaria que llamaron «tragedia», cuya dramatización se centraba en el sufrimiento, la muerte y las experiencias dolorosas de la vida humana.
Las tragedias conmueven, siempre. Mucho más cuando son relatadas en primera persona. Porque se hace imposible no empatizar con esa voz quebrada, con esos ojos vidriosos, con el tono de tristeza en cada palabra dicha a conciencia de la irreversibilidad de los hechos.
Mario Arce es estilista y hasta hace poco tenía una familia. Feliz. Unida incluso en la distancia. Pero en pocas semanas la pandemia le arrebató el abrazo del padre, el beso de la madre, la posibilidad de sentirse niño otra vez en cada reencuentro con sus hermanos.
Mario y su hermana Silvia (53) son los únicos sobrevivientes de una familia de seis miembros con la que el coronavirus se ensañó trágicamente. Sus padres Juan (78) y Josefa (76), su hermano mayor Hugo (55) y también el menor Juan (42) fallecieron en pocos días bajo las condiciones en las que este maldito virus apaga las vidas: aislados de todo.
Mario y su hermana Silvia son los únicos sobrevivientes de una familia de seis miembros con la que el coronavirus se ensañó trágicamente.
Silvia da positivo de coronavirus a poco de comenzado el mes de junio 2021. Fue la primera de la familia en contagiarse. No hay certezas de cómo contrajo el virus.
Sin síntomas, le transmitió la enfermedad a su marido y a su hijo de 20 años. También a su mamá, quien poco después le pasó el virus a su esposo, Juan.
“La vida tiene grandes ironías. Mi papá tenía turno para vacunarse el 4 de junio a las 10 de la mañana, y mi mamá a las 3 de la tarde del mismo día. Ignorando que tenía covid, mi hermana llevó a papá al vacunatorio. Ella tenía un poco de fiebre y dolor de garganta, pero el médico que la vio le dijo que era anginas. Que se quedara tranquila”, relata Mario.
“Dejó a mi papá en el vacunatorio y por insistencia de la familia se fue a hacer un hisopado, que le dio positivo. Al enterarme de esto decido llevar a mi mamá a que le hagan un hisopado, porque ella había estado en contacto con mi hermana. Y también le da positivo. A partir de allí nos aislamos todos, mis padres por un lado, mi hermana con su familia, por otro. Y yo me ocupaba de llevarles lo que necesitaran”, sigue Mario, con voz triste.
Todo muy precipitado
Ese fin de semana Silvia se descompensó. El SAME la trasladó hasta el hospital San Felipe con niveles de saturación muy bajos. Juan, el hermano menor, vivía en Buenos Aires con su esposa. Al enterarse del cuadro familiar se pidió vacaciones y vino a San Nicolás a colaborar con Mario en la atención de sus padres y su hermana. La primera noche en San Nicolás la pasó cuidando a Silvia, cuyo estado clínico había empeorado. “Mi hermano Juan me llama a las 11 de la noche para decirme que a Silvia la pasaban a UTI. Su estado era muy grave”, sigue Mario.
“El jueves de esa semana mi mamá empieza a saturar poco. La llevo a Guardia del sanatorio de la UOM, y los médicos deciden ingresarla. Al día siguiente mi padre se descompensa y también queda internado. Tenía a mi hermana en terapia del hospital y a mis viejos en sala covid de la UOM. Para peor, yo empiezo a tener síntomas, con lo cual tuve que aislarme. Mi hermano Juan, que cuidaba a mi hermana, también empezó a sentirse mal y se aisló en casa de mis padres. Entonces Hugo, que también vivía en Buenos Aires, se vino para San Nicolás a cuidar a mis padres, internados en una misma habitación”, cuenta.
Mario superó el covid aunque luego de siete primeros días sumamente difíciles. “Estuve muy mal. Sentía que no podía respirar.
Me cuidaba mi mujer. Puedo asegurarte que si no tenés a nadie que te cuide este virus te va matando desde lo psicológico”, asegura Mario.
Los días trágicos
Juan, el padre de Mario, se encontraba en buen estado de ánimo, aunque saturaba poco. Josefa, la madre de Mario, presentaba un cuadro más complicado. Corría el viernes 11 de junio.
“Mi papá empezó a estresarse. Creo que porque veía a mi mamá que estaba con una máscara de oxígeno más grande que la suya y con muchas dificultades para respirar, en la cama de al lado. Entonces dejó de comer, se quitaba la máscara. Estaba muy nervioso. Mi hermano Hugo trataba de calmarlo”.
El martes 15 de junio el padre de Mario entra en paro cardio respiratorio. “Mi hermano me llamó a las 8 para contarme que papá entró en paro, y trataban de reanimarlo. Yo le pedí a Hugo que tuviera cuidado de que mamá no viera esa situación. A los diez minutos me volvió a llamar, esta vez llorando, para decirme que papá había muerto”.
Al día siguiente Josefa se descompensa y es trasladada a terapia, donde permaneció los últimos 15 días de su vida.
“En el día 10 de internación de mamá en terapia mi hermano Hugo se presenta con síntomas en el hospital. Quedó internado. Mi padre fallecido, mi madre y mi hermana en terapia, mis dos hermanos en sala covid. Y yo aislado”, cuenta Mario. Así transcurría la mitad del mes de junio para la familia Arce.
El 1 de julio muere Josefa. El domingo 4 su hermano menor, Juan, es llevado a UTI. Esa misma noche falleció. “Era muy sano. No fumaba ni tomaba. Estaba en pareja hacía 14 años. No quería ir a terapia. Le di un beso en la frente y le dije que se quedara tranquilo que iba a salir todo bien”, relata, con la voz quebrada, los últimos momentos instantes junto a su hermano menor. “Se fue sin saber que mamá había fallecido”, agrega Mario.
“Un milagro”
Silvia, intubada en UTI del hospital durante más de dos semanas, empezó a mostrar signos de recuperación. Su estado lentamente comenzó a mejorar, a punto tal que los médicos decidieron trasladarla a sala común. “Fue un milagro. Lo de mi hermana fue un milagro”, asegura Mario, con ojos llorosos. “Iba a visitarla todos los días. Me preguntaba cómo andaban papá y mamá. Yo no le contaba que habían fallecido porque ella no estaba en condición de recibir semejante noticia”, relata Mario.
El 13 de julio muere Hugo, el hermano mayor, en UTI. Al día siguiente Mario no pudo ir a visitar a su hermana al hospital por tener que hacer trámites en la cochería. A esa altura, Silvia sospechaba que Mario no le estaba contando todo. “Le pregunté si quería saber la verdad, y me dijo que sí. Entonces le conté que papá, mamá, Hugo y Juan habían fallecido. Se lo dije de la manera que me salió. Nos abrazamos. Lloramos”.
Mario Arce enterró a sus padres y a sus hermanos en la más absoluta soledad, porque cuando Juan y Josefa fallecieron sus tres hermanos estaban internados. Y cuando sus dos hermanos varones murieron su hermana Silvia permanecía hospitalizada.
“Siempre fuimos una familia muy unida. A pesar de que mis dos hermanos vivían en Buenos Aires, venían a San Nicolás toda vez que podían. De hecho, Juan y Hugo vivían en Buenos Aires en la misma cuadra, casa por medio, porque querían estar cerca”.
Los días de Mario y Silvia son, ahora, de profunda tristeza. “Ella tiene mucho dolor pero también una gran fortaleza. Se aferra a la fe. Yo siento un vacío que no sé si podré superar. Los extraño, mucho. Mi papá pasaba todos los días por el local. Yo iba a visitar a mamá, también todos los días. Los fines de semana comíamos juntos”, recuerda.
“A veces veo gente que no se cuida. Que no usa barbijo, que se relaja porque tiene ya una dosis de la vacuna. Me dan muchas ganas de decirles que esto no ha terminado todavía. Que se cuiden y que también cuiden a sus familiares. La pandemia te puede quitar lo que más querés casi sin que te des cuenta”.