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sábado, diciembre 14, 2024
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JENNIFER, LA BOMBERA QUE HIZO PINTAR DE ROSA LA AUTOMBOMBA DEL CUARTEL

En el Día de la Mujer, historias de mujeres extraordinarias que hacen lo que tienen que hacer.

Cuando suena la sirena para Jennifer Maceiro la prioridad es una sola: llegar al cuartel. En junio cumplirá quince años como bombero voluntaria, casi la mitad de su vida. Ha tenido que dejar a su hijo al cuidado de un compañero porque la llamada llegó mientras estaba amamantando.

Jennifer ha interrumpido cenas, conversaciones y hasta el casamiento de su hermana: “Yo estaba con un vestido negro muy lindo zapato, zapatos, peinada, maquillada. Volvíamos de la iglesia y se escucha la sirena por un incendio en Caminito”, cuenta.

La hermana la miró creyendo que no, que Jennifer se quedaba. Pero no: “Me puso el chaquetón arriba del vestido y tuve que pedir que me consiguieran una remera porque el calor hacía que el vestido me picara”, sigue Jennifer. A la fiesta fue después, con su uniforme de los bomberos de Vuelta de Rocha. Es el primer cuartel en el que hubo mujeres y hoy son casi la mitad.

Jennifer propuso pintar una autobomba de rosa e inscribirle la consigna “Ni una menos” y un lazo que representa la lucha contra en cáncer de mama. “Cuando estamos apagando el fuego nadie ve si somos hombres y mujeres y trabajamos a la par. Es divertido ver cuando después alguno se sorprende”, asegura.

Vocación

Siempre le había gustado ver el trabajo de los bomberos pero al cuartel llegó primero de la mano de un novio, Facundo. Él ya era voluntario y vivieron el noviazgo en el cartel, el nacimiento de su hijo y también la separación.

“Pero éramos compañeros, eso estaba arriba de todo”. Facundo fue uno de los 10 muertos en la tragedia de Iron Mountain. “Pensé por un momento en parar pero esto es una pasión y una vocación de servicio muy grande”, explica. Hoy ese nene es voluntario en el mismo cuartel. Jennifer volvió a casarse y su marido, claro, también es bombero.

Día de la Mujer

“Me gusta cuando llegamos a alguna juntada con el camión rosa y la gente nos mira”, se ríe Jennifer. No está pensado para pasar desapercibido.



“El camión es un homenaje: a las que vinieron antes que nosotras pero también a todas las mujeres. Un llamado a que nos valoren un poco más, a que veamos de qué somos capaces”. Cuando ella habla, sus compañeras la miran en silencio. Saben que esa mujer bajita y de pelo hasta la cintura es capaz de absolutamente todo.