Los brigadistas no recuerdan una tragedia semejante desde hace 20 años. “El fuego actual es explosivo, avanza con una voracidad tremenda”. Casi 100 bomberos intentar frenarlo antes de que llegue a un pueblo de pescadores artesanales
Hace 20 años que los bomberos más experimentados de la zona no ven un incendio forestal de la magnitud que exhibe el que se desató el 1 de enero pasado en el norte de Puerto Madryn. Los memoriosos, los que recuerdan el calor de cada llama que combatieron en esta zona atlántica de Chubut, ven una diferencia entre aquel del verano de 2002 y este: “El fuego actual es explosivo, avanza con una voracidad tremenda”.
En tres días, el incendio ya afectó un inmenso territorio de 77.695 hectáreas, entre focos activos y zona lastimada por el humo y la ceniza. Para dar una idea, la Ciudad de Buenos Aires entera tiene 20.000 hectáreas, casi cuatro veces menos. El clima, factor esencial para atenuar o agravar el daño de las llamas, no promete ayuda inmediata: los vientos fuertes y la baja humedad incitan al fuego a seguir comiendo.
Las lenguas de hasta 15 metros de alto cruzaron a toda velocidad la cinta asfáltica de la Ruta Nacional 3. Los campos de alrededor de Puerto Madryn crepitan. El fuego se aproxima a un sector de alerta máxima, el Istmo Carlos Ameghino, la franja de tierra de seis kilómetros de ancho que une la península Valdés con la masa continental del Chubut.
En Puerto Pirámides, epicentro del turismo de la zona, están sin energía eléctrica y sin agua. Las rutas de acceso se cortan alternativamente, por designio del viento. Si sopla a espaldas del fuego circular se convierte en algo demasiado peligroso.
Por eso el comando de campaña que combate el fuego en el lugar dispuso apostar bomberos en esa parte estrecha entre el Golfo Nuevo y el Golfo San José. Todo el personal de Bomberos de Puerto Madryn, Rawson, Trelew y Puerto Pirámides más agentes de Defensa Civil esperan la llegada del incendio, por ahora a unos diez kilómetros, con una idea: hacerle un contrafuego para que la batalla se desate en las entrañas del calor. Para eso trabajan 26 personas con máquinas viales y camiones cisterna. Buscan ensanchar una huella que sirva como límite del avance del incendio y desde ahí intentar detenerlo con su propia medicina, más fuego.
Un equipo de 74 personas trabajó en dos turnos ayer lunes para contener las llamas. Llegaron dos aviones al aeropuerto local. Si bien son originalmente fumigadores, se los pretendía usar como hidrantes, pero el viento no los dejó volar más que entre las 10 y las 12 del mediodía.
“Dos aviones hidrantes que se encontraban en las localidades de El Bolsón y Esquel fueron a Puerto Madryn, Chubut, para colaborar con las tareas de combate del fuego que realizan los brigadistas en la zona”, comunicó temprano el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible nacional.
Si el fuego cruza a la península la principal amenaza está sobre Puerto Pirámides, donde viven unas 800 personas. Pero de momento, todas fuerzas y estrategias defensivas apuntan a cuidar la zona de Riacho, sobre el golfo San José. Es un asentamiento de pescadores artesanales y también hay una escuela. Viven unas 12 familias. La mayoría ya fue evacuada pero algunas se quisieron quedar a cuidar lo suyo y con la confianza de que el fuego no llegará. Tienen tiempo de salir de ahí todavía.