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San Nicolás de los Arroyos
domingo, diciembre 8, 2024
Edición Diaria
Edición N°

Homilía del obispo: “Jesús, Rey del universo”

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,33-37).

Por monseñor Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás

“Pilato llamó a Jesús y le preguntó: ‘Eres Tú el rey de los judíos?’. Jesús le respondió: ‘¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?’. Pilato replicó: ‘¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos, ¿qué es lo que has hecho?’. Jesús respondió: ‘Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí’. Pilato le dijo: ‘¿Entonces Tú eres rey?’. Jesús respondió: ‘Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz’”. Palabra del Señor.

Reinar sobre uno mismo

La palabra nos evoca la idea de que ser rey es tener poder, dominar, y es acertado en cierto sentido. Sin embargo, el significado cristiano se refiere a la capacidad de integridad que el Espíritu Santo nos ha regalado en el bautismo, de modo que tiende a sanar la grieta que había en nuestra persona entre lo que pensamos, amamos y hacemos. En efecto, es una experiencia común el hecho de que a veces pensamos cosas buenas, pero no las hacemos; hacemos cosas buenas, pero sin amor u obramos sin pensar. No dominar la propia persona es la más básica y la peor de las esclavitudes que ha creado el pecado en nosotros. Desde el bautismo podemos tener un reinado, un dominio sobre nosotros mismos para seguir a Jesús, para pensar lo bueno, amarlo y concretarlo. La Virgen Santísima, que fue concebida sin pecado original, es llamada por los cristianos “Reina” porque tiene un perfecto dominio sobre sí misma para hacer lo que Dios le pide, para pensar, amar y concretar lo bueno.

Una realidad que humaniza

El aporte del cristianismo a la humanidad, entonces, es que la gracia de Cristo sana nuestra persona dándole integridad, permitiéndonos el reinado sobre nosotros mismos, y creando lazos de amor servicial familiar y ampliándolos a los vínculos sociales. Por eso el reinado, como servicio por amor, es una clave para la construcción social que llega hasta las periferias, se transforma en el motivo por el cual un empresario genera trabajo, un político cristiano quiere alcanzar un puesto de gobierno, una docente enseña, una cooperadora colabora con un hospital, un grupo se capacita para rescatar de las adicciones, una universidad se crea para responder a una demanda de capacitación, un misionero parte para África, un joven deja todo para responder a una llamada sacerdotal, un científico pasa todas las horas del día en un ignoto laboratorio buscando crear un remedio para una enfermedad incurable hasta el presente.

Servir es el verdadero modo de reinar que comienza en este mundo, pero que Jesús dijo “no es de este mundo”; porque en vez de dominio es entrega, en vez del egoísmo es amor, en vez de humillar promueve la dignidad de las personas; porque superando la indiferencia se compromete por el bien de todos priorizando a los más vulnerables; porque en vez de excluir integra, en vez de confrontar genera paz. La Virgen María, definiéndose como servidora del Señor, anunció el verdadero modo de reinar que nos trajo el Hijo de Dios nacido de su vientre por obra y gracia del Espíritu Santo. Por eso, en la medida en que el servicio se continua en ti, reinas con Cristo y su estilo se extiende a los diversos ambientes, genera y recrea vínculos, afecto, amistad, solidaridad y creatividad; en fin, favorece una vida mejor para todos, más digna de vivirse, más humana. Por eso, reinar con el estilo de Jesús humaniza. Que Dios te bendiga, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.