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San Nicolás de los Arroyos
jueves, diciembre 26, 2024
Edición Diaria
Edición N°

Homilía del obispo: “Alguien viene” (Primer domingo de adviento)

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (Lc 21, 25-28.34-36)

Por Monseñor Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás

“Jesús dijo a sus discípulos: ‘Habrá señales en el sol en la luna y en las estrellas, y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.” Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del Hombre”. (Palabra de Dios)

Adviento

Adviento significa “venida” y anuncia que Alguien viene. Hasta el 17 de diciembre la liturgia nos invita a prepararnos para la segunda venida de Cristo, que en el Evangelio de hoy se describe con un género literario, con un modo de decir que se llama apocalíptico y no hay que interpretar literalmente. Narra los signos que indican que la venida gloriosa de Jesús está cerca, por la cual Dios pone fin a la historia y comienzan un cielo nuevo y una tierra nueva, diríamos, una nueva vida. Para la mayoría de nosotros esto ocurrirá con nuestra muerte, que puede acaecer en cualquier momento, por eso tenemos que estar preparados. No es para tener miedo, es realismo. Desde el 17 de diciembre hasta el 25, la liturgia recuerda la primera venida de Jesús, nacido en un pesebre, de María Virgen, por obra y gracia del Espíritu Santo.

Que el árbol no te impida ver el bosque

El texto nos advierte que no nos dejemos aturdir por los excesos y las preocupaciones de la vida. Mientras nos ocupamos de resolver los desafíos cotidianos, no tenemos que perder perspectiva, es decir, darnos cuenta de que esta vida para todos pasa y tiene un sentido, un norte hacia donde caminamos. La segunda lectura de este domingo pone ese sentido en dejarnos amar por Dios, amarnos entre nosotros y a los que están fuera de nuestro vínculos familiares o de amistad, especialmente a los más desvalidos y vulnerables, a los que la vida no les ha dado tantas oportunidades, porque han nacido discapacitados o en un lugar marginal, porque están enfermos o porque no han tenido oportunidad de una educación adecuada, porque no han sido suficientemente amados, han nacido en una familia donde predominaba la violencia que destruyó los vínculos y quedaron a la intemperie, sin amor. Jesús te dice que la vida es como una peregrinación donde no te conviene detenerte y es mejor que camines en un equipo donde te ayudan, ayudas a tus compañeros y juntos ayudan a los que han quedado solos en la caminata, de modo que todos lleguen a destino. Que Dios te bendiga, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Buen domingo.