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miércoles, diciembre 11, 2024
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Héctor Sierra, toda una vida en la Biblioteca Popular Rafael De Aguiar

CASI 40 AÑOS ENTRE ANAQUELES Y LIBROS

El bibliotecario del emblemático establecimiento ubicado en la esquina de Ameghino y Don Bosco, nos abre las páginas de su historia personal para contarnos el trayecto que lleva desarrollando a lo largo de casi 40 años como empleado del lugar. “Agradezco el haber tenido la posibilidad de haberme llevado amistades muy valiosas y, sobre todo, la sabiduría que me otorgó este lugar”, expresó Héctor Sierra

Héctor Sierra, una vida en la Biblioteca Popular Rafael De Aguiar
El bibliotecario en su entorno laboral.

Valentín Cúneo
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Un silencio que reina desde la entrada hasta los rincones más penumbrosos, una mesa de madera que refleja su desgaste por los años, una caja sencilla llena de ficheros y un bibliotecario. Héctor Mario Sierra tiene 64 años y desde 1985 trabaja en la Biblioteca Popular Rafael De Aguiar. Con anteojos dignos de un ávido lector, un jean de corte clásico acompañado de una remera lisa que reposa dentro del pantalón y zapatos de vestir, se presenta la persona que recibe desde hace 39 años a los nicoleños que llegan en búsqueda de un libro.

El establecimiento se creó en 1947 por iniciativa de la Sra. Juana Couretot de Güella y se inauguró oficialmente en 1948, cuando se designó el nombre en homenaje al fundador de la ciudad. Según el relato de vecinos que vivieron el momento, Güella se dedicó constantemente a su proyecto de biblioteca popular. Apenas empieza a funcionar el sitio, ella recorría todas las casas que reposan sobre calle Ameghino, Don Bosco, España, Maipú y Avenida Savio, entre otras, para asociar a los vecinos del lugar. Cuando consiguió cientos de inscriptos, la biblioteca empezó a funcionar, siguiendo en vigencia como una “Entidad de Interés Cultural” desde 2007 hasta nuestros días.

Actualmente, el lugar cuenta con un aproximado de 38.000 obras, en un variado catálogo en que el género más abundante es la Literatura. Sin embargo, también hay textos de diferentes niveles educativos, enciclopedias, libros de historia y demás géneros.

Los contenidos

En diálogo con EL NORTE, Héctor Sierra comentó: “La biblioteca se solventa gracias a la cuota societaria que es de $1500 por mes, como también de los distintos talleres que se realizan durante la semana. Dentro de las opciones podés encontrar: clases de yoga, folklore, literatura y teatro. A su vez, se suman actividades de presentaciones de libros de artistas locales como también obras plásticas y la convocatoria de cine, que tiene mucho éxito”. Además, cabe destacar que el lugar recibe subsidios por parte de la Dirección de Bibliotecas de La Plata, como también de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).

Por otra parte, existe una filial que está ubicada en calle América 141, que se creó en 1966. Allí también se hacían talleres y ciclos de lecturas, sin embargo con el tiempo, el lugar se fue deteriorando y actualmente está cerrado. En los últimos meses, de a poco se está tratando de reconstruir el sitio para que personas que viven en las cercanías del Cementerio Municipal tengan la posibilidad de conectar con los libros. “En la filial hay más de mil ejemplares que están siendo inutilizados, pero con esfuerzo y paciencia vamos a poder volver a tener el lugar en las mejores condiciones y abrir nuevas posibilidades para que más nicoleños se acerquen a la lectura”, enfatizó Sierra.

El arte de ser bibliotecario

“Desde los 7 años que me apasionó la lectura, una vez que aprendí a leer y escribir se me abrió un mundo completamente nuevo. En ese entonces leía adaptaciones para niños -lógicamente- como Pulgarcito, Las mil y una noches, entre otros. Más en la adolescencia seguí leyendo novelas y otro tipo de libros, entre los autores que más me gustaban en ese entonces se encontraban las obras de Alejandro Dumas, Emilio Salgari y, por supuesto, Julio Verne”, inició su historia Sierra.

Luego terminó la secundaria, tuvo un breve paso por el profesorado de Literatura hasta que se abocó completamente a trabajar en la entidad. En 1994 se recibió de bibliotecario, sin embargo, hacía 9 años que ejercía la profesión: “Antes no nos daban abasto las mesas, pero a partir del año 2000 las personas que se tomaban un tiempo para venir a la biblioteca fue decreciendo por la llegada de internet. Pero las webs no son tan ciertas y precisas, incluso estudios que he leído dicen que alguna que otra información dentro de lo digital es errónea a propósito. En los libros encontrás las verdaderas palabras de un autor, en internet se suelen ver readaptaciones y explicaciones de personas que poco saben de los temas”.

“Para trabajar de bibliotecario tenés que saber de la literatura mundial, las personas te preguntan de determinados autores, sobre determinados temas y es necesario adquirir los conocimientos. Muchas veces nos piden recomendaciones, si es una persona que viene frecuentemente vas conociendo el perfil de lectura y sabes más o menos que ofrecerle. Pero para eso, hay que leer constantemente”, sumó el bibliotecario que dedica 4 horas diarias a la lectura, convirtiendo su profesión en un goce continuo.

En base a su ejemplo y a la dedicación que por casi 40 años llevó a la Biblioteca Popular Rafael De Aguiar, Héctor Sierra concluyó con una breve sugerencia: “La gente tiene que seguir leyendo, de lo que sea, teatro, poesía, cuento, novela. Quizás con el correr de los años cambie el soporte y todo sea digital, pero la lectura tiene que seguir existiendo, los autores van a seguir escribiendo, por ello, los lectores deben seguir leyendo”.