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sábado, octubre 19, 2024
Edición Diaria
Edición N°

GERARDO… GERARDO ROZÍN

Por Leonardo Mirenda

Cuánta tristeza… Fue Fabián, mi amigo el doctor, que en la medianoche del viernes me avisó que había fallecido Gerardo Rozín, periodista, productor y centralmente una persona con una formación cultural que siempre me impactó. Compartimos la redacción de Rosario/12, el suplemento de Página/12. Rozín fue uno de esos periodistas que marcaba agenda en la ciudad, que movilizaba la redacción y que llevaba la profesión en su sangre.

Rozín, muy jovencito, en el centro. ARCHIVO

Por aquellos años estaba flaco, no era muy alto y con sus anteojos ovalados parece que lo escucho decir “hay que defender las notas… hay que defender cada trabajo”. Es que en esa época, había que ganar espacio en el diario, todos querían hacer la tapa. Rosario/12 fue una primavera en el periodismo rosarino. En mi caso fue ingresar como cadete y salir como redactor. Fue conocer a Rozín, Fontanarrosa, Soriano, Lanata, Feldman, Sietecase, Lanfranco, Centeno, Salum, Vargas, Luque, Tessa, Baraldi, Bazán y tantos otros periodistas y escritores que con el paso del tiempo es difícil de dimensionar ese momento. Tengo la sensación de que fue en otra vida, en otro tiempo todo lo que pasó entre 1990 y 1995. Éramos jóvenes y queríamos cambiar el mundo.



La primera redacción estaba ubicada en un edificio antiguo de la peatonal Córdoba en la ciudad de Rosario, entre Paraguay Corrientes. Jorge Lanata había elegido a Pablo Feldman como director del periódico y por esos días Pablo se encontraba formando el plantel de lo que sería Rosario/12 que tenía como corresponsal a Horacio Vargas, luego sería el jefe de Redacción. Así fueron llegando periodistas que marcaron la dinámica de aquellos días en el que el proyecto trataba de ganarse un lugar en la ciudad.

Recuerdo que un día se sumaron dos jóvenes periodistas, Andrea Centeno y Gerardo Rozín. Andrea era estudiante de Comunicación y escribía en el Diario El Norte. Nacida en la ciudad de San Nicolás, hoy está radicada en San Pablo (Brasil). En tanto que Gerardo era un rosarino puro, hincha de Central en tiempos en que los hinchas “canallas” tenían la hegemonía de la ciudad, más allá del legado que estaba construyendo un tal Marcelo Bielsa.

Esa redacción de calle Corrientes tenía máquinas de escribir Olivetti, y en el baño; sí, ahí funcionaba la mesa de noticias que proveía del primer insumo a los periodistas. Recuerdo que Gerardo siempre llegaba con un tema que iba a pelear por ser tapa. Para aquellos que no trabajan en un periódico, tener temas de tapa es como aquello que marca al periodista. Lo pone en otro lugar. Además de ser un redactor con todas las letras.



Las primeras ediciones de Rosario/12 eran semanales hasta que se decidió que el diario saliera de martes a domingo, como Página/12. Si no me equivoco, Gerardo estaba en la facultad y empezó colaborando con el diario hasta que se sumó a la planta del periódico.

A mí siempre me llamaba la atención cómo todos los días tenía un tema de tapa o información que realmente iba a tener su impacto en la opinión pública rosarina. Fueron cinco años, creo, cinco años de compartir primero la redacción del viejo edificio de la peatonal Córdoba y luego en calle San Lorenzo, entre Sarmiento y Mitre.

En esos cinco años conocí a un Rozín que se comía la calle, pasional, tenía fuentes impecables y cada tema lo trabajaba con un rigor profesional propio. Recuerdo una nota sobre una irregularidad del Rectorado y cómo había impactado en un sector de la sociedad rosarina. Fueron días de idas y vueltas, y Rozín junto a los directores del diario defendieron un trabajo que le terminó dando la razón y desnudando las irregularidades de las autoridades del Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario.



Calle San Lorenzo

La mudanza de la redacción a calle San Lorenzo, entre Mitre y Sarmiento, tuvo momentos muy divertidos. Previo a la llegada de los jefes, después del almuerzo se jugaba a los penales. Sí, así de loco. Cuatro o cinco nomás eran los “players” y Rozín se sumaba a los partidos que se jugaban en la redacción que tenía dos filas de escritorios con PC y en el fondo un ventanal que oficiaba de arco.

Cierro los ojos y veo a Rozín parado, como el “Patón” Bauza o el “Petaco” Carbonari, y Raúl Calandra de arquero, en esos ocho o nueve metros que separaban el imaginario punto del penal y el arco.

En ese arco imaginario recuerdo cómo una de esas tardes se recreó la escena de la palomita de Aldo Pedro Poy, uno de los periodistas le tiro la pelota que estaba hecha con papeles y una bolsa a Gerardo para simular el gol que hasta el día de hoy los hinchas canallas celebran como “el título” ante el eterno rival. Todo terminaba con gritos de gol, cargadas y a veces con una vuelta olímpica por la redacción.



Buenos Aires

Ese hombre futbolero e intelectual también era Rozín. Después fue uno de los primeros que decidió emigrar hacia Buenos Aires. Gran parte de la redacción siguió el camino hacia la Capital Federal.

Recuerdo que nos encontramos un par de veces y siempre con un proyecto nuevo. Siempre buscando hacer algo distinto, innovar en un medio como la tele donde parecía que estaba todo hecho. Gerardo era así, un profesional con una capacidad de darle una vuelta más a lo que tocaba para mostrar un producto que enamoraba a las audiencias.

Gerardo Rozín fue un distinto, un periodista obsesivo, productor brillante y con una sensibilidad hacia la audiencia para mover esos sentimientos que el gran público tiene. Se fue, ya no estarás más entre nosotros, pero para aquellos que lo conocimos al menos en una segmento de su vida nos queda su rigurosidad y apasionamiento por el trabajo, su constante formación como profesional y su amor incondicional por Rosario y por Central.



Rosario/12

Un joven Rozín con apenas 19 años se enteró de que Página/12 había lanzado Rosario/12 y fue en busca de su sueño, sin conocer a nadie, pero con dos artículos. En esa redacción le dieron la bienvenida. Fue Pablo Feldman.

 “Es un lugar extraordinario, donde aprendí mucho. Un diario en el que me dio orgullo trabajar con compañeros que me enseñaron un montón. Fue la posibilidad de escribir y cumplir un objetivo. El sueño más grande que tenía era trabajar en blanco en un diario, yo quería eso. Mientras lo soñaba existía solo La Capital, después apareció Rosario/12 y me abrió un mundo. Fue el crecimiento profesional más grande. Pasar de ser un pibe que estudia a trabajar en un diario importante con periodistas brillantes”, reconoció.



Fito Páez

“Fue un gran amigo de sus amigos y amado en el medio, donde se movió como pez en el agua, por su buena leche y gran carisma. Obsesivo con su trabajo, se convirtió en uno de los favoritos del gran público por su entrega y pasión. Fue un hombre fuerte de la cultura y el entretenimiento de su tiempo”. Con esas palabras lo despidió el gran músico rosarino Fito Páez.

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